Un Youtuber para navidad

Amor verdadero

4. Amor verdadero

En el cine del centro comercial de Puerto Mérida, Angie se acurrucó en el hombro de Joseph, obligándolo a pasar su brazo por sus hombros, haciendo que él se estremeciera. Ella nunca había hecho algo parecido antes, y él se puso algo nervioso por la presencia de Elizabeth, que simplemente sonrió al verlos. Angie se durmió dentro del cine, disfrutando el calor del cuerpo de Joseph. Él contuvo lo más que le fue posible su deseo de acariciarla, y sin darse cuenta, le dio un beso en la cabeza. Angie se sentía cómoda con sus caricias, sin despertar de su confortable sueño. Elizabeth los miraba de reojo, para no asustar a Joseph, que se veía extasiado por el olor de Angie, y lo tibio de su cuerpo. Salieron del cine, y tomaron un taxi hasta la terminal. Cenaron algo ligero, y se subieron al autobús para regresar a casa. Angie volvió a acurrucarse en Joseph, y él comenzó a acariciarle su hombro, y besarle su cabeza, hasta que se durmió. Cada vez que el autobús hacia una parada, entreabría los ojos, le daba un tierno beso en la cabeza a Angie, y continuaba durmiendo.

Pasada la una y media de la tarde, llegaron a la ciudad. Elizabeth los despertó y bajaron del autobús. Angie pasó su brazo por la espalda baja de Joseph, obligándolo a colocar su brazo sobre los hombros de ella. Sus piernas le temblaron al sentir el cuerpo de Elizabeth bajo su hombro. Quería detenerse y besarla ahí mismo, delante de todo. En cambio, solo logró acariciar levemente su hombro, mientras se mordía sus labios, para no besarla en la cabeza. Siguieron caminando, hasta tomar el taxi que los llevaría a casa. Cuando se disponían a entrar, Angie se colocó delante de Joseph, y lo abrazó, colocando su cabeza sobre su pecho. El sintió como le hormigueaba todo su cuerpo por el abrazo de Angie, y se puso un poco nervioso, por el comportamiento tan extraño que ella estaba demostrando. Se separó de él y le dijo:

—Gracias por mi regalo, fue maravilloso, eres el mejor amigo que alguien puede tener.

Joseph abrió los ojos ofendido, y se le llenaron de lágrimas. Se zafó de los brazos de Angie, y salió corriendo con su pequeña maleta en la mano. Ella vio a los ojos a Elizabeth, que comenzó a negar repetidamente con la cabeza, mientras entraba a la casa. Angie no comprendía lo que había pasado, y Elizabeth no quería explicarle. Ella se divirtió en la cena de nochebuena, y se fue a dormir a la cama, con el plácido recuerdo del regalo de navidad tan hermoso, que su gran amigo le había dado.

La mañana de navidad, Angie se levantó un poco tarde, y marcó el número de Joseph para felicitarlo por la navidad. Joseph no contestaba, y siempre le salía la contestadora. Le dejó mensajes en el teléfono toda la mañana y la tarde de navidad. Preocupada, se vistió para ir a casa de Joseph y verificar que estuviera bien. Elizabeth le puso la mano sobre su hombro y le dijo:

—No vayas. Él está profundamente enamorado de ti, y tú lo ilusionaste, al dormirte en sus brazos en el autobús y el cine. Él solo acariciaba tu hombro, mientras besaba tu cabeza, enamorándose cada vez más de ti, con la esperanza que te dieras cuenta de sus sentimientos. ¿Y qué hiciste tú? Le dijiste que era tan solo tu amigo.

Angie se quedó un rato pensando lo que su hermana le acababa de decir, y decidió ir a hablar con él, para aclarar las cosas. Lo encontró cabizbajo y deprimido en su habitación, acostado en su cama. Se acercó a él y le pidió que se levantara. Lo miro fijamente a los ojos y le preguntó:

—Mi hermana me dijo que me amas, ¿Es cierto?

Joseph asintió con la cabeza, y la bajó para dejar de verla a los ojos. Ella le levantó la cara, y le preguntó que pensaba hacer ahora que ella sabía que la amaba. Con lágrimas en los ojos le dijo:

—Nada, que puedo hacer, tú estás enamorada de Jean Carlos.

Nuevamente bajó la cabeza, y ella se la volvió a levantar. Le preguntó si sabía por qué ella le contaba todo a él, por qué era su mejor amigo, y él negó con la cabeza diciendo que no lo sabía. Ella se acercó a su cara y le dijo:

—Porque me gustas, siempre me has gustado, y me siento cómoda a tu lado. Sé que puedo decirte lo que sea, y qué harías lo que fuera por mí. Me encanta como hueles, y el tibio calor de tu cuerpo. Pensé que sólo era una niña para ti, y nunca te lo había dicho.

Angie acercó sus labios y lo besó. Él rodeó su cuerpo con sus brazos, y comenzó a besarla, apretándola contra su cuerpo. Ella comenzó a temblar ligeramente, mientras saboreaba los besos que tantas veces había deseado. Escucharon un grito en la habitación, y separaron sus húmedos labios, sonriéndose el uno al otro. Vieron la puerta, y allí estaba la madre de Joseph, con los ojos exorbitados. Intercambiaron sus miradas, y comenzaron a reír, cuando empezaron a regañarlos.

FIN




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