Un trato con mi jefe

Capítulo 10: Una chica dulce

(Narra Bastian)

—¿Qué? ¿Tu prometida? —pregunta mi padre desconcertado— ¿Vas a casarte?

David Torres, a su lado, me mira con incredulidad y eso me fortalece.

—Sí, padre, estoy comprometido con Emma… creí que lo mejor era aguardar para decírtelo pues no quería que pensaras que esto iba a interferir con mi trabajo, pero supongo que no tiene sentido ocultarlo. Emma y yo estamos enamorados y nos vamos a casar —miento con una expresión solemne en el rostro.

—Pero... pero… —balbucea David.

—¿Has perdido la cabeza, Bastian? ¿Te vas a casar con una chica que no conocemos?  ¡Ni siquiera tú la conoces bien! Tan solo han pasado unas cuantas semanas de que volviste del extranjero, no es tiempo suficiente para conocer a una persona con la que planeas pasar el resto de tu vida —exclama mi padre, indignado.

—Pensé que estarías contento. Siempre te quejas de que no he sentado cabeza y de que te gustaría tener nietos —le refuto encogiéndome de hombros.

Tengo el corazón en la garganta y la frente perlada en sudor. Fue una imprudencia haber mentido de este modo, no hay manera de que pueda hacer que esto funcione.

—¡Pero esto es tan repentino! Bastian, no conocemos a esta persona. ¿Y si ella es una cazafortunas? Puede que solo busque aprovecharse de tu dinero —exclama mi padre con cara de preocupación.

Claramente no pensé bien esto. Solo quería salir de un problema e hice uno aún más grande. Las preocupaciones de mi padre son totalmente válidas, pero es demasiado tarde para dar marcha atrás, la única opción que tengo es seguir adelante con la mentira.

—Emma no es así en absoluto, es una chica sencilla que no se fija en lo material. Confía en mí. Ella es la mujer más grandiosa que jamás conocerás, no debes preocuparte por ella —afirmo con una sonrisa tranquilizadora.

—¿Cuánto tiempo han estado saliendo? —pregunta David con una mirada inquisitiva en el rostro.

—Tres semanas. Desde que volví de Londres... fue amor a primera vista —respondo fingiendo una sonrisa enamorada.

—¡Tres semanas! Hijo, ¡no es tiempo suficiente para conocerse! En verdad creo que te estás precipitando —opina mi padre.

—¿Qué puedo decir? Me enamoré perdidamente de ella —miento—. Es una persona maravillosa, puede que no parezca mucho tiempo, pero no podemos esperar para pasar el resto de nuestras vidas juntos. Ella me hace bien, me ayuda a ser mejor persona.

—¿Está dispuesta a firmar un acuerdo prenupcial? —pregunta mi padre, preocupado por su preciado dinero.

—¡Por supuesto que sí! Ella firmará el acuerdo sin ningún problema. Ya te dije que no es una chica materialista —respondo alegremente—. Padre, no tienes nada de qué preocuparte. La amarás en el momento en que la conozcas.

—Bueno, en ese caso… supongo que a tu madre le encantará escuchar la noticia. Ella ama las bodas —musita mi padre tratando de ver el lado positivo.

—Sí, mamá también la amará. Emma es una chica encantadora. Te diré una cosa, ahora que la verdad salió a la luz, llevaré a Emma a conocerte oficialmente a ti y a mamá esta noche. Los cuatro podemos cenar juntos en casa y luego verás que no tienes nada de qué preocuparte —le propongo, pensando en tener el tiempo suficiente para convencer a Nueva Berta de apoyarme en la mentira y acceder ser mi novia falsa. No tengo la menor idea de cómo voy a conseguir que lo haga, solo sé que no aceptaré un no por respuesta.

—¿Por qué no la conocemos ahora? —sugiere David—. La futura señora Wolf está a solo unos pasos en su escritorio. Podríamos ir a encontrarnos con ella en este mismo momento.

Mi corazón se hunde hasta el estómago. No se puede cuantificar lo mucho que odio a David Torres.

—Sí, esa es una gran idea, David. ¿Por qué esperar hasta esta noche cuando puedo conocer a mi futura nuera ahora mismo? —responde mi padre con entusiasmo.

—Oh, no tenemos que hacerlo ahora. Puede esperar hasta esta noche... Emma está trabajando, no quiero distraerla. Ella es una empleada muy dedicada a sus funciones —digo nerviosamente.

—Vamos, hijo. Solo será un segundo, no pienso quitarle mucho tiempo. Solo quiero ver a la mujer que elegiste para ser tu esposa —dice mi padre.

—Sí, a mí también me encantará conocerla —interviene David—. Después de tantos amoríos intrascendentes, esa chica debe ser única si logró atraparte tan rápido.

Podría matar a David ahora mismo. Intento encontrar una excusa que los haga desistir, pero mi mente está en blanco.

—Pero…

David me mira con ojos entornados.

—A menos de que… ¿hay algún motivo por el cual no podamos conocerla? —pregunta en tono de sospecha.

Me está retando. Se huele que hay algo extraño y quiere hacerme caer.

—Para nada, pueden conocerla cuando gusten. Solo denme unos minutos para avisarle, no quiero tomarla desprevenida.

Ni siquiera les doy oportunidad de responder. Salgo de la oficina de mi padre disparado y corro lo más rápido que puedo al escritorio de Emma.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.