Al final la profesora Crulle terminó interrumpiendo la actuación minutos después diciendo que en sus seis años de profesión nunca había tenido alumnos tan inútiles para representar una obra. A nadie le sorprendió cuando se fue pitando de enojo a quien sabe dónde. La clase fue un desastre y nade se tomó nada con seriedad.
A nadie tampoco sorprendió cundo volvió diez minutos después a decirnos que ese día nos quedábamos todos castigados.
Bufo con pesadez luego de terminar la jornada de castigo. A Brittany, Brenda y a mí nos había tocado barrer y limpiar el gimnasio completo. No siento mis huesos por haber estado moviendo colchonetas pesadas de allí para acá; y siento que se me ha formado una joroba en la espalda luego de estar limpiando con un trapito diminuto las gradas.
Al menos Crulle no nos asignó la cafetería. A la hora de almuerzo corrió el rumor de una guerra de comida y lo que menos me gustaría estar haciendo ahora es estar limpiando el resto de puré y quien sabe que mierda más debajo de la mesa.
Me da pena que esa tarea se lo hubiera llevado Maxwell y otro dos chicos. Pero vamos; que aprecio mucho a mi novio, pero también aprecio los doscientos dolares de mi manicura.
— No doy más de clasificar balones — Se queja Brittany apareciendo detrás de mi mientras yo sigo mi tarea de limpiar las gradas. Se recuesta en la última que limpié tapándose el rostro con los brazos — No quiero ver más pelotas en mi vida, y eso que pensé que esas palabras nunca saldrían de mi boca.
— Ni me digas — Me río con ironía. Solo me queda una última grada y estoy a punto de terminar. Ya estoy deseando volver a casa y tirarme sobre la cama a dormir un rato. Hoy es el segundo jueves del mes, y es tradición de mis amigas reunirnos a holgazanear esta tarde. Juntarnos a mirar películas y comer palomitas, o solo recostarnos en la cama para cotillear algún chisme nuevo.
Brenda sale de los vestidores justo a tiempo en el que yo termino mi trabajo. Lleva las rodillas de sus pantalones mojadas y su pelo castaño está recogido en un moño desordenado. Se acerca a nosotros copiando la acción de Brittany y dejándose caer en la misma grada. Me quejo cuando lo hace, acabo de limpiarla y ahora está llena de sudor y agua de nuevo.
— Ojalá Crulle se jubile pronto. No voy a aguantaría otro año así. Aunque este sea el último — Murmura arrastrando las palabras.
—Dilo por ti, yo ni siquiera sé si paso el año— farfulla la rubia. Y la morena prosigue con su queja:
— El entrenador Jonshon tiene esa oficina echa un lío, hay restos de comida sobre ropa sucia y más telarañas que en la casita del terror. Es asqueroso ¿No es ilegal obligarnos a ser parte del equipo de limpieza? — Frunce los labios y Brittany levanta un poco su cabeza para asentir; agotada. Yo me dedico a limpiar lo poco que me queda mientras las escucho.
— Y eso que no te tocó quitar el pelo de las duchas. — Se queja la morena. Mi nariz se arruga al apenas imaginarlo — En mi vida vi tanta maraña de pelo junta, Chewbacca se queda corto al lado.
— ¿Ya terminaron? — Pregunto cuando termino de hacerlo yo, ellas asienten y bajamos las tres de las grada para buscar los bolsos e irnos de allí, las llaves del gimnasio quedaron colgadas en la oficina del entrenador y Brittany se apura en ir a buscarlas, cuando vuele, nos encargamos de guardarla bien debajo del taburete donde Jonshon siempre las deja y salimos del lugar procurando no encontrarnos a nadie.
Lo que menos pretendemos ahora es encontrarnos con Crulle pidiéndonos ayudar a algún otro grupo en su castigo.
— Sofá ven a mí — Brenda me aparta de la puerta para irse directo al sillón de la sala de estar. No termino ni siquiera de incrustar la llave en la cerradura para cerrarla cuando la oji-marrón ya está con la cabeza metida entre los cojines. Brittany a su vez también deja su bolso tirado en quién sabe dónde y se va directo al sofá de una pieza para colocar sus pies sobre la mesada.
— Siéntanse con confianza —Ironizo.
— Ya lo hacemos, guapa — Brenda me dedica una sonrisa con hoyuelos — Nos la diste hace cuatro años... es más — Alza la mano girando la muñeca — haznos un sándwich.
Bufo bajándoles los pies a la otra del placar nuevo.
— Nada de sándwiches, hoy quiero que prueben de mi propia cocina culinarias — Inflo mi pecho con ego al decirlo. Susan me ha estado dando clases para esto.
— ¿Tu arte culinaria? — El pálido rostro de Brittany se palidece con solo oírlo — ¿Si quiera sabes seguir una receta?
— Claro que sí — Me ofendo-
— La receta de palomitas no cuenta — Reprocha Brenda desde la sala, no había querido levantarse y tampoco tenía ganas de hacerlo.
— Oye — Me quejo resentida de que ninguna de las dos ponga un voto de confianza en mí. — Ustedes suban a elegir la película, dejen que yo me encargue de la comida.
Al final — Y luego de que les asegurara que la alarma de incendios estaba encendida — Ambas aceparon la propuesta y subieron hacia mi habitación. Brittany se llevó las revistas de nueva edición que usualmente su hermana compraba para enterarse del cotilleo y Brenda sacó de su bolso las chucherías y dulce que se había encargado de comprar para la ocasión. Cuando dejé de ver sus siluetas en las escaleras, me dirigí hacia la cocina para comenzar con mis dotes culinarios.
Mientras encendía las hornillas y echaba el aceite en la cacerola, mi celular comienza a sonar distrayéndome de mi tarea de colocar las palomitas de maíz en la olla sin salpicarme con el aceite.