Recapitulemos ahora, lisa, a ver si entendiste.
Me asusta que en todo momento he estado usando lenguaje figurativo, que quizás te cueste un poco entenderlo.
He estado hablando de “arañas humanas” y de “El Lorax” para hacerme entender en el menor número de páginas posible. Si viste la película de “El Lorax”, y te digo que nos pasó lo mismo, no lo estoy diciendo literalmente.
Estoy diciendo que hice como Yuny, que cometí sus errores y ahora los estoy pagando. No corté arboles literalmente, ni mandé a un bichito anaranjado al carajo.
Cuando hablo de arañas humanas, no estoy diciendo que Shakira tenía 8 patas. Estoy diciendo que ella tenía el ímpetu depredador de una araña, y que la voracidad de su vanidad y su codicia no se diferenciaban en mucho a la voracidad de una araña real.
Mira, lisa, te lo advierto. No quiero verme cometiendo contigo, el mismo error que cometió una vecina de por acá, que uso lenguaje figurativo para aconsejar a su hijita, y le pasó la catástrofe.
Ella le decía a su niñita, “no seas como un vaso de agua, hija, que no se le niega a nadie”, y la chiquilla, claramente, no entendió nada.
Porque a sus tiernos 14 años, se descubrió que la niñita ya había hecho tríos y hasta cuartetos, en donde se la cojieron tres hombres al mismo tiempo, y justo a tiempo para que la niñita llegara temprano a la cena en su casa, antes de que cayera la noche, y luego la niñita se acostara muy tiernamente a dormir abrazadita a su osito de peluche.
No estoy bromeando, lisa. Esto pasó en la vida real, con personas reales de carne y hueso.
La vecina se enteró de la “gracia” de su hijita, fue porque un tipo de esos, que la niñita nunca supo cuál fue, le pegó una enfermedad rara de la que ella hasta ahora padece, a sus 25 años de edad.
La niñita, literalmente, no negaba el agua, tal como le decía su madre. Pero regaló su cuerpo a quien lo quisiera. Ella nunca comprendió las diferencias “literales” que había entre un vaso de agua y su propio cuerpo.
A la pobre estupidita siempre se le habló de sexo en lenguaje figurativo. Se le habló de sexo sin decir la palabra “sexo”. Ese fue un terrible error que, hasta el sol de hoy, siguen pagando muy caro.
Pero los vasos de su casa andan siempre limpiecitos.
Por eso es que yo no quiero que tu mente quede limpia después de esto, lisa.
Ahora sí te lo aconsejo, lisa; léete mis libros, encochínate el cerebro y después vuelve. Aquí te espero.
(Tomemos en cuenta que estamos hoy a 25 de diciembre de 2023. Este texto lo escribí en octubre, antes de que la administración de Booknet eliminara (por cochino) la mitad de mi catálogo)
Ahora, volviendo al caso que nos ocupa:
Te recuerdo algo que dije allá arriba, muy lejos: “Por dentro, seguirás siendo una frágil criaturita que necesita de mucho amor, y ese será un tema a dilucidar en el capítulo 6.”
Lo siento, lo vamos a hacer es en este el capítulo, “La semilla de trúfula.”
Yendo al grano, lisa, en el amor, la semilla de trúfula es conseguir a alguien que te construye, no te destruye. Te alimenta, no se alimenta de ti. Te quiere, no te miente. Hace lo que dice, y no hace lo contrario de lo que dijo.
Es decir, alguien tan en gobierno de sí mismo, que hace, en vez de decir.
¿Ese ser tan fantástico y sobrehumano existe? No lo sé, lisa. Yo aún no la he conocido.
Con la que estoy luchando ahorita, que ha resultado más dura que un hueso seco, me tiene exhausto por dentro. Lo puedo decir con propiedad, que no me está construyendo.
¿Por qué estoy tan enamorado entonces? No lo sé, lisa. Yo también lo quisiera saber.
Comprendo que ella se haga valer. Eso no es un delito. Comprendo que ella quiera su propio espacio y sus propios logros. Yo no le estoy negando nada de eso. Al contrario, yo también quiero que ella tenga su espacio y sus logros. Solo quiero ser su novio, no su dueño.
Son dos cosas muy distintas, y conozco al pelo las diferencias.
Yo quiero que ella tenga una sola dueña, ella misma. No me puedo contradecir de lo que yo mismo predico. ¡Maldita sea! Yo no soy un maldito hipócrita.
¿Por qué me puso la luz verde, si al dejarme pasar iba a dejarme estrellar contra una muralla? Esa es mi típica mala suerte. ¿Qué es lo que estoy haciendo mal, Dios mío, que no me das respiro?
Yo me vanaglorio y me enorgullezco de presumir que no soy en nada como Shakira. Ella es mi punto de partida. Todo cuanto es ella, yo lucho por ser todo lo contrario.
Si ella es violeta, yo soy amarillo. No contengo ninguno de sus colores.
Pero eso no resuelve mis problemas, lisa. Ahí radica el punto contradictorio de mi vida.
No importa lo que yo haga, a los ojos de mi Dios de lava, yo todo lo hago mal. Sea blanco y negro, jueves o viernes, a Él no le gusta y me lame con su lengua de fuego, dejándome carbonizado.
Y con esta ninfa hermosa por la que me estoy partiendo el brazo, Dios me la envió para hacerme la vida más amarga.