Un Precio Que Pagar

Capítulo 9

"Te quiero para volvernos locos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa por las calles, eso sí, tomados de la mano, mejor dicho, del corazón".

Mario Benedetti.
 

 

Mazunte, Oaxaca, México.

La tenue luz matutina se coló con parsimonia por entre la delgada tela de la cortina.

Charlotte se ladeó, apoyando su mano y cabeza sobre el pecho de Mateo. La calidez que emanaba de allí acarició su piel, prodigándole un agradable cosquilleo.

Con delicadeza y sin apuros, deslizó la yema de su índice derecho por sobre la sinuosa línea que marcaba aquellos pectorales, firmes como rocas.

Sonrió sinuosa, al sentir el sutil pero evidente estremecimiento que experimentó la piel de su chico ante su tacto. Aún dormido reaccionaba de aquella forma exquisita a ella y su toque.

Finalizó el recorrido de su dedo, apoyando la palma completa justo allí donde el corazón de Mateo latía con fuerza contra su piel. Permitió que sus ojos se deslizaran con lentitud sobre todo el rostro masculino, analizando con curiosidad las expresiones adormiladas de él.

Mateo abrió los ojos con lentitud, anclándolos de inmediato a los de su chica, que lo admiraba con devoción.

Alzó la mano hasta la nuca de ella, y ejerciendo la presión suave pero determinada, tiró de ella hasta que conectaron sus labios en un beso entregado y lleno de sentimientos.

Instantes después, y con sus corazones galopando desbocados, soltó sus labios.

—Si así será el despertar cada día a tu lado, no puedo esperar a que llegue el día que vivamos juntos —Mateo la observó con admiración, expresándole en esa mirada todo lo que ella significaba para él.

—Y yo no puedo esperar a compartir mis mañanas y noches contigo, Teo —suspiró Charlotte, obsequiándole un beso antes de incorporarse y dirigirse al baño.

Se coló con agilidad al interior de la habitación y enseguida su cabeza hizo aparición en el umbral.

—Voy a ducharme para ir a ver a Nana, ¿vienes? —le guiñó un ojo, dedicándole una sonrisa coqueta antes de girar sobre su propio eje y perderse al interior del baño.

El sonido del agua de la regadera al activarse lo impulsó a levantarse como un resorte y seguir con rapidez los pasos de Charlotte para acudir a su encuentro.

 

El sonido del agua de la regadera al activarse lo impulsó a levantarse como un resorte y seguir con rapidez los pasos de Charlotte para acudir a su encuentro


Una presión considerable oprimió el corazón de Charlotte.

Cada vez el ver a Naná se hacía más duro y difícil de sobrellevar. Lo avanzado de su enfermedad estaba repercutiendo con la fuerza de un huracán sobre la ya de por sí frágil anciana.

—Como siendo que tengas que pasar por esto, Naná —Charlotte se acurrucó con suma delicadeza contra ella— ¿Te duele?

Fue testigo de cómo la anciana intentó emitir palabras, pero su capacidad de comunicarse ya estaba muy perjudicada. Con un suave movimiento de cabeza negó, buscando con su mano la mano de su nieta. El silencio por parte de ambas fue prolongado, ¿cómo evadir la realidad?

Buscó con su mirada la de su abuela y su corazón se encogió al ver cómo esta había perdido la vida casi por completo. La escudriñó con atención, deseando poder leer a través de sus ojos, y revelar aquello que escondía en su alma.

Pero no lograba ver nada... Nada más que la vida misma abandonándola de forma lenta pero constante, consumiéndola más y más con el transcurso de cada día.

Naná ya no vivía, su sola existencia se limitaba a sobrevivir un día a la vez.

Y la impotencia que carcomía su alma, amenazaba con hacer combustión y explotar en forma de una poderosa hoguera.

La mano de Mateo acarició su mejilla, subiendo con lentitud hasta su ceño para acariciarlo con aprecio. Tras aquellas caricias llenas de afecto, Charlotte sintió como poco a poco la tensión que se acumulaba en su entrecejo fue cediendo, hasta que se disipó.

Batió sus pestañas con rapidez, y un vano intento de contener la humedad que ya comenzaba a deslizarse de sus ojos y rodar libremente por su rostro.

Con la evacuación de un suspiro que se anidaba en lo más profundo de su ser, logró serenarse lo suficiente para acercarse al senil rostro que descansaba sobre la tupida almohada, depositando un beso enorme b su mejilla.

—Te amo, Naná. Tan solo desearía.... Que tuviésemos más tiempo.

Su voz se quebró ante la última palabra y su corazón bramó con furia.

¡Daría cualquier cosa por haber disfrutado mejor el tiempo con ella cuando aún tenía esperanza de vida y salud!

Pero ahora solo podía limitarse a disfrutar el tiempo que les quedaba juntas. La incertidumbre era latente en su presente, no obstante, cada día junto a Naná era un obsequio para ella, y para todos quienes la amaban.

 

La incertidumbre era latente en su presente, no obstante, cada día junto a Naná era un obsequio para ella, y para todos quienes la amaban


¡Hola amores!
Antes que todo gracias por obsequiarme su tiempo de lectura y cariño.
Espero de corazón hayan disfrutado de este episodio, que ha sido creado con igual cariño que los anteriores 😍




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