Capítulo 18: Déjame protegerte
Lo primero que los recibió al bajar del carruaje fueron los rostros enojado del rey y la reina.
Ambos mirándolos como si fueran basura o más precisamente, solo lo miran como basura, pero había algo más oculto en esa mirada.
La cara de Alucard se congeló por esta situación inesperada, no por la mirada de desgana que le dan. Esas miradas no valen nada, pero esa mirada oculta llena de asombro y ¿tristeza?. Eso lo preocupa.
La reina habló — Me alegra que hayan vuelto a salvos. Layta hay cosas importantes y noticias muy tristes que debemos de decirle, vamos a mis aposentos— termino de hablar con una voz llena de solemnidad.
Esta escena dejo sorprendido a todos los presentes. En especial a Layta que presentía algo extraño desde que venían, una sensación que le decía que debía de estar preparada.
Asintiendo en reconocimiento y viendo esta atmósfera incómoda decidió hablar — Alucard, acompáñame— dijo de manera seria.
Dos adultos y dos niños, ambos sentados y con los rostros serios, la niña con una cara llena de lágrimas y ojos rojos por el llanto.
Alucard vio como los dos se retiran para darle espacio a Layta, siendo un poco sinceros. Alucard no esperaba que algo así ocurriera, talvez las cosas se adelantaron por la llegada a este mundo.
Recordaba que en la novela los padres de Layta mueren cuando va a la academia, pero por alguna razón extraña murieron hoy. Alucard piensa que ambos fueron asesinados, pero ¿Por quién?.
Layta solloza por lo bajo, aunque sus padres no fueron los más amables o para decir sin rodeos, no eran aptos. Ellos seguían siéndolo y ella los quiere mucho.
No sabe como todo cambio así, ahora debería de qué. Que puede hacer.
Alucard miró a Layta que inició a entrar en una crisis y se acercó sin dudarlo, la niña tiembla como una ramita a punto de romperse y sin dudar más, la envolvió en un reconfortante abrazo.
Layta sintió la calidez envolviéndola y sacándola de ese abismo, se recargo aún más en los brazos de Alucard y en voz baja habló — Alucard, ¿qué puedo hacer?— preguntó con una voz muy rota.
Alucard vio esto y se dijo que tomara una solución, ahora mismo no importaba nada. No importa el estatus.
Respondió — Layta, iré contigo. Seré tu mayordomo personal — dijo con resolución en la voz.
Layta guardó silencio, pero los ojos abiertos por la sorpresa no pueden ocultarse. Dijo — Alucard e-eso, es una tontería. No puedes hacer algo así, perderás todo y no valgo la pena — término de hablar con una cara sería.
Alucard miró la cara de Layta y repentinamente todos los recuerdos de final trágico de esta niña fueron como un huracán en su cabeza, cerró los ojos un momento y los abrió con una voluntad ardiente que nadie podía detener.
Alucard habló — Layta Baiyamon, por favor aceptamos como tu mayordomo personal. Te serviré y protegeré de por vida— termino de hablar con los ojos más determinados que jamás haya puesto.
Layta vio estos ojos y la emoción en su corazón destrozado fue olvidada, ahora lleno de una calidez inmensa.
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Editado: 25.09.2024