Impresionado por las habilidades que poseía Venus; tanto en el habla como en la acción era todo un prodigio. Paolo estaba seguro que su padre estaría contento de ver como todo había marchado.
-¿Cómo es que eres tan buena estando en un semestre tan bajo? –la cuestiono Paolo una vez estuvieron sentados en la sala de la finca-. Es como un talento innato.
-Mi madre es administradora y viendo que me llevaba igual de bien que ella con los números y el orden, decidí estudiar lo mismo. Además, hice un pequeño curso de relaciones públicas gratuito en la universidad.
Paolo se quedó callado un rato pensando en lo que le había dicho. ¿Cómo conquistar a una mujer tan segura de ella, de su trabajo y toda su realidad? La tengo difícil. A fin de cuentas, el solo sabía hablar de arte, de vinos, uvas y olivos. Pero por algún lado tendría que atacar esa atracción que sentía por Venus. De alguna forma debía hacer que ella cayera a sus pies.
-Ya veo. Eres toda una cajita de sorpresas. Me quedare pegado a ti para aprender esas estrategias.
-Tu tampoco estuviste tan mal, Paolo. El arte de hablar es natural en ti, supiste cómo manejarlo hasta que entendiste que debías dejármelo a mí, eso te da créditos en el trabajo. Tu padre se pondrá orgulloso cuando se entere, eso tenlo por seguro.
-Claro, mi trabajo fue impecable.
Ambos se quedaron en silencio. Ya no tenía palabras para decirse. Mantener una conversación era más difícil de lo que ellos pensaban. En ese momento Paolo pensó de nuevo en invitarla a dar otra vuelta por la finca, tal vez eso los animara a llevar su relación un poco más lejos.
-¿Qué me dices de cabalgar un rato por la viña? Ya no tenemos más nada que hacer. Seguro hay luz verde para hacer otras cosas.
Venus se quedó callada un largo rato. ¿Pasar o no pasar tiempo de “calidad” con el jefe? Aquí es donde todo se complica. No estoy segura de querer intimar con mi jefe. Seguía en su silencio, sopesando las opciones y ver que podría hacerse.
-Sr. Paolo. Le digo que no es necesario establecer ningún tipo de vínculo. Estoy aquí para aprender y repotenciar mis conocimientos y nada más…
Paolo puso los ojos en blanco y pensó en lo terca que era esa muchacha que tenía justo frente a él. Solo la estaba invitando a cabalgar no pretendía segunda intenciones… En realidad si las pretendía, pero esperaba que ella no las notara. Vamos, si todo esto que tengo no la conquista, ¿entonces que podrá hacerlo?
-Venus, no te estoy preguntando si quieres –Paolo opto por la autoridad-, te estoy diciendo que lo vamos a hacer. Es una orden de tu jefe el que conozcas todo el viñedo en el que trabajas. Así que, sin rechistar ni decir más nada, por favor, de pie y andando.
Venus se quedó anonadada por el tono autoritario que había empleado Paolo, por lo que decidió ponerse de pie y caminar tras su jefe.
Una vez llegaron a los establos, Paolo mando a ensillar a los dos caballos más descansados que estuvieran allí. Pasados unos 10 minutos cada uno tenía la rienda que manejaba a su caballo en mano y salieron de los establos. Paolo se subió con seguridad y confianza, mientras que Venus se subió con torpeza y miedo
-¿Es mal momento para decir que solo he estado una vez en mi vida sobre un caballo? Te pido paciencia.
-¡Andando, vamos!
Paolo salió al trote mientras que Venus iba peleando con su caballo. No tenía claro cómo controlarlo, como hacerlo ir por donde ella quería. Vaya porquería de animal. Caballo tonto.
-¡Paolo! –Grito Venus desesperada- Quiero regresar, este animal estúpido no me hace caso.
Paolo paro en seco. ¿Animal estúpido? ¿Quién se creía esa chica para decirle así a un semental de su calibre?
-Primero. Creo que el único ser estúpido aquí eres tú que no sabe cómo comunicar sus deseos al caballo. Además, mírate –Paolo bajo de su caballo y se acercó agresivamente a Venus-. Estas tensas y asustada, es lo que el caballo huele; te está controlando el a ti en vez de tu a él.
Paolo le enseño como sujetar las riendas, como guiarlas; como indicarle al caballo si ir rápido o lento, si ir a izquierda o derecha. Le dio una clase magistral en menos de 20 minutos dejando a Venus con la boca abierta.
-No estaba equivocada… Sabes más de lo que pretendes –Venus lo veía con un poco de admiración.
Aligero el agarre de las riendas y salió trotando con el caballo dejando un camino de polvo tras ella, polvo que Paolo trago.
El paseo duro alrededor de una hora. Paolo la llevo hasta los extremos del terreno, le mostro donde iban a sembrar los olivos y le conto varias cosas al respecto de la hacienda y el papel que jugaba dentro del pueblo. Venus no podía evitar escuchar el tonto de fanfarronería en su voz. Su actitud soberbia hacía que ella se alejara de el en cuestión de segundos.
-y, ¿qué me dices? –Le pregunto estando de una vez en los establos-. ¿Suficiente para impresionarte y que salgas conmigo?
-Espera –Venus no podía salir de su impresión. Todo el “progreso” que había ocurrido había sido en vano, para nada-. Tú… ¿me haces cabalgar contigo esperando que ver todo tu reino haga que así caiga rendida a tus pies?