Estuve toda la tarde en casa de Sofía como cada sábado, tardes en las que bebemos un par de cervezas, quejándonos de lo difícil que resultó la semana, y al terminar pedir un taxi para que me llevara a casa.
Ya me encontraba en la ducha cuando sonó por primera vez el timbre y no pude oírlo; solo el segundo llamado pude escuchar a pesar del caer del agua sobre mí. Al percatarme de ello cerré la llave del agua, hasta que no se escuchó nada más que la precipitación de una gota al caer al piso. Cuando pensé que posiblemente había escuchado mal y me disponía a continuar con lo mío, escuché el tercer timbrazo. Me sequé rápidamente, me cubrí con la bata y me la crucé amarrándomela por la cintura, enseguida fui a ver de quien se trataba.
No tenía idea de quién podría ser a esa hora, eran casi las diez de la noche. Solo me apresuré en abrir la puerta. Ernesto estaba del otro lado con una maleta, era complicado saber que estaba ocurriendo.
—¿Qué pasó? —pregunté intrigada —. ¿Y esa maleta?
—Terminé con Marian y me iré fuera del país, pero antes quería hablar con alguien.
—¿Y fui tu mejor opción? — respondí, por inercia.
Ernesto pensó por un momento en irse, sin más; pero no lo hizo.
—Que encantadora te has vuelto — mencionó mientras ingresaba.
Se acomodó en el sofá, claramente se sentía molesto y triste a la vez, no soy psicóloga, pero cualquier tonto se daría cuenta al ver su cara.
—Tienes mi atención — le hice saber mientras cruzaba los brazos. Tenía esa expresión de madre pidiendo explicaciones a su hijo a la misma vez tratando de imaginar que palabras utilizar para regañarlo.
—¡Las mujeres están locas! — se quejaba.
—¿Y vienes a mi casa para decirme algo que ya sé?
—Tú eres una especie de loca superior, por eso vine.
—¡Gracias por el halago! Pero no comprendo, terminas con tu novia por motivos que no me interesa saber. ¿Y no se te ocurrió mejor idea que venir aquí? Ernesto nos divorciamos hace dos años, después de eso yo debería ser la ultima persona a la que quisieras ver antes de irte del país.
—Fuiste la primera persona con la que hablé al llegar a esta ciudad, es apropiado que seas la última antes de irme.
Me acomodé el cabello tras las orejas y volví a cruzar los brazos. Tenía a Ernesto mirándome fijamente después de dos años, yo esperaba recibir un reclamo, pero él jamás lo hizo y no lo haría ahora.
Hace cuatro años conocí a Ernesto en medio de un accidente, mis manos torpes hicieron que mi café manchara su camisa, él llegaba a la ciudad por motivos de trabajo, yo estaba tan avergonzada en ese momento que solo atiné a disculparme, Ernesto sonrió y terminó de limpiarse en el baño sin decir nada. Tuve que pedir otro café y me senté en la terraza. Al salir del baño se acercó al mostrador y pidió un café, se dirigió hasta donde yo estaba y se sentó frente a mí.
—Tuve que cancelar una importante reunión. ¿Por lo menos puedo saber tu nombre?
—Lorena.
Iniciamos una conversación y nos dábamos cuenta que lo único en común entre nosotros era que nos gustaba el café a pesar de eso salimos por un tiempo y después nos casamos, el matrimonio duró apenas un año hasta que empezó a aburrirse de mis dibujos en las paredes, mis composiciones de música, mi gran desorden y mi conformidad con todo. Y yo cansada de sus reuniones de trabajo tan importantes donde solo me quedaba con una copa de vino en mis manos mostrando una sonrisa fingida, y tratando de ocultar la dolencia que tenían mis pies por los tacones, tampoco podía más con su arrogancia en creer que tenía la razón en todo. Había llegado el día en el que no tenía nada más para él y debía terminar con algo que quizá nos llevaría a odiarnos, por lo cual una mañana tomé mis cosas y me fui de su lado. Días después solo recibió de mí los documentos de divorcio. Su orgullo fue más fuerte que todo y no me buscó a pesar de que sabía dónde encontrarme, tampoco pidió explicaciones, no recibí ni una llamada tras abandonarlo; tan solo respetó mi decisión, lo cual agradecí.
Meses después supe que salía con Marian una de sus mejores amigas, me agradó el saber que estaba con una buena mujer, quien siempre buscaba su felicidad y lo alentaba con todos sus proyectos mostrando una linda sonrisa con sus dientes perfectos, hasta lo conocía mejor que yo, era una mujer hermosa, ese tipo de mujeres perfectas con las que un hombre sueña tener la familia ideal.