Pastel de arándanos.
Me bañaría en queso si así el ratón me pusiera atención.
La observaba con adoración.
Tenía los rizos pegados por el sudor a su frente, sus labios entre abiertos con los colmillos asomándose entre ellos, sus largas y rizadas pestañas color caoba estaban arremolinadas en sus ojitos cerrados, su cuerpo pegado al de el emanando calor posesivo. Se consideraba un hombre con mucha suerte a pesar de que le ardía un poco tener las garras de ella incrustadas alrededor de el, había pasado parte del frenesí de la anidación destrozando cada sabana hasta hacer un gran nido de trozos de lo que eran telas y cojines, había plumas por todos lados y le había gruñido cada que el mayor intentaba salir o moverse para algo.
Las hembras se ponían así al anidar, sus instintos se apoderaban de ellas y hasta no tener cada parte cómoda, segura y llena del olor de su alfa para ambos no paraban. Orión tuvo que usar el llamado muchas veces durante esa tarde para relajarla y ahora podía asegurar que estaba amaneciendo si no es que ya era de día era difícil saberlo pues todo estaba bien cubierto. Su mayor miedo era que al despertar no recordara lo que sus instintos la convencieron de hacer, estaba seguro que ella podía recordar el acto en sí, pero no estaba tan seguro de como explicarle el desastre de habitación hecho por ella misma.
Phoebe sentía ese olor a naranja filtrarse por sus fosas nasales, era delicioso. Sintió como sus garras se retraían y se removió incomoda, adolorida. Sentía a su pareja al lado de ella pero entre la soñolencia del sueño y los pequeños flashes que la invadían de lo sucedido no tenia cara para enfrentarlo, ¿Qué podía pensar el de ella?¿Que pensaba ella de si misma? Solo había tenido que hablar de algo superficialmente doloroso y ya estaba allí dejándose llevar o tal vez si quería esto, quería sentir la seguridad de su Alfa pero joder que se sentía culpable por dejar que las cosas pasaran así debió esperar a conocerse mejor, tenia el estigma escrito en su frente en cuanto a su raza y aun sabiéndolo se dejo ir.
—Puedo escuchar como cada engranaje de tu cabeza gira—El mayor le dedico una sonrisa, sea lo que sea que pensara el estaba sintiendo esas abrumadoras sensaciones de humillación, vergüenza e inseguridad como suyas propia, estaban allí por el vinculo — Por favor, todo lo que sucedió para mi fue perfecto ¿Puedo hacer algo para que dejes de sentirte así?—El creía que el error era suyo, había sido un bruto y ella era suave y delicada debió ser menos duro con ella.
La Omega suspiro, mirándolo a los ojos —No eres tu, no quiero que tengas una idea equivocada de mi yo...nunca haría...esto con nadie mas— quería explicarle que ella no era lo que decían y pequeñas lagrimas se arremolinaron en sus ojos sin salir.
—Estoy seguro de eso, se que tuve el placer de ser el primero— la rodeo con sus brazos, apretándola contra el—Seria también el ultimo si tu me lo permitieras, y si ese no fuera el caso yo jamás pensaría nada despectivo de ti. Me importa mas ser quien se queda para siempre que una noche pasajera— Trago saliva— además tu también eres la primera—murmuro avergonzado.
Orión hablaba enserio. Si ella hubiera estado con 100 mas no le importaría en lo mas mínimo mientras ahora que se habían conocido ella decidiera que el seria el ultimo. Quería saberlo todo de ella, quería saber que canción escuchaba en bucle cuando estaba triste y que melodía la hacia también bailar, quería saber lo que opinaba sobre cada minúsculo tema y cual era ese postre que la hacia suspirar en un mal día, quería que fuera suya en cuerpo y alma.
Orgullo, amor, cariño Phoebe sentía todas esas sensaciones ajenas a ella invadiéndola, entonces sus manos temblorosas subieron a su cuello asiéndola chistar del dolor. La había marcado. Estaba sonrojada por sus palabras y mas aun por sus emociones sabia que todo ese cariño que sentía era para ella, se sentía en un cuento de hadas donde ella era la protagonista y no solo la amiga de una.
El la vio con ternura, sintiendo su añoranza por ser amada.
—Dolerá un par de horas mas, te di de mi sangre mientras anidabas debo limpiarla cada tanto y estarás bien. Pero si te duele puedo hacer que el medico te revise y te prescriba alguna medicina— Estaba preocupado, su mordida abarcaba su cuello y gran parte de su hombro. La marca era una enorme mordida violeta, roja y azul francamente en términos normales cualquiera se asustaría pero el estaba orgulloso de su obra mas no de como la hacia sentir si esta le dolía.
—Esta bien no duele tanto, es solo incomodidad—sus manos le hacían pequeños circulos en el pecho, se sentía atrevida por ese simple acto —Estas consiente de que no nos conocemos en nada, hemos hecho esto basados en que el destino nos dice que somos el uno para el otro pero me aterra que se equivoque— suspiro.
—Nos hemos entregado a nuestros instintos porque somos el uno para el otro y el destino solo nos ha hecho encontrarnos por casualidad, no le des tanto crédito. Además, hay algo allí que podemos solucionar. Tu preguntas, yo respondo y si alguno de los dos prefiere evitar la pregunta contesta con otra pregunta y así hasta que me llenes la cabeza de cada dato curioso sobre ti manzanita— Orión estaba cómodo, los mimos tenían a Astra ronroneando dentro de el a su vez estaba extasiado con tener su cabello desparramado sobre el, tan cerca de su rostro que olfateaba los girasoles y frutas que desprendía su olor.
—¿Por que me llamas Manzanita?—No es que odiara el mote cariñoso, solo le causaba curiosidad.
—Tus ojos, son verdes. Como las manzanas mas dulces que he comido en la vida. Cuando era niño vivíamos al lado de un campo de girasoles que tenía un manzano en el centro de ellos, me gustaba comer girasoles asados con mantequilla bajo el árbol y el jugo que hacia mi mamá de esas deliciosas manzanas verdes—La nostalgia lo invadió era muy pequeño en ese entonces, antes de siquiera empezar a entrenar o la guerra —¿Por que vivían en la montaña?—
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Editado: 23.05.2024