Jin.
–No creí que te vería el día de hoy, pensé que estarías ocupado –dijo Kate, cuando entró al auto que hoy conduzco.
Los guardaespaldas están detrás, en otra camioneta para cuidarme. Ni muy lejos, ni muy cerca, la distancia perfecta, para pasar un poco desapercibido, o al menos, ese era mi plan inicial. Pasé por Kate al restaurante, aprovechando que hoy era el día que salía temprano, o al menos eso me dijo en la mañana, cuando le pregunté a qué hora salía.
–Quiero distraerme un poco del trabajo que tengo, además, quiero ayudar a Meredith con su situación –confesé, echando a andar el auto, con dirección a la casa de Meredith.
–Sí, ya me enteré de eso. Es como una broma de mal gusto, porque justo cuando el pasado comenzaba a ser un borrón en su vida, viene ahora a crear nuevas heridas y hacer sangrar las viejas.
–Una muy mala broma, porque ahora las cosas son diferentes a esos días, así que queremos darle un respiro y apoyo, para que sepa que cuenta con nosotros.
–¿Y eso fue idea de Tae? –preguntó curiosa, pero por su sonrisa supe que tenía una intención oculta.
–Puede que haya aportado un poco a la idea.
–Tienes un lindo corazón, ¿lo sabias?
–Lo sé, ya me lo han dicho, pero, ¿cuál es la sorpresa? Todo en mi es hermoso y perfecto –presumí con orgullo.
–Eso es cierto –apoyó, jugando con la radio, hasta que dio con una canción de Bruno Mars –. Oh, amo esa canción –aplaudió, comenzando a cantar.
Aun cuando su voz no es la de una profesional, no te sangraban los oídos al escucharla. Movía un poco su cuerpo al ritmo de la música, divirtiéndose y haciendo gestos que me habían reír. Para no quedarme atrás, comencé a cantar, lo que hizo que me diera una enorme sonrisa. No era algo que hayamos planeado, sólo sucedió, porque ella disfruta de la vida a cada segundo, del modo en que sea.
Esa alegría y brillo que tenía ella para demostrar lo mucho que le encanta la vida, es contagiosa, lo suficiente para querer seguirle la corriente. Admiro eso de ella, esa alegría con la que sonríe, esa energía que te hace sentir motivado, la dulzura y calidez con la que te mira. Todo en ella es mágico, resplandeciente y motivante, te hace dar cuenta de lo mal que estabas aprovechando tu vida y como hay cosas por las que vale la pena continuar.
Sé con certeza, que jamás voy a ser como ella, que nuestras personalidades y estilos son diferentes, pero si quisiera apreciar la vida del modo en que Kate lo hace. Cuando dejé de penar en ello, me di cuenta que ya habíamos llegado al bloque de departamentos donde las hermanas Barton vivían, justo en el momento en que ella abría el portón para salir, por lo que toqué el claxon, para llamar su atención.
–¡Mer! ¡Somos nosotros! –exclamó Kate, haciéndole señas en la ventanilla.
–¿Kate? ¿Jin? ¿Qué hacen aquí? –preguntó confundida, pasando un mechón de su cabello detrás de la oreja.
–Te acompañaremos por Rosie. Sube –un poco dudosa, Meredith entró al auto, y cuando cerró la puerta, retomé el camino a la academia de Rosie.
–Creí que estarían ocupados con algunas cosas del álbum –confesó Meredith.
–Necesitaba salir y respirar aire fresco, así que se me ocurrió reclutar a Kate para acompañarte por Rosie –expliqué, sin desviar la mirada del camino.
–¿Trabajan en un álbum nuevo? ¡Eso es genial! –chilló Kate emocionada, dando palmadas en mi brazo.
–¡Mujer! No golpees a alguien que conduce –la reprendí.
–Lo siento, es que estoy tan emocionada. Ya quiero oír las canciones ver los conceptos… ¡Ah! Lo quiero todo.
–Que ridícula te ves.
–¡Ya te dije que no soy ninguna ridícula! ¿Cómo puedes llamar así a una de tus fans?
–No puedo decir mentiras, mucho menos a ARMY –me justifiqué, mirando por el retrovisor.
Pude ver que Meredith se reía en silencio, lo que me hizo sonreír. Era una discusión tonta, pero cumple con el objetivo de distraerla. Volví mi vista a la carretera, sin ignorar el cómo Kate refunfuñaba. Llegamos a la academia, donde aparqué en un lugar lejos de la gente, para evitar que me reconocieran.
–¿Qué tal si van por Rosie? Podríamos ir a dar un paseo a la playa, incluso Farijh puede venir –sugerí, acomodando la gorra en mi cabeza.
–Es una buena idea, Mer –me apoyó Kate.
–Bien, vamos a preguntarle –murmuró ella, bajando del auto.
Kate imitó su acción, sólo que volteó, alzó el pulgar y guiñó un ojo, como si felicitara mi buena idea. Sonreí, porque aun cuando no esperaba una felicitación, se sentía bien. Tomé mi celular del portavaso, viendo que tenía un mensaje de Namjoon. Por favor, que no me pida volver o algo así, sería bastante malo y grosero, así que cerré los ojos, picando la pantalla para ver su mensaje, y al abrirlo lentamente, pude leer lo que decía.
“Sé que saliste, así que sólo te avisó que se canceló la sesión de fotos de la tarde, mañana revisaremos en concepto de nuevo, así que tenemos la tarde y noche libres”
Cantos angelicales se escuchan de fondo, porque un milagro ha ocurrido, para entregarme esta oportunidad en bandeja de plata. Que afortunado soy.