Kate.
–¿Abuela? ¿Qué te pasa? –le pregunté a la señora Kim, al verla con un papel arrugado entre sus dedos, secano sus lágrimas con un pañuelo.
–Este es un aviso de desalojo, Katie. Quieren echarnos de aquí –respondió con voz rota.
–¿Qué? ¿Cómo? –exclamé sorprendida.
–Ni yo misma lo entiendo. Se supone que el lugar es nuestro, pagamos todas las cuotas, pero el hijo del dueño anterior quiere el lugar, piensa en venderlo. Dice que tiene una copia de las escrituras del testamento de su padre, donde se dice que deja las escrituras a su nombre. Nos pide irnos antes de dos meses, o de lo contrario, nos llevará a juicio.
–No lo puedo creer, abuela. Debe haber algo mal, algo que se pueda hacer.
–No lo sé, Katie. Este lugar ha sido como mi segunda casa, mi hogar, hay tantos recuerdos hermosos aquí. ¿Por qué me lo quieren arrebatar ahora? –preguntó en un sollozo, por lo que me acerque a reconfortarla.
No entiendo como pasó todo esto, es como una clase de mala broma, no lo sé, pero hay algo que me está dando muy mala espina. Sé que los señores Kim le compraron el lugar al antiguo dueño de manera legal, tienen todos los comprobantes y escrituras del edificio. ¿Sera eso suficiente, para demostrar que son los dueños legítimos? Pienso en las soluciones, cuando recuerdo a Chung Hee y Young Mi.
¡Claro! Ellos son abogados, pueden decirme que hacer o recomendarme a un experto en el tema. Tranquilizó lo más que puedo a la señora Kim, para darle a conocer mi idea.
–Abuela, no te preocupes, voy a ayudarte –le dije, palmeando con suavidad su hombro –, conozco a unos abogados, ellos pueden orientarnos un poco.
–¿De verdad, linda? –preguntó esperanzada.
–Por supuesto.
–Oh, Kate, esa ha sido una buena noticia –se tranquilizó, palmeando un poco su pecho –. Esa debió ser mi primera reacción, pero llegó tan de repente, que no supe cómo actuar.
–Tranquila, abuela, por ello estoy aquí –le sonreí, por lo que correspondió a mi sonrisa.
–Por cierto, ¿cómo te fue hoy en la estación? –preguntó con interés.
–No fue fácil, pero levanté una orden de restricción en contra de Clayton –respondí, rascando mi cuello –. Fue incómodo, porque no creí que llegara a ese extremo, pero de verdad me asustó.
–Oh, linda. Si nos hubieras dicho desde un principio, le hubiéramos negado la entrada desde antes.
–Era la primera vez que lo hacía, pero será la última, no dejare que vuelva a hacerlo –dije con firmeza.
Levantar esa orden contra Clayton fue bastante duro, pero al recordar ese momento, me doy cuenta de que fue la decisión correcta. Le conté a papá lo que sucedió, no quería que se enterará por las infinitas y un poco falsas noticias de internet. Por supuesto que se enojó ante la noticia, al mismo tiempo, que se enorgulleció de mí, alegando que “no crio a una hija para ser sometida”. Papá cree firmemente en la libertad, igualdad e independencia, y puede que esas ideas y creencias me hayan hecho abrir los ojos a tiempo-
De todos modos, Jin dijo que me dejaría a uno de sus “gorilas” para que me cuidará, y que sería tan discreto, que ni siquiera lograría darme cuenta, y tiene razón, ni siquiera sé dónde está, es bastante bueno en su trabajo, dijo que, de ese modo, se sentiría tranquilo. El pensar en Jin ahora, me hace pensar en el beso que me dio, por lo que de manera casi inconsciente (porque al final me di cuenta), pasé mi dedo índice por mis labios, acariciándolos un poco.
Creo que Jin tiene uno de los labios más bonitos que he visto, unos labios que no creí que fueran tan suaves, carnosos y cálidos. Me tomó por bastante sorpresa, pero supe llevarle el ritmo, algo romántico, suave y tierno. ¿Jin tiene un lado tierno? Por supuesto que lo tiene, sus labios me lo demostraron, y mentiría si dijera que no quiero repetirlo de nuevo, quiero hacerlo, quiero volver a repetir ese momento, porque fue muy especial, mágico y bonito.
Rápido vuelvo a la realidad, sonrojándome por perder la cabeza (de una manera muy momentánea, lo juro, sólo fueron minutos, no horas) en un momento tan serio como este, pero la abuela parece no haberse dado cuenta, así que estoy a salvo de futuras burlas, al menos, en este momento. Mi celular vibra en el bolsillo de mi delantal, así que me sobresalto, porque se siente algo feo, ya que está más cerca de mi estómago que de costumbre, así que me disculpo con la abuela, para contestar.
–¿Hola? –conteste, sin fijarme quien era.
–Turner, necesito que actúes de la manera más tranquila posible, y vengas a la casa de Anya –pidió Jin con voz “tranquila”
Digo “tranquila”, porque puedo notar angustia, miedo e intranquilidad en su voz, por mucho que se esfuerce en hacerla casual, a mí no me engaña, por lo que esos pequeños rastros me hacen ponerme alerta.
–Jin, ¿qué ha sucedido? –pregunté fingiendo de igual modo tranquilidad, pero supongo que lo notó, porque suspiro y me dio la noticia, erizándome la piel.
No sé cómo lo hice, debe haber algún chip de modo automático para estos casos en mi cabeza, porque fui a pedirle a la abuela permiso para salir, ir con el guardaespaldas (que incluso venia en camioneta, y que Jin me pidió que fuera con él), para ir al departamento de Anya. Trataba de respirar y mantenerme cuerda, pero sé que cuando llegué, mi calma va a desaparecer, y, por si fuera poco, tenía razón, pues apenas abrí la puerta, otra mala noticia llegó, porque una sola noticia mala, no era suficiente el día de hoy.