Existir, esa es la palabra que definía la vida de Sharon de un tiempo para acá, ya sea leyendo un libro, jugando en el móvil o simplemente durmiendo
¿Que si tenía un contrato con la cama? Pues sí, el mundo exterior dejo de ser una realidad para ella, conocía muy poco de esta ciudad, no tenía amigas y las que consideraba como tal habían seguido su vida
Poco a poco se fue apagando, le daba miedo las decisiones arriesgadas, conocer gente nueva, en fin, le daba miedo la vida
Por eso definía la suya como existir ya que vivir es la existencia real de un ser al máximo y pues la de ella era sobrevivir, sin sentir la realidad de las emociones, los sentimientos
Se fue enterrando en un mundo donde lo único que la hacía sentirse viva realmente eran los libros, estos eran su refugio, vivía a través de otras personas, personas ficticias pero que la hacían volver a soñar, a pensar que quizás y solo quizás aún había tiempo y no todo estaba perdido para ella, tal vez algún día tendría su propia historia
Era la primera vez que pisaba un bar en la ciudad, ¿patética verdad? 19 años y ni siquiera conocía un bar, a ver que en su ciudad natal había ido a unos pocos, pero eso fue cuando cumplió 15
Su familia no se lo podía permitir por lo que intentaba salir lo menos posible, aunque nunca lo necesito en realidad, se sentía bien donde estaba, su familia era inmensa y era como estar de fiesta día sí y día también, junta a sus primas se divertía tanto que no envidiaba una fiesta llena de desconocidos en una discoteca con hedor a sudor y hasta etcétera, eran unidas, pero ellas también quedaron atrás
Aquí se sentía sola, aunque no lo estaba realmente, pero una chica de 19 en un grupo donde la mayoría pasan los 40 te hace sentir así, y los más jóvenes uno era de 28, muy mayor y el otro de 5 años, así que si, estaba sola
El bar donde estaba era normalito, no sé qué esperaba, tal vez como en las pelis donde hay q hacer una cola inmensa para ver si puedes entrar antes de las 12, otra vez pensando en novelas
Se dirigió a la barra para pedir algo de beber, había ido para huir de casa, no quería estar ahí después de ser consciente de que su actitud con su madre no había sido la correcta, se sentía fatal, no sabía cómo mirarla a la cara para pedirle perdón
- ¿Va a pedir algo señorita? - pregunta el chico detrás de la barra
»no es feo q espante, pero tampoco lindo que encante, que todo sea dicho, si no fuera por la barriguita cervecera, sip, definitivamente no quiero cerveza», pensó en el momento q una nueva voz capto su atención
- Ponle una piña colada con whisky - gira su cabeza hacia Sharon antes de seguir hablando - por tu cara imagine que necesitabas algo fuerte y como no me gusta beber sola - se encoge de hombros, momento que aprovecha Sharon para inspeccionarla a consciencia
La chica a su lado era rubia dentro de los 25 años más o menos, sus ojos eran de un color extraños pero llamativos, joder si lo eran, no se le podía distinguir bien el color porque depende desde que ángulo lo veas, pero variaban entre azul y verde, vestía como una diosa de la moda, como Miss universo ganaba fijo
Cuando quiso darse cuenta llevaba un buen rato mirando a la chica sin mediar palabra y ella sonreía,» vaya, si hasta tiene los dientes parejitos y blanquitos», pensó al tiempo que agradecía por la bebida que el barman le había entregado hacia un tiempo
- Gracias, yo más bien iba a pedir algo de vergüenza, ¿crees que se pueda tomar? - la chica Miss ríe, seguro piensa q esta como una cabra, qué más da
- me caes bien chica - responde antes de levantarse y dirigirse a una mesa al fondo del local, donde la esperaban dos chicos más, mientras ella se dirigía a la ventana de cristal que daban al malecón, eran unas vistas preciosas, nada mejor que ver el atardecer en el mar mientras el cielo va cambiando de colores hasta quedar completamente negro
Tan absorta estaba, que no se dio cuenta que no muy lejos de ella había un par de ojos que no le habían perdido el rastro desde que entró por la puerta esa noche, un rato después Sharon decidió dar por terminada la noche.
Byron llevaba días tratando de firmar un contrato con Cuba para levantar una de sus sedes allí, quería ampliar su empresa a América, pero no solo quería países desarrollados, así que escogió la Isla como una de sus próximas conquistas
Tenía esperanzas, la noche anterior por fin había cerrado el contrato así que se fue a celebrar en un bar con su abogado y mejor amigo Nathan y su hermana y jefa del departamento de diseño Ashley
Era la primera vez de los tres en Cuba y se lo pasaron muy bien, hoy era su ultimo día allí, así que decidió pasarlo en la playa, había escuchado mucho de la ciudad maravilla, pero nunca lo que escucho llegaba a las suelas de lo que el realmente veía de la ciudad
Todo era precioso y la familiaridad con que se trataba su gente era increíble, en su país las personas eran más reservadas, más retraída, allí todos se conocían, todos se saludaban como si fuesen familia, porque eso era Cuba, una gran familia
De repente quiso tener eso, esa confianza que mostraba ese pueblo, ese compañerismo, quería vivir sin tener que velar cada uno de sus pasos.
La noche estaba cayendo y debía volver al hotel, en la playa no quedaba casi nadie, solo un grupo de personas esparcidas por todo el lugar, de repente una figura capto su atención
» Dos veces en menos de 24 horas» pensó al ver de nuevo a la chica del bar
Iba saliendo de la playa, su cabello rizado caía en ondas sobre sus hombros y a la espalda moviéndose con las ráfagas de viento, el sol se escondía detrás de ella, resaltando su figura, rodeándola de un aro de luz casi cegadora, iba distraída jugando con las olas
Sin saber qué hacía saco su teléfono y le tiro una foto justo en el momento que el agua bajaba y gotitas de agua resbalaban por sus dedos
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Editado: 25.02.2022