Otra ves sentí tu mano sosteniendo la mía, ese debió ser el momento mas feliz de mi vida. Yo disfrutaba mucho de tu compañía, y aquel paseo por la ciudad fue lo mejor para mí, pues al mismo tiempo y con cada paso tu sanabas el dolor de mi alma y trasformabas mi tristeza en una alegría infinita.
Tu mirada hermosa otra vez junto a la mía, tu corazón otra vez junto al mío, mi ganas de besarte me invadían y me hacían actuar extraño, sentía una sensación extraña recorriendo todo mi cuerpo.
Te invite a una cafetería, que más tarde se convertiría en el lugar en donde me deleitaria cada noche de tu compañía, y así fue durante un par de días, salíamos, reíamos, yo en ese entonces era feliz, ¿pero quien no sería feliz al tener cerca a la persona que tanto ama?.
Con cada cita, con cada mirada, con cada sonrisa me enamoraba más de ti, pero tenía miedo. Cada noche me atormentaba la misma idea, que tu no sientieras nada por mi.
Los momentos a tu lado para mí eran únicos, me sentía tan bien, tan feliz, que cada noche deseaba que tu nunca te marcharas de mi lado, contigo estaba viviendo lo que muchos llaman amor. Deseaba sostener tu mano por toda la eternidad, me sentía muy feliz a tu lado, pero todo lo bello tiene que terminar, la felicidad se termina en determinado momento, puesto que existe un límite, una cantidad determinada de felicidad, la cual es encomendada a cada hombre, después de eso todo cambia, las flores ya no son tan bellas, lo colores parecen diferentes, las personas ahora están raras, las calles solitarias, esos fueron los mejores momentos de tu vida y ya nunca se volverán a repetir.
Un día sin previo aviso te marchaste, quizá no querías saber más de este hombre tan abatido por la vida, pero a quien tu le habías dado una razón para seguir viviendo, entonces, ¿Que sentido tenia ya mi vida si tu no estabas en ella?.
Salía a buscarte todos lo días, pasaba siempre por la misma cafetería en donde me habias hecho feliz tantas noches, vagaba horas y horas por la ciudad, trataba de encontrarte a como diera lugar, había descuidado mi trabajo, me había descuidado a mi mismo. Una mañana me miré al espejo, pero ya no me reconocí, la imagen que había ahy ya no era la mía, o al menos así era para mi ahora.
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Mis manos llenas de sangre empezaron a temblar, mis ojos llenos de tristeza miraban tu cuerpo ya marchitado, mi corazón se ahogaba en un profundo dolor.