Un trato con mi jefe

Capítulo 5: Mía

A las cinco en punto llamo a la puerta de la oficina del señor Wolf. Preferiría evitar cualquier contacto con él, pero es mi jefe y no me queda opción.

—Estoy a punto de irme a casa, ¿necesita algo antes de que me retire, señor? —pregunto tímidamente bajo el marco de la puerta color chocolate.

—¿Por qué? ¿Porque has sido de tanta ayuda hasta ahora? —responde con rudeza.

Aprieto los puños. ¡Este hombre es un cretino!

—Que tenga una tarde agradable, señor Wolf —digo con una sonrisa fingida antes de darme la media vuelta.

Tengo que hacer un esfuerzo real para no bufar de ira. Me tocó el peor jefe posible, ¿cuál es su problema? No entiendo por qué insiste en ser tan desagradable conmigo, yo no le he hecho nada, ni siquiera me conoce. Definitivamente Bastian Wolf no es en absoluto como su padre, quien es un hombre amable y de buen temperamento. Me pregunto si Bastian es adoptado pues tampoco se parece físicamente en nada a nuestro CEO. Eso explicaría bastante.

Camino hacia los ascensores todavía llena de rabia. Hay varios empleados junto a mí también ansiosos por retirarse a sus hogares, así que suprimo mi gesto enojado e intento mantenerme serena. No quiero que nadie note lo mucho que me desagrada mi nueva posición en la empresa. Bastian puede ser un patán, pero ese patán es hijo del dueño de Tropic Motors Inc. y no me puedo dar el lujo de mostrar lo mucho que me cae mal.

Una vez que salgo del edificio de oficinas de cristal, mi corazón se detiene. Nicolás Ricci está de pie al otro lado de la acera mirándome directamente. Por instinto, doy un paso hacia atrás, tratando de volver a la seguridad del vestíbulo principal, pero mi espalda golpea contra alguien.

—¡Ten cuidado! —escucho la molesta voz de Julia Vidal detrás de mí.

—Lo siento, no la vi, señora Vidal. Fue un accidente —me disculpo con nerviosismo mientras miro a Nicolás por el rabillo del ojo.

—¿Por qué no me sorprende que seas tú, Emma Lennox?. ¡No puedes hacer nada bien! —responde Julia—. Eres completamente incompetente. No creas que no me enteré de que ahora trabajas para Bastian Wolf. En serio, no sé en qué estaba pensando Sylvia cuando tomó esa mala decisión, pero no durarás ni una semana allí. Estoy segura de que Bastian te echará a la calle en un abrir y cerrar de ojos, solo hace falta que se dé cuanta de lo ineficiente que eres —dice con malicia.

Me gustaría responder algo ingenioso e hiriente, pero estoy demasiado preocupada por el gánster que me mira con atención desde el otro lado de la acera y, además, ahora no estoy tan segura de que Julia se equivoque; dado lo desagradable que es mi nuevo jefe y lo mucho que parece disgustado conmigo, no puedo garantizar que no perderé el empleo pronto.

—¡Y no te atrevas a intentar coquetear con él! Sé que muchas chicas en la oficina han intentado seducirlo, pero él está fuera de tu liga. Quiero decir, ¡míralo! Sale con una super modelo diferente cada noche. Tú con tu apariencia simplona y aburrida no tienes ninguna posibilidad de que un hombre como Bastian Wolf voltee a verte, así que ni lo pienses, niña ingenua —escupe Julia con su usual veneno.

A pesar del nerviosismo que me acoge, aun hay lugar en mí para un autoestima herido. ¿Apariencia simplona y aburrida? Aprieto los labios con fuerza ante su ofensa, tal vez no soy una super modelo, pero tampoco me considero una chica sin atractivo. No suelo maquillarme de forma exagerada ni vestirme para llamar la atención, sin embargo, tengo por seguro que soy bastante más atractiva que Julia Vidal cuyo cabello está dañado de tanto teñirlo de rubio y normalmente tiene manchas de labial rojo en los labios.

—Para su información, no estoy interesada en coquetear con nadie de la oficina —declaro con orgullo.

—¡Ja! Como si no conociera a las interesadas como tú —responde Julia poniendo los ojos en blanco.

No le respondo nada, en lugar de eso, comienzo a alejarme de ella, es inútil seguir discutiendo y no tengo tiempo que perder. Es más importante evadir a mi acosador que enfrascarme en una discusión con Julia Vidal.

La estación de metro más cercana al edificio se encuentra a dos cuadras de distancia, salgo disparada en esa dirección intentando llegar lo más rápido posible. Camino apresuradamente, pero sin correr, no quiero llamar la atención. Desafortunadamente, cuando giro la cabeza sobre mi hombro con discreción, me doy cuenta de que Nicolás me está siguiendo de cerca. Se ve extraño con sus muchos tatuajes y su chaqueta de cuero negro entre el mar de oficinistas vestidos de traje que se dirigen a casa después de un largo día de trabajo.

¿Qué es lo que quiere? Pensé que teníamos un acuerdo, seis meses, y luego les daremos los 50.000 dólares que nos faltan. ¡Aún nos quedan tres meses más para reunir el dinero! Mi corazón late muy rápido. Apresuro el paso, si logro entrar a la estación de metro y alcanzar un vagón antes que él podré evadirlo.

Llego a las escaleras que bajan hacia la estación, antes de entrar giro la cabeza, pero Nicolás ha desaparecido. Detrás de mí solo vienen oficinistas que no me prestan atención. Suspiro aliviada hasta que siento que alguien agarra mi brazo izquierdo con fuerza y me lleva hacia un costado de las escaleras.

—¿Buscas a alguien, muñeca? —susurra Nicolás en mi oído— ¿Te estabas preguntando en dónde me metí?




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