Un Tequila Para Mi CorazÓn (ya en físico)

CAPITULO 6

 

“Conspirador es el amor, envuelve a cualquier bestia sin recibir un no como respuesta, él no tiene prejuicios y ama a cualquiera”.

“Mi bello hombre de armadura, lucha contra la guerra que el mismo causo, quien soy yo para decirle que no, cuando fui la que se convirtió en la damisela de Troya”.

“Cántame pajarillo, lléname el alma de tu voz tranquilizadora, aquella que derriba barreras y cautiva fríos corazones”.

“Una taza de café es una buena droga aliviadora de dolores y heridas altamente graves, esas a las que sangran pero no se ven, esa, las que cierran con el tiempo y dejan notables cicatrices”.

“Sé que fuiste una de las que lloro por las noches, comió helado y vio una triste novela romántica, sé que eres de las que fingen estar bien, y sonríen para evitar hablar de lo que siente, pero no te juzgo querida de sonrojadas mejillas, yo también sufrí por amor”.

“Una palabra duele más que un golpe causado por un puño de hierro”.

Caminaba por las calles de Brooklyn, no quería quedarme para ver como mi alma se encadena a alguien que no desea, a pesar de todo, fui para verle, para despedirme de él antes de marcharme de la ciudad he irme a Inglaterra.

Era lo mejor que podía hacer, ya mi tiempo aquí había cavado, por lo que necesitaba rehacer una nueva vida en otro lugar, donde los recuerdos no alteren mis días, más de lo que habían hecho.

Tan solo fue una semana que parecieron meses, es como si en gran parte todo lo ocurrido ya hubiese pasado años atrás. Me siento tan tonta, al creer que esto prevalecería y duraría por toda una eternidad, pero al ver la realidad, solo fueron cinco días, suficiente para enamorarme he ilusionarme.

Cruzo las calles y me adentro a la estación del metro, como todos los días mi rutina diaria, me siento en una de las sillas de madera que habita el lugar  y espero.

Hacia esto tantas veces que he perdido la cuenta, pero lo único que faltaba era mi delicioso mejor amigo, mi café y el uno de los cliché más leídos en el mundo literario. Cuando no los cargaba encima, mi única distracción es mirar a la multitud y detallar cada cosa o gestos que hacen.

La que mayormente veía era a la anciana que vive en uno de los departamentos del edificio donde vivo. Nunca me pregunte donde trabaja o que hace, ya que ser una metiche no es lo mio, pero lo que mas curiosidad me daba era que siempre llevaba a su amigo canino, el perro bulloso que no me deja dormir por las noches, ese que siempre orina en las gardenias de la anciana, la susodicha siempre amanecía de uh humor, pasaba toda la mañana regañando al pobre perro y alterando mis nervios por sus gritos inéditos.

Rio interiormente, mis mañanas no son tan aburridas como mayormente pensaba, las personas tenemos algo muy malo en el pensar, de que la mayoría de las veces nos centramos en lo malo que nos va y no en lo bueno que fueron tus mañanas al despertar, nunca notamos lo que realmente vale observar o captar en el momento, preferimos ignorarlo y seguir nuestro camino como si nada de lo que hay en nuestro alrededor tiene sentido.

Pero se equivocan, hay mucho por lo que ver y ser feliz, así sea por el más mínimo florecer de una flor, o la brisa más liviana por las tardes cuando cae el sol. Agradezcámosle a Dios por darnos salud para poder disfrutas de las pequeñas maravillas que la tierra posee, esa a las que tú, ser humano dañas al contaminarla con la ciencia.

-Un tequila para tu corazón- me tenso, el aire se atora en mis pulmones, trancando la vía de llegar, mi corazón late con prisa y ese hormigueo se instala en mi estómago.

-Necesitaría más que eso para aplacar mis penas Mariano- digo antes de mirarlo. Una sonrisa ladina aparece en su rostro, cincelándolo aún más sus mejillas, dándole ese toque de belleza imperfecta con aquellos incipientes hoyuelos. Él se sienta a mi lado, su mirada se va en la multitud y antes de hablar.

-No pude hacerlo, cuando te vi sentada allí, me di de cuenta del error que estaba cometiendo.

-¿Soy la culpable de que no te casaras?

-¡No!, aquí el único culpable soy yo, de haberme enamorado de lo desconocido, de extrañar momentos y querer vivir mucho más de lo que realmente se me era permitido.

-Enamorado…- murmuro tan bajo- ¿qué sabes tú del amor?- pregunto cómo una vez él lo hizo.

-Antes no sabía nada, hasta que te conocí…

-¿Y qué hace la diferencia?- vuelvo a preguntar, aunque sabía su respuesta.

-Tu… la única diferencia eres tú, siempre has sido tu a pesar del corto tiempo te has metido sin querer en mi vida y la has llenado de alegría y sentido, tal vez no nos conocemos de años, pero se lo suficiente de ti para quererte, para desearte, incluso amarte con cada pedazo de mi vida, quiero compartir mis días contigo, sin darle importancia al tiempo ni a nada que nos rodea.

-¿Crees que podrás con eso?, vivir una vida sin lujos, sin nada a lo que estás acostumbrado, crees que podrás lograrlo.

-Las personas cambian Violeta, somos como las estaciones, y los minutos que estuve parado allí supe que no valía toda la riqueza del mundo si no sería feliz, si ese era el precio que tenía que pagar preferiría huir he ir tras de lo que realmente le daba sentido a mi vida.




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