PRÓLOGO
Desde que nací fui escogido por la Fortuna. Fui destinado a pasarla mejor que la mayoría de los mortales , pero no por mis méritos. Hiciera las pendejadas que hiciera, siempre la Suerte me dejó salir a flote y sin mayor daño, al menos no a mi persona. Fue la misma Fortuna que me hizo un poco más pendejo, por lo cual nunca la hice en grande como yo soñaba, gracias a Dios, porque dada mi naturaleza, si fuera más listo, tal vez un gran éxito ya me hubiera matado desde hace tiempo. Le sucedió a otros, porque no a mí.
Claro que me di cuenta de mi increíble suerte, pero hasta que ya estaba entrado en años. Siempre había tenido la idea de que era diferente. No mejor, simplemente diferente, y no es que me gustara, de hecho siempre deseaba ser como los demás. Y la Fortuna me daba todo a manos llenas y yo lo aceptaba, porque así estaba escrito en el libro de mi vida, pero después de muchos años hasta la señora Fortuna se dio cuenta que tanta suerte me había hecho más mal que bien y que cualquier cosa que yo recibía de ella significaba desperdiciar sus esfuerzos, y me mandó a la chingada. Y aún así, aterricé suavemente. Vivía épocas de mi vida prácticamente de a gratis, no siempre trabajaba, bueno, realmente sí, a veces, pero solo de forma que a mí me placía, a veces lo tomaba como un hobby, así que no es que echara realmente la hueva, pero solo hacía cosas que me gustaban o que al menos estuviera a gusto con lo que hacía, pero que no siempre servían de mucho, y cuando sí dejaban ganancia, la despilfarré. Pero ir a trabajar como cualquier otro fulano simplemente no se me daba, trabajé de burócrata por un corto tiempo, y solo por insistencia de mi mamá, que trató de asegurarme la papa, y que aprendiera algo de disciplina, porque sospechaba que yo era algo inadaptado.
Tampoco es que mis necesidades fueran muchas, buen chupe, cigarros, viejas, los lujos como quién dice lujos, buena ropa, joyas, súpervacaciones, una residenciota, no me decía nada, aunque siempre quise tener éxito por tener éxito, para ser reconocido como todo un chingón, y sí hubo tiempos en los que pude haber logrado algo así . Pero fuera de eso soy simple como una amiba. Sólo mi apariencia de gran señor con buen físico engaña.
Sin embargo vivía holgadamente, mejor que algunos de mis amigos de infancia o mis vecinos. Me caían oportunidades, dinero y viejas. Caían del cielo, no lo busqué. Pero desaproveché prácticamente todo lo que me cayó, creyendo que si así era, iba a ser siempre. Así como la Fortuna me lo ponía en el camino, así se me iba todo al caño. Lo único que hice con lo que llegué a tener era empedarme, buscar broncas, tener una que otra via, hacer la vida imposible a los que me rodeaban, y todo a lo pendejo. Si la lana me hubiera buscado indefinidamente y yo hubiera aprovechado las oportunidades como se debe, yo ya no estaría vivo.
Pude haber sido famoso, hasta eso se me presentó. Y lo dejé ir. Y después de mi juventud y al final de lo que se llama la mejor edad, llegó el momento en el que mi buena Fortuna se encabronó y dijo – ya no más. Hasta las diosas tienen su límite. Así que un día mi increíble buena vida se terminó. Me quedé en la ruina y como mantenido de mi esposa en un matrimonio madreado (por mi culpa) y que se sostuvo por todos estos años no sé porqué, puras coincidencias, fortuitas para mí, o tal vez porque el destino lo tenía trazado así, o porque algo me quiere. Hasta en esto tuve suerte de que mi esposa no me hubiera abandonado. Como la traté no me lo merecía. Y aún en este trance llegué a culpar a todos y a todo ynno aprecié del todo todita la suerte que tuve.
Antes fui lo que se llama galán. Sexy, buen cuerpo, cara varonil y atractiva, las viejas se me lanzaban solas, tan es así que nunca aprendí a ligar, soy bien güey con las mujeres, no les sé hablar al oído, platico con ellas, pero como cuate, no sé cómo se le hace para convencerlas. Eso
de ligar lo hacían ellas, y yo solo me dejaba llevar. Pero mucho después, cuando ya me abandonó la suerte, aparte de volverme pobre también me volví feo y calvo, no supe qué hacer, no podía usar la labia para seducir o convencer, de hecho ni supe cómo reaccionar cuando sí me daban chance pero no directamente, pero a lo clásico femenino, sutilmente, y así se me iban las oportunidades.
Antes todos comentaban que yo tenía una tremenda personalidad, las mujeres me susurraban al oído que olía a sexo, llamaba la atención donde fuera, y no porque siempre me gustara, de hecho odio la atención de la gente, bueno, se puede decir que soy algo misántropo. Pero hasta eso se evaporó finalmente, y de repente no impresionaba ni al barrendero. Mi vida dio un vuelco . Ni huella de aquél señorón que todos invitaban, y se sentían halagados con mi presencia. Pero esto sucedió hasta mucho después.
Como lo veo hoy, mi apariencia física había sido un cascarón que con el tiempo se quebró, y salí YO. Algo así como Dorian Grey, sólo que sin el retrato. Mi YO podrido, así como soy. Con la edad la cara muestra lo que es uno en realidad. Y es cuando me di cuenta de todas las pendejadas que hice, las que hicieron de mí un pobretón, que hicieron daño a otros, pero que al fin probablemente me salvaron la vida. Tal vez otra vez por obra de mi ángel guardián o la señora Fortuna. La vida es extraña. Nacemos y creemos que controlamos el universo. Pero nuestras vidas están trazadas, y sólo caminamos por las veredas de la vida que ponen en nuestro alrededor, la vida nos quía, y no podemos cambiar ni pizca, o muy poco, porque hasta nuestras decisiones están programadas por ALGO dentro de nosotros. Si hubiera sido más listo…… pero no fue así. Somos lo que somos.
Es cuando me puse a ver los posibles escenarios si hubiera sido menos pendejo. A dónde me llevaría? A la perdición, eso es seguro. Pero hubiera sido más o menos así.