Faltaba una semana para Navidad, habían decidido enviar invitaciones para la fiesta que tenían pensado celebrar en el salón de la mansión, para anunciar a todos su compromiso. Daril pensaba invitar a todos sus conocidos; quería que vinieran sus tíos, la familia Harrilson al completo, porque el padre de familia ya se había recuperado totalmente de su adicción y la madre volvía a hacer vida normal después de su larga enfermedad. Como guardaba su dirección, también le escribió a Mrs. Hudson, desconocía si sus obligaciones con su hermana la dejarían venir, pero lo intentó de todas formas. Pensó por un momento en su querido amigo Benjamin, pero supo al instante que no era correcto y supuso que tampoco querría venir o no lo dejaría su tío. También estaba el tío y los primos de Christopher, sus amigos de la Universidad y porque no, si se sentían atraídos por la música, algunos vecinos curiosos que quisieran unirse a la fiesta.
Una tarde, se encontró picando a la puerta de casa de Mr. Jacobs. En realidad solamente fue idea suya, ya que a Chris no le agradaba para nada aquel hombre de ajetreada vida nocturna, pero en el fondo a Daril le daba lastima, sabía que aquel estrafalario personaje intentaba solamente llenar los vacíos de su solitaria vida con dudosas compañías, tanto femeninas como masculinas, ya que a veces se lo podía ver conversando y riendo con algún amigo, compañero de correrías. Pensó que, apartándolo por un momento de su rutina, invitándolo a su fiesta, lograría que fuera un poco más “normal”.
—Buenas tardes querida, ¿qué la trae hasta mi casa? ¿Quizás ha sido por fin atraída por mi irresistible magnetismo? Pase, pase... creo que podré ofrecerle algo de beber... —ella negó sonriendo y le tendió su invitación:
—Lamento la confusión, pero solamente quería invitarle a la fiesta que celebraremos el Sr. Bladmore y yo en la mansión. Me sentiría muy complacida si aceptara venir, queremos hacer público nuestro compromiso. —éste pareció un poco cogido por sorpresa, pero aceptó la carta y leyendo su contenido, asintió satisfecho:
—Claro... claro que tendré el placer de asistir a tan importante evento, como no...
—Pues lo veremos allí... ¡Ah! Y venga solo... — le dijo haciéndole una mirada de reproche.
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Cuando llegó tan señalado día, poco después de comer, alguien picó a la puerta y Carol fue a abrir. Estuvo hablando con alguien y luego avisó a Daril.
—¿Quién es, Carol?
—Una señora que dice que la conoce, señora Hudson, se llama. —Daril hizo una exclamación contenta y fue a recibirla, asombrándola con un efusivo abrazo.
—¡Me alegra tanto verla! Temía que no pudiera venir, ¿está bien su hermana?
—Sí, sí, hace semanas que esta recuperada, lo que pasa es que, como no tengo muchas ocasiones de estar con ella, pues quise aprovechar el momento, pero al recibir tu invitación, pensé que ya era hora de que regresara. —Daril vio que iba cargada con una maleta y le ayudó a subir sus cosas.
—No se imagina la de cosas que han sucedido desde que se marchó, estoy deseando explicárselo. —la mujer sonrió:
—Pues sí, parece que fue ayer que me despedía, pero por lo visto tu vida ha sido muy ajetreada, cuando recibí la noticia de tu noviazgo, me sorprendí de veras, pensé que te costaría un poco adaptarte a esta situación. Y tu prometido, querida ¿es alguien de la ciudad?
—Vive en Masachusets con su tío, nos presentaron poco después de marcharse usted y desde entonces, todo ha ido muy rápido, supongo que fue la necesidad de no estar sola, de conocer a alguien.
Mrs. Hudson se asomó al jardín desde su habitación y pudo comprobar gratamente que había cambiado mucho.
—Fue una gran idea contratar a un jardinero, has hecho un espléndido trabajo. Cuando estaba sola en la casa, muchas veces no quería salir por temor a tropezarme con la maleza que crecía descontrolada, o quizás encontrar alguna serpiente. —Daril le dijo que descansara y que bajara luego a tomar el té con ella en la salita, que luego vendría Christopher y se lo presentaría.
—Veo que has tenido mucho trabajo arreglando las habitaciones de invitados, ¿verdad?
—Sí, Carol me ha ayudado mucho, pero tenía que tenerlas todas a punto para esta noche. No todos, pero algunos vendrán de lejos y se quedaran a dormir aquí. Cuando baje, le presentaré a la Sra. Harrilson, ella y sus hijos llevan toda la semana viviendo aquí, me están ayudando a prepararlo todo. Hemos hecho algunos platos que serviremos en el salón comedor, creo que no hay sillas para todos, pero aunque sea de pie, nuestros invitados no pasaran hambre. También Carol ha preparado ponche caliente y frío, yo no tenía ni idea de cómo se hacía, pero ella sabía una receta de su madre.
—No estoy cansada, bajemos ahora y te ayudaré en lo que pueda. —le dijo la mujer solícita.
En la cocina había un gran ajetreo, por allí estaba, además de la madre, sus dos niñas mayores, ayudando en lo que podían. —Daril les presentó a Mrs. Hudson y entre todas, acabaron de poner los platos y bebidas en el salón, que resultaba demasiado grande, porque solamente serían unas veinte personas.
Durante el resto de la tarde fueron viniendo el resto de invitados, el sr. Harrison ayudó en la instalación de la iluminación de la entrada y el jardín, colgando numerosos farolillos que, cuando se hizo oscuro, daban un ambiente mágico al lugar.
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Editado: 28.02.2024