Se despertó aturdida recordando lo de anoche. En realidad no había pasado nada lo suficientemente terrible que pudiera ponerla en un verdadero aprieto. Menos mal que tuvo el suficiente juicio para frenar al lanzado muchacho, pero se dijo que debía tener cuidado, una cosa era querer divertirse un rato y otra jugar con fuego. Debía hablar con él y dejarle las cosas claras.
Durante la cena, les comunicó a sus tíos su decisión de ir a buscar a las dos niñas para darles clase durante el otoño-invierno. Éstos no pusieron objeciones, ya que preferían que se mantuviera ocupada dando clase, que correteando por ahí con aquel esquimal.
Así que, despertó a un remolón Tommy y mientras lo vestía, le dijo que iban a ver a su madre y a sus hermanas. A éste se le pasó la pereza de golpe y comenzó a dar saltos en la cama ilusionado.
El viaje como siempre resultó largo y pesado, pero Daril se llevó un libro y Tommy estuvo entre dormitando y jugando con dos soldaditos de madera que se había traído para distraerse.
Llegaron a Boston después de comer, una vez bajaron del ferrocarril, notaron en seguida el cambio de temperatura, ya que no hacía tanto frío y se sacaron las chaquetas que llevaban. Entraron en la estación para hacer sus necesidades y tomar un café y cogieron un carruaje hasta la casa de los Harrilson.
Allí, Tommy abrazó emocionado a su madre y a sus hermanas que estaban barriendo la entrada y saludó a su hermanito, que estaba en el lecho de ropa. Luego reunió a Nuka y a Carla para contarles todo lo que había vivido en el rancho.
- Hola Sra. Harrilson, veo que ya está repuesta del todo.
- Sí, todo gracias a su bondad y a la amable ayuda de su amigo el Sr. Bladmore... y también a su criada, la joven de rojos cabellos.
- Veo que le han puesto cristales nuevos en las ventanas.
- Ya no notamos el fuerte viento por la noche y algunos vecinos, animados por su amigo, nos van trayendo leña para el fuego. Hasta les han buscado un pequeño trabajo para mis dos hijos menores.
- Es verdad, no los veo por ninguna parte, ¿dónde están?
- Mark reparte periódicos por unas cuantas monedas y el pequeño lo acompaña, así no tienen que pedir caridad por las calles.
- Eso está muy bien, ya vera como todo se arregla.- entonces miró a las dos niñas y les dijo - supongo que vuestra madre ya os ha contado la causa de mi llegada aquí...
- Sí, estamos un poco nerviosas pero contentas.- dijo Nuka.- ¿cuándo empezaremos?
- Lo antes posible, mañana por la mañana.- la madre les dijo a sus hijas seriamente:
- Espero que me hagáis sentir orgullosa, portaos bien y no le deis mucho trabajo a la Srta. Taylor, ¿Tommy le ha dado algún problema?
- No, es tan pequeño que se distrae con cualquier cosa, hasta ha hecho buenas migas con el hijo de una de las criadas, que tiene más o menos su edad.- miró a las niñas- ¿estáis preparadas para aguantar unas cuantas horas de viaje? - ellas asintieron.- bien, en ese caso es mejor que nos vayamos cuanto antes.
Daril pensó en lo del juicio, sería por la tarde pero ella no estaría allí. Quizás era su obligación asistir y puede que Christopher se enfadase por eso, pero no se veía con ánimos a pesar de que era consciente que estaba actuando mal.
Durante el trayecto en el tren, las dos niñas no podían reprimir su excitación e iban preguntándole continuamente a Daril cosas sobre aquel rancho, para ellas sería una verdadera aventura. También tenían curiosidad por saber lo que aprenderían, jamás habían asistido a una clase e ignoraban lo que les esperaba. Daril les dijo que cuando aprendiesen, podrían escribirle a su madre contándoles todo lo que quisieran y Carol sería la encargada de leérsela.
- ¿Podremos enseñar a mamá a escribir también?- preguntó Nuka.
- Por supuesto, a ella le será muy útil.
Llegaron a Ottawa que ya era casi oscuro, las dos niñas contuvieron la respiración al ver la magnificencia de todo aquello, a lo lejos, se podían ver las altas montañas, la mayoría ya con pinceladas de nieve y escucharon temerosos el sonido de los lobos.
- No se acercarán hasta aquí, ¿verdad?- preguntó Tommy.
- No, ellos se ocultan en el bosque, donde cazan.
- Brrr, ¡hace frío! - dijeron las niñas temblando, al notar aquel aire helado. Daril decidió que mañana les compraría ropa de abrigo.
A esa hora no vieron ningún carruaje, pero se subieron al carro de un cazador que se ofreció amablemente a llevarlas. Cruzaron los establos en silencio, algunos criados todavía estaban por allí acabando sus tareas y la saludaron formalmente. En un rincón, Benjamin cortaba leña, pero como se encontraba de espaldas, la chica prefirió no molestarle y se dirigieron directamente para la casa.
Macius les fue a abrir y los acompañó hasta el comedor, donde sus tíos les esperaban para cenar.
- Tío Steven, Tía Martha, os presento a Nuka y a Carla.- las niñas los miraron tímidamente sin atreverse a acercarse. Tía Martha observó a las dos niñas de arriba a abajo con mirada crítica y dijo sorprendida:
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Editado: 28.02.2024