Un trato con mi jefe

Capítulo 8: La peor resaca

Dejo escapar un suave quejido. Mi cabeza me está matando, es como si estuvieran martillando en ella. Presiono mi cara con fuerza contra la almohada. Mi jaqueca es tal que puedo sentir mi pulso en mi sienes, no recuerdo haberme sentido así de mal nunca antes en mi vida, pero, ¿qué hice para que me duela así la cabeza?

De repente me sobresalto cuando los recuerdos de anoche vienen a mi mente. ¿Lo soñé o le dije a Bastian Wolf que era un hombre grosero y desagradable? Oh, no… creo que más bien le dije que era un lobo grosero y desagradable. Mi memoria se encuentra algo nublada, pero tengo la certeza de que sí le dejé bastante claro a mi jefe lo que pensaba de él. ¡¿Por qué hice eso?!  ¡¿Qué estaba pensando?! Sin duda acabo de perder mi empleo.

Miro a mi alrededor y ahogo un grito de terror. ¿Dónde estoy? ¡Esta no es mi habitación! ¿cómo llegué aquí? Nada de lo que veo me es familiar. Esta habitación es al menos tres veces más grande que la mía, el lugar es tan grande que la cama tamaño king parece pequeña aquí. Las sábanas son suaves y las almohadas también. La tela es sin duda muy fina por lo que dudo que este sea un hotel, además el lugar parece demasiado elegante.

Trato de evocar el último recuerdo que me queda de anoche para entender qué fue lo que sucedió, pero lo único que viene a mi mente es estar frente a Bastian Wolf diciéndole lo que pienso de él y después todo se vuelve negro.

Me levanto de la cama, el hecho de que estoy completamente vestida es reconfortante. Puede que esté en una casa extraña, pero al menos sé que no pasó nada de índole sexual anoche.

En el dormitorio hay dos puertas, abro la primera que lleva a un amplio cuarto de baño. Me miró al espejo, estoy echa un desastre. No sé quién fue el alma piadosa que me alojó anoche, pero no quiero asustarla con mi aspecto desaliñado. Trato de aplacar mi cabello cepillándolo con mis dedos y luego lavo mi cara en el lavabo. Una vez que tengo un aspecto pasable salgo del baño y me dirijo hacia la segunda puerta.

Abro la puerta del dormitorio y echo un vistazo afuera, encuentro un pasillo lleno de elegantes cuadros y una alfombra color beige. Salgo tímidamente, ¿qué lugar es este?

Camino por el pasillo hasta llegar a una amplia sala de estar, hay un piano al lado de una puerta corrediza de vidrio que da a un gran balcón, una sala elegante y algunas estatuas de mármol que tienen aspecto de pertenecer a un museo. Miro hacia afuera, estoy en un edificio de apartamentos en la parte elegante de la ciudad. ¿cómo llegué aquí?

Escucho ruidos en el otro lado del apartamento detrás de una puerta de madera batiente, abro la puerta y miro perpleja a Bastian Wolf bebiendo café sentado en la mesa de la cocina mientras lee un libro. ¡Este es el apartamento de mi jefe!

—Buenos días, ¿cómo va la resaca? —me pregunta sin levantar la vista de su lectura.

¡Oh, no, no puedo creer que dormí en el apartamento de mi jefe! ¿Cómo pasó esto? Me petrifico en mi lugar, incapaz de responder.

—¿Ahora eres muda? Ayer estabas bastante habladora... tenías mucho que decir sobre mí... —Bastian me mira por encima de su libro con ojos penetrantes.

Oh, no, no lo soñé, ¡en verdad sí lo llamé cretino! Siento que mis mejillas se ruborizan hasta volverse carmesí.

—Señor Wolf, lo siento mucho, yo...

—¿Ahora vuelves a ser tan formal? ¿Después de llamarme un idiota insufrible?

—En verdad no sé lo que estaba pensando, la bebida me hizo daño… estaba hablando sin filtro. Lo que dije estuvo fuera de lugar. Realmente lo siento, señor —me disculpo efusivamente aunque estoy segura de que ya perdí mi trabajo.

—Ahórrate las disculpas, Nueva Berta, ya dijiste lo que pensabas, al menos sé lo suficientemente valiente para sostener lo que sale de tu boca —dice mirándome con ojos entornados—. Soy un cretino que te tiene harta, ¿no? Ahora no me vengas con disculpas ni justificaciones, ni digas que no sientes lo que dijiste.

—Tal vez sí lo siento, pero eso no significa que haya estado bien decírselo a la cara. Yo tenía que haberme guardado mis opiniones sobre usted.

—¡Vaya! ¿Entonces admites que sí piensas todo lo que salió de tu boca anoche?

Cierro los ojos, mortificada. No vale la pena mentir así que asiento lentamente.

Bastian resopla y creo notar una pizca de diversión en el sonido.

—Supongo que en ese caso eres afortunada.

Alzo los ojos, confundida por su afirmación.

—¿Afortunada?

—Ayer hubo luna llena y pasaste la noche en la guarida del “lobo grosero y desagradable” sin ser devorada —bromea irritado.

Escucharlo repetir las palabras que le dije me llena de vergüenza.

—¿Cómo terminé pasando la noche aquí? —pregunto tímidamente mientras trato de arreglar mi falda para que no se vea tan arrugada.

—Después de tu pequeño arrebato de borrachera, decidí llevarte a tu casa para que no hicieras una escena en medio de la fiesta, pero te desmayaste antes de poder darme tu dirección, así que te traje aquí. Debo admitir que, después de lo que dijiste de mí, estuve tentado de dejarte sobre una banca del parque, pero en cambio te traje a mi apartamento porque, a pesar de lo que piensas, no soy un mal tipo —dice mirándome con arrogancia.




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