31 de octubre, 2021
Siempre supe que la cordura me abandonaría el día que le dirigiera la palabra a James Sirius, peor aún, le pedía a Elaia en años anteriores que si llegaba a tener sentimientos románticos por el “intenso” de Potter, me mandara a un sanatorio y me dejará allí de por vida.
Perdón, pequeña yo de catorce años, estamos locas.
Si bien seguir un plan con James después de todo lo que sucedió entre nosotros —sin contar cómo rompió mi corazón y que hasta el momento todavía no aclarábamos nada —, era extraño, el sentimiento de naturalidad de que fuera él quién me acompañara y no otra persona, era más que recurrente.
Pero no era momento de sobrepensar, menos cuando todo tenía un propósito importante.
No era el mejor de los planes organizados, tal vez no era la única en creer que un chocolate caliente con tu compañero de piso en la madrugada con teorías locas de por medio no eran una gran combinación. Sin embargo, James y yo lo haríamos, hablaríamos con una persona que no estaba tan bien de la cabeza y trataríamos de sacarle una profecía de cuya existencia no estábamos seguros. Porque si había una esperanza, por más pequeña que fuere, la tomaríamos esa noche.
Y esa noche sería nada más y nada menos que la cena de Halloween. Esto debido a que la ex maestra de adivinación nunca asistía a ningún evento escolar y se encerraba en su habitación lo que quedaba de cualquier festividad. Teníamos todo ese tiempo para sacarle información sobre alguna profecía, no podíamos cometer errores. Por ello, ambos quedamos en actuar ese día lo más normal posible para no levantar sospechas.
Justo en ese momento me encontraba a solas con mi amiga Eleonora en su habitación compartida, la veía escoger un peinado para esta noche guiándose de un catálogo de moda muggle que nuestra compañera Feith Lacront le obsequió. Elle se miraba con impaciencia en el espejo, tanto que andaba de un lado a otro con el cabello alborotado y sin decidirse por nada.
—Eleonora calma, es una cena normal. No tienes que arreglarte en exceso, ya estás guapa así, y sé que las chicas opinan lo mismo —le dije algo impaciente. Y es que teníamos que ir a buscar a Elaia, quién seguía en la enfermería pero sería dada de alta en media hora (según Miss Pomfrey cuando le fui a llevar el desayuno a mi amiga), y a Lucy, quién estaba por salir de clase de Defensa Contra las Artes Oscuras junto a Potter y sus amigos.
—Lo sé, pero no hay que tener una excusa para arreglarse de vez en cuando, Diana. ¿No has pensado en hacerte un cambio de look? —se acercó a acariciar mi cabello, me recordó a la vez en la que mi madre vió un programa de televisión e intentó hacerme un flequillo, me espanté —. Yo te puedo ayudar, te verás preciosa en la cena de hoy, más de lo que ya eres.
Negué con lentitud aferrándome al plan.
—Tengo más cosas en la cabeza justo ahora, Elle —sonreí triste, ella asintió algo avergonzada.
Una punzada de culpa me atravesó de lleno.
—De verdad, que desconsiderada soy, lo siento —arrugó la nariz con el rostro lleno de culpa.
Antes de que pudiera responder que no debía sentirse así, una melena pelirroja rizada apareció por el marco de la puerta de la habitación. Era Rose, que venía agitada y con su túnica llena de arrugas cómo si hubiera corrido un maratón.
—Disculpen si interrumpo, pero Lucy me dijo que estarían aquí —se veía bastante preocupada.
Tragué saliva.
¿Ahora qué sucedería?
Este año sin duda estaba lejos de ser normal.
—¿Qué ocurrió, Rose? —preguntó Eleonora frunciendo el ceño, confundida.
Hice una mueca, esperaba que no sucediera nada malo, aunque por la expresión de Weasley mi corazón se agitó.
—No debería sonar como un chisme, pero Dax es amigo tuyo, Diana y James el tuyo, Eleonora. Entonces les compete saber que están por matarse.
—¿Qué? ¿dónde? ¿por qué? —fue lo único que salió de mi boca. Eleonora abría la suya como para agregar algo, sin embargo no salían las palabras.
—Están en los jardines, y se pondrá feo.
[...]
—¡James! Bájalo ¿qué te ocurre? —corrí asustada por los matorrales, esquivando a un grupo de espectadores, en dirección a él. A su vez, observando con horror a Dax colgando del tobillo a una altura considerable cerca del lago negro.
—¿Que sucedió, Lunático? —preguntó Eleonora tomando al chico castaño por el hombro, este quedó muy quieto ante el contacto de la rubia. Frank rodó los ojos ante su extraño silencio.
—Delacour se metió con niñas de tercero como siempre, sólo que esta vez salió lastimada Lily Luna —comentó Colagusano con inquietud mirando la terrible escena de nuevo —. Tratamos de calmar a James, pero no nos escucha.
Quedé quieta en mi posición. La imagen de Fred II intentando calmar sin éxito a su mejor amigo me mostraba lo grave que había sido la situación.
Casi siempre era “Canuto” quién le hacía entrar en razón.
—James, escucha, sé que estás enojado. Dax no debió hacer eso con Lily Luna ni con ninguna otra… —me acerqué a duras penas esquivando a dos Hufflepuff’s.