Un zorro para un lobo.

Capitulo 19

Una diosa.

Todos somos caminos que sanan, que sanan recuerdos a los cuales no pertenecemos.

ACRC

Estos tres días han sido una ensoñación. Los deseos ponen en movimiento la vida, a veces los sueños no están allí para cumplirse si no para movilizar cada parte de tu ser ha hacer cosas. Orión creía que los sueños no podían hacerse realidad, pero sin embargo, se permitió creer secretamente que si lo deseaba con fuerza, que si le ponía suficiente sentimiento a cada burbuja de pensamiento; pasaría. Ahora sabia que los sueños no se cumplían porque los desearas con fuerza, porque los manifestaras, si no porque cada pequeño paso que das te hace estar mas cerca de ellos, de algo estaba completamente seguro, no importaban las trabas, obstáculos, el daría cada uno de esos pasos para que estos fueran realidad.

El cabello de su Omega estaba hecho un tomate enmarañado en su cabeza, la música inundaba la casa, podía observar detenidamente cada uno de sus pasos bailarines al ritmo del blus, llevaba un vestido de esos que tanto le gustaban de un amarillo tan crema, que parecía un blanco desgastado sin embargo eso no lo hacia menos hermoso, al hombre le daba la sensación de un cálido rayo de sol cada vez que la observaba como si fuera un niño de nuevo corriendo por el campo de girasoles hacía su manzano favorito. Pronto sin darse cuenta el también se movió en su dirección, no era por presumir pero se consideraba un gran bailarín.

— Me concedería esta pieza madame—La mano estiro lentamente hacia ella, quien abrió los ojos sorprendida por un segundo y luego, su cabeza se estiro hacia atrás compitiendo en sonido  con la música al soltar su carcajada, rica y jugosa.

Es la mujer más hermosa que veré alguna vez

— Por supuesto messié— contestó juguetona tomando su mano, la verdad era que Phoebe no era la mejor bailarina del mundo pero trataba de mantener la cúpula del momento siguiéndole el juego. 

¿Qué tan difícil puede ser?

Ambos bailaron, mirándose el uno al otro. Flotando entre el enamoramiento que plagaba sus sistemas entonces Orión arrugo su seño y sonrío forzosamente — Me temo mi queridísima que acaba de pisarme indecorosamente— anunció y el rubor subió instantáneamente por las mejillas de la Omega.

Al parecer mas de lo que soy capaz de bailar.

— Lo siento, no soy tan buena bailarina— declaró y algo dentro de ella estaba apunto de cohibirse pues se separo unos segundos, Orión lo noto entonces la elevo de la cintura, subiéndola en sus pies como su madre años antes hizo con él — Orión que haces, voy a lastimarte—trato de apartarse pero este la sujetaba con fuerza.

— Déjame enseñarte, no te alejes— se movió con gracia como si su peso sobre sus pies no fueran mas que una pluma de la cual ni se percataba— Quise hacer esto desde que te vi—declaró.

Quiero hacer tantas cosas contigo Phoebe que me da miedo que no me alcance la vida.

No sabia como tomarse la declaración— ¿Montarme sobre tus pies porque soy un fiasco bailando?—la pregunta fue inocentona, sin ningún tipo de molestia hacia el mayor pero este igual mantuvo una sonrisa cerrada en esos rellenos labios.

— No, bailar— suspiró dando un giro y luego volviendo a bailar lentamente— Siempre me gustó la idea de bailar con mi mujer, entonces cuando te vi por primera vez no podía dejar pasar que una de las cosas que imaginaba fuera tenerte entre mis brazos al compas de la música— declaró sintiendo como esta se recostaba en su pecho, cerrando sus rizadas pestañas bajo su atenta mirada. Podía escuchar el corazón de él acelerarse.

Le gusta, tal vez le gusto. Muchísimo

— Una vez, cuando tenía unos nueve años hubo una reunión de padres e hijas en mi instituto—confesó la Omega  tragando saliva, sin abrir los ojos— Veía como las niñas subían a los pies de sus padres y estos bailaban algún vals con ellas, mientras yo me quedaba cerca de las mesas de comida observando, no sabia que luego se volvería un factor recurrente— suspiró— Yo se que soy adoptada y que tengo mucha suerte pero, no pude evitar sentirlo, sentía mucha envidia de ellas, como podían tener todo y yo nada. Cada día del padre era lo mismo, la misma silla, los mismos postres para mí, mientras tenía que escuchar bonitas palabras y ver como ellas bailaban— se encogió de hombros— Siempre quise un baile para mi— sonrió sin gracia— aveces era tan tonta como para fantasear con un hombre pelirrojo apareciendo por la puerta de clases y diciéndome que yo era su princesa. Como si yo fuera suficiente para que apareciera en mi vida—el nudo en su garganta se hizo presente, jamás había confesado eso con nadie.

El Alfa olio la sal en el ambiente y su brazos la estrecharon un poco mas fuerte

 Ella merecía algo más que eso, si tan solo pudiera cambiar las cosas mi luna haría cualquier cosa para que tuvieras el mundo.

—Se que es tonto, debería estar agradecida con Aeelen pero no podía evitarlo. Se diría que como nunca tuve un padre no me hacia falta y no puedo pensar en muchos momentos en los que así fuera pero, en pequeños instantes como ese o como cuando me sentía tan intimidada por los demás, quería que el apareciera y me salvara—las cosas que declaraba dejaban a Orión triste, triste porque aunque su padre fuera un bastardo el si tuvo esos instantes felices—Tenía que salvarme a mi misma y no lo hice por años— se detestaba por ser tan débil, era una adulta que resentía su infancia tan patético.

No dejaré que nadie mas te lastime, yo seré tu héroe. El Alfa quería ser quien la salvara, quien corriera detrás de ella si huía, quien limpiara sus lagrimas, quien destrozara sus enemigos.

—Prometo que a partir de ahora tendrás todos los bailes que te perdiste— dio un giro lento, aun sin soltarla de ese estrecho cumulo de abrazo que eran— Lamento no poder ser tu padre pero seré ese hombre, te llevare sobre mis pies cada una de las beses y también, porque no, te diré que eres una princesita— la burla tomo un poco de protagonismo y fue devuelta en una pequeña sonrisa de parte de la pelirroja.




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