Rachel se quedó en la habitación molesta consigo mismo y replicando hasta que se quedó dormida sin nada por completo. Justo cuando amaneció, Perla entró a la habitación de Fernando y vio a Rachel en la cama y esto la embraveció mucho más, ya que pensó que había tenido algo que ver con ella. A prisa, salió de la habitación en busca de Fernando, pero no lo encontraba en ninguna parte. Luego de buscarlo por largo tiempo, lo encontró dormido en la biblioteca y fue sin pensarlo a despertarlo.
–Yo creí, hermano, que eras alguien decente, que tenías un poco de raciocinio, pero ahora me doy cuenta que eres sumamente estúpido, Fernando.
–Perla. –Dijo con su voz cansada– Si dejas de gritar voy a entender lo que me dices.
–No puedo guardar la compostura. Creí que eras alguien más pulcro y selectivo.
–Sigo sin entender de cuál es la razón por la que me acusas.
–Fernando, en entré a tu habitación y vi que esa cualquiera acostada sin prenda alguna en tu cama.
–Dios, cierto, bueno, eso tiene una explicación. –Dijo acomodándose en el sillón–
–Pues, déjame escucharla, porque me muero de ansias por escuchar.
–Verás –Dijo acomodándose en el sillón– Anoche llamó a mi puerta, estaba a punto de dormir cuando sucedió. Me dijo que no se sentía bien y la pasé dentro. Cuando entró, se sentó en mi cama y comenzamos a platicar sobre su malestar. Una cosa llevó a la otra y nos comenzamos a besar, pero si te preguntas si hicimos algo, te digo que no, solamente fue un beso. Yo salí de mi habitación y ella se tuvo que haber quedado dormida.
–Está bien, pero no me explicas porque está sin nada.
–Yo me quedé aquí, lo que haya hecho ella para dormir, no fui testigo de ello.
–Te dije que cerraras con llave la puerta, pero ya vez lo que sucede cuando no me obedeces.
–Perdona, te prometo que no volverá a suceder.
Perla sale de la biblioteca molesta por lo sucedido y se sienta en la sala principal, Rachel llega hacia ella con buenas intenciones, pero Perla se nota que no quiere tener una plática. Rachel se sienta justo delante de Perla y ella no puede contener más su ira y comienza a hablar.
–Mira, no sé qué finalidad tienes con mi hermano, pero mientras yo siga en viva, eso no será posible. Yo me encargaré personalmente de eso.
–No entiendo porque me sigues viendo como alguien que te causó daño. Ya pedí que me disculpes por mi mala actitud en España, solo busco perdón.
–Podrás engañar a todos lo que quieras, pero no a mí y dale gracias a Dios por darle un corazón bondadoso a mi hermano. Si por mi hubiera sido, dormirías en el establo.
–Entiendo tu descontento conmigo, pero estoy aquí porque Don Andrés, tu abuelo me dio la autorización y según él, habló con Doña Lorena para aceptarme.
–Sigo sin entender que es lo que buscas. Fernando te rechazó en España hace un año y no aceptaste su decisión. Casi lo asesinan por tus caprichos.
–Sé que es tu hermano y que lo conoces bien, pero a veces los deseos de alguien no son válidos para los demás.
–¿Quieres decir que harás que te ame a la fuerza?
–Claro que sí. Ambas sabemos que no el amor no es importante en el matrimonio y ante tu familia, seré mejor candidata que esa estúpida.
–A Fernando no podrás controlar. Podrá ser amable y hasta un idiota a veces, pero no podrás hacer que te ame a la fuerza. Si te entregará el corazón, será porque él así lo desea y tú, no tienes el privilegio para tener el corazón de mi hermano.
–Y qué ¿Piensas que ante tu madre Luisa será la indicada? Solo piénsalo bien. Alguien como ella, con las cosas que le han sucedido y como es tratada por gran parte de la corte, créeme que no será así.
–Y ¿Tú crees que una inglesa será mejor opción? –Exclamó interrumpiendo a Rachel. Sabes bien cómo es la situación con tu país y solo porque el rey les tuvo piedad a ti y a tu familia crees que podrás ser mejor que Luisa. No creas que mi hermano estaría loco por alguien como tú. No tengas dejes que tu imaginación se eleve, porque más dura es la caída.
Rachel se para indignada y sale por la puerta principal. Perla se queda en el sillón riendo de placer. Justo Fernando llega a dónde ella está sentada, pero no le dice nada. Solamente sale de la casa con su violín en la mano y se va a algún lugar del bosque a componer.
Los días pasan y los padres de Fernando vuelven a la casa. Don Lorenzo se impresiona al encontrarse con Rachel, pero su esposa no, es más, la recibe con mucho agrado y calidez, pero lo que Fernando ahora teme, es que su madre la pueda considerar para poder casarse y no solo a Fernando, sino que también a su padre. Un día, con duda, Don Lorenzo mientas estaba en el trabajo con Fernando, le preguntó si era ella de quien le había platicado, pero Fernando lo negó por completo y tuvo la confianza de decirle lo que había ocurrido. Don Lorenzo se nota aún más preocupado por la situación, ya que se dio cuente que no es una mujer buena para Fernando y podría llegar a ocurrir una tragedia.
Esa noche, Don Lorenzo cuando iba a dormir, habló con su esposa de la preocupación que siente por Rachel y su hijo.
–Lorena ¿Creo que Rachel debería regresar a España? No creo que sea cómodo para ella estar mucho tiempo lejos de su familia.
–Razón tienes, pero me agrada mucho esa muchacha y creo que sería una buena compañía para todos en la casa.
–No discrepo contigo, pero creo que con los que estamos aquí es suficiente.
–A demás, no solo será bueno para nosotros, sino también para nuestros hijos. Sabes que nos hemos atrasado mucho en conseguirles buenas parejas.
–Conoces a tus hijos. A Fernando ninguna mujer le agradó. Sabes lo delicado que es y no decir de Perla, esa mujer no hay hombre en la tierra que la haga cambiar de parecer.
–Pues ya vez, ese es el problema. Hemos hecho lo que ellos nos piden y no sé tú, pero mis padres obligaron a todos mis hermanos a casarse. Tú fuiste un buen candidato desde el inicio y el amor surgió igual.