Un Respiro ... Antes de Partir

33. Tú y yo

 

Constanza 
 


Salir con Julianis ha sido una experiencia diferente, nunca me había detenido a pensar en estos planes de chicas, siempre les huía, pero esta vez me sentí cómoda, verla a ella probarse vestidos tras vestido, me gusto. Aproveché para buscar un vestido para mí, raro en mí, sí... la ocasión lo ameritaba.

A lo largo de mi vida siempre tuve conflicto con los vestidos, nunca me llegue a sentir cómoda con ellos por más que las personas al mí alrededor me indican que se me veía bien, mientras tanto yo sentía que no y eso se debía a que desde niña fui talla grande, con carnecita como decía mi mamá en ese entonces; mi cuerpo nunca cambio, sigo siendo talla grande, con mas forma, pero talla grande. Además había tenido una mala experiencia en el matrimonio de mi hermano, eso que paso me reafirmo el hecho de que odiara los vestidos.

Me encontraba en esa boutique con Julianis y mientras ella buscaba vestidos de novia, empecé a divagar por los vestidos de fiesta, entre los más sexis hasta los anticuados, nada me llamaba la atención, pero yo misma me recriminaba porque sentía que no podía con el conflicto interno, sabía que eran vestidos lindos, pero yo no me veía en ellos.

Me senté a ver como Julianis salía del probador con cada vestido que escogió, hasta que salió con vestido con un escote en V profundo, la tela caía sobre su cuerpo con tanta soltura y naturalidad que ella se veía muy linda, Julianis al verse en el espejo su emoción fue tan evidente que de una supe que ese era el elegido.

Volví a pasar por la zona de vestidos de fiesta mientras Julianis se cambiaba y pagaba su vestido y me detuve por una sección que no había pasado, me llamo la atención un pedazo de tela color morado obispo, que resaltaba sobre los demás, lo saco del perchero y me llevo la sorpresa es un vestido talla grande, me llevo al pecho

- Constanza... - volteo aun con el vestido pegado al pecho - ¿escogiste ese vestido?

- No soy de vestidos... - me encojo de hombros y Julianis se sonríe –

- Ya lo había notado... - se me acerca y detalla el vestido – este tono te hace ver los ojos más claros, pruébatelo

Por inercia asiento y me veo caminado al probador, no más entrar me encuentro con un gran espejo, tomo varias respiraciones y con vestido tapo el espejo, me desvisto con tranquilidad, tomo el vestido y al ponérmelo me queda como un guante, la tela se siente tan bien y al mirarme al espejo me sorprendo, lo bien que me veo. Salgo y la cara de Julianis lo dijo todo

- Wow... - siento mis mejillas arder –

- Wow, mal o Wow, bien – se carcajea y viene a mi encuentro y me toma por los hombros y me lleva frente a un espejo –

- Wow... súper bien, te queda divino, mírate – nos vemos en el espejo – te haces un recogido en el cabello, para que la zona del cuello quede despejada y así se aprecie en todo su esplendor el vestido, con un maquillaje sencillo y quedas súper Wow

- ¿Sera? ¿Cómo se hace el recogido ese?

- Claro que sí, ese es el vestido, yo te enseño a hacerte el recogido – asiento – ¿lo llevaras?

- Si... – aplaude y me lleva hacia los probadores –

- Bueno cámbiate, necesitamos ir a otros almacenes por más cosas

Literal caminamos varios centros comerciales, su compañía fue grata más de lo que hubiese pensado en algún momento, llegamos a una tienda de zapatos y en ese momento entendí que el vestido no iba con tenis o botas, debía comprar unas sandalias acorde al evento y al vestido, me topé con unas sandalias sencillas doradas, no muy altas, sin pensarlo las lleve.

Había pasado todo el día de un lugar a otro, al llegar a casa subí hasta mi apartamento deje lo que había comprado y luego que guarde todo bien, baje al apartamento de Sergio y al llegar a la puerta me pongo a pensar en el vestido que me regalo Sergio hace algún tiempo y me pregunto ¿Qué pensara ahora al verme con un vestido?

No quería abrumarme haciendo conjeturas, es lo que menos necesitaba en este momento, porque me conozco y sigo pensando así, termino por no colocármelo. Mejor me enfoco en tocar la puerta.

Al final me decido por entrar sin tocar, busco las llaves y para mi sorpresa esta sin seguro y abierta, entro y veo en el sofá a Sergio concentrado escribiendo, voltea hacia mí y me sonríe y deja de escribir

- ¿Cómo te fue? – le sonrió le vuelta y me acerco a él por su espalda y le doy un beso en la mejilla, lo rodeo y me siento en la sofá al lado de él -

- Mejor de lo que esperaba – asiente y toma la libreta en sus manos y la coloca debajo de un cojín –

- ¿Compraste algo para ti? Me refiero a un vestido... quizás - arqueo una ceja y en ese momento decido no decirle nada del vestido, quiero sorprenderlo –

- No... ¿Por qué la pregunta? ¿tienes algo pensado? – se sonríe y me señala su habitación –

- En mi habitación hay un vestido en tonos amarillos, ¿te acuerdas de ese vestido? Te lo regale para la inauguración de la pizzería

- Si me acuerdo, pero... - me interrumpe con una sonrisa en los labios –

- No te gustan los vestidos

- Pues... no, pero yo siento que debo hacer las paces con los vestidos – frunce el ceño –

- ¿Cómo así? ¿Con que vestido te peleaste? – me imagino la escena y me carcajeo y él se contagia de mi risa –

- Con ninguno... siempre he sido talla grande Sergio, un vestido en mí se vería raro – niega y me mira con una mirada penetrante –

- Tendré que quitarte esa percepción que tienes...

- ¿Cómo harás eso? – se ríe y se levanta del sofá, toma la libreta y se va para su habitación, regresa sin ella, se me acerca y me da un casto beso –

- Tengo mis métodos - me sonrió y él profundiza el beso –

Sus besos me nublan los sentidos, su boca sabe a café, de un momento a otro se torna más pasional, lo rodeo con mis brazos y el más se apega a mí, la respiración se torna pesada, deja de besar y siento que hace un camino de besos desde la comisura de mis labios hasta mi cuello, levanta la mirada y ahueca mi rostro con sus manos y empieza dar pequeños besos en todo mi rostro, sus brazos me acogen y en ese momento me siento protegida y amada.



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En el texto hay: enfermedad, dolor, lista

Editado: 24.08.2022

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