Para Reggie
Querida probablemente me odies un poco en estos momentos por dejarte sola, lo más probable es que cuando leas esto ya habré partido.
Eh estado enfermo un tiempo, lamentablemente mis pulmones no están muy bien, no te lo dije porque no quería hacerte sufrir innecesariamente cuando sé que no habrá solución para mi enfermedad. Lamento no poder instruir a Edwards como hubiese querido, confío en ti Reggie, sé que en estos momentos te debes de estar presionando para conseguir un buen partido, ten en cuenta hija mía que nada me gustaría más que si te casaras lo hicieras porque de verdad lo sientes y no por solo seguridad, quisiera que encontraras a la persona ideal para ti, alguien que te amé...
Eres tan testaruda que probablemente no me escuches, y sigas con la idea de casarte con alguien "adecuado", pero me gustaría que antes conocieras algo más del mundo. Para las personas de nuestra clase es algo inadecuado, en especial para una dama tan fina como en la que te has convertido y de la que estoy muy orgulloso, aun así debo de hacerte un pedido de un padre egoísta, quisiera que dejáramos las reglas a un lado por un tiempo y que viajaras, que disfrutaras solo un poco de la vida, quizás no lo hagas pero... Nada me haría más feliz...
Se despide el padre más orgulloso del mundo.
Augus Blake
Conde de Wartonn
Después de leer eso estaba confundida, debería arriesgarme y tal vez viajar. No eso no sería propio, pero ya había sido una perfecta dama en el corto tiempo que llevaba en la sociedad, nadie se cuestionaría sobre su ausencia en los salones de baile por el luto, podría ser una buena oportunidad para conseguir un respiro para pensar, para olvidar, para tomar el valor suficiente para arriesgarse, arriesgarse a un futuro que no quería pero que debería aceptar.
Salí del despacho después de tomar el Brandy y guardar la carta entre mis faldas, decidí ir hacia los jardines empecé a caminar lentamente evite el camino por el que mi tía y Prudence podrían salir, necesitaba pensar en lo que había escrito mi padre. Con cada minuto que pasaba la idea dejaba de sonar tan descabellada, tal vez no sea mala idea viajar, pero ¿quién la acompañaría? no sería propio ir sola, sé que decía eso de romper alguna que otra regla social, pero tampoco viajaría sin una compañera. El otro problema sería deshacerse de su tía Charlotte, ella quería mucho a su tía solo que a veces esta era un poco controladora, jamás le permitiría ir al extranjero lo más seguro es que si supiera de las atenciones del vizconde le diría que lo considerará cosa que ella no pensaba hacer ni aunque estuviera en la más absoluta miseria, le diría a Prudence sus planes después cuando ya no pudiera hacer nada por detenerla después de todo no tenían mucha diferencia de edad Prudence debía de tener 23 años, ella sería una acompañante perfecta en esta aventura, iniciaría su plan hoy antes de que pudiera meditar más las cosas y perdiera el valor que acababa de encontrar.
Una vez decidido eso se fue hacia su habitación a tomar una siesta, ansiaba soñar con su hermano, su padre y su madre cuando su familia era perfecta y feliz, añoraba esos tiempos, pero debía seguir, se levantó y escogió un vestido bastante bonito aunque en negro por el luto, tal vez no de la tela propia pero sería adecuado usarlo en el campo cuando estaba alejada de las cotillas de Londres, bajo a cenar 15 minutos antes de las ocho, cuando llegó al comedor su tía Charlotte y Prudence ya encontraban en el lugar.
— Querida llegas temprano — dijo su tía con una leve sonrisa — vamos siéntate, traerán la cena en unos minutos.
— Gracias tía — respondió con serenidad tenía la cabeza bastante ocupada pensando en que hacer, aunque si era honesta no era un qué hacer, si no un cómo hacerlo, como deshacerse de su tía sin que esta sospechara.
— Prudence vi que estuviste bordando en la tarde, estaba maravilloso ¿ya lo has acabado? — preguntaba su tía tratando de animar la conversación.
— Si Lady Rinstoner — dijo escuetamente pero pareció pensarlo mejor y agregó — Logre terminarlo, pero creo que empezaré otro mañana.
— Me alegra tanto — contestó alegre aunque sin motivo aparente — Regina — había dicho de repente, cambiando el tono en su voz — no quiero sonar inoportuna pero...
— Vamos tía no te quedes callada — agrego tratando de transmitirle confianza —puedes decirme cualquier cosa.
— Estuve pensando que tal vez sería bueno que te casaras con el vizconde Tompred, es un buen hombre...
— No tengo la más mínima intención de pensar en el de esa manera tía — respondió interrumpiéndola. La sola idea de contraer nupcias con aquel hombre era algo inaceptable, era demasiado mayor. Aunque su rechazo no se debía solo al hecho de los treinta años de diferencia entre ambos, sino también a la actitud que este tenía. Le había quedado muy claro que su mayor incentivo se encontraba en obtener la mayor parte de los bienes que su padre había poseído. Su padre no había tenido más opción que nombrarlo como albacea, pero eso no significaba que ella estuviera dispuesta a casarse con alguien como él, de solo pensarlo no podía evitar sentirse asqueada.