Una Charla con el Diablo

Una Charla con el Diablo

Talk With the Evil

 

A story by

EDDIE KUZMAR

 

 

 

 

Satanás había hecho su aparición poco después de que Milton trajera nuevas noticias a la casa; un muñeco del mismo Diablo. Permanecía en la cocina, junto a una pequeña mesa de luz, parado, sosteniendo un haz increíblemente alto. Era como el de las caricaturas y las películas, rojo, con unos sorprendentes cuernos de un color más oscuro que el rojo, algo parecido al bordó. Desde la llegada de aquel simpático muñeco, el pequeño Charlie tuvo algo que se asemejaba a un sueño, aunque demasiado real. Y al día siguiente de lo sucedido llegó a la conclusión de que sí había sucedido realmente.

Puedo dar los suficientes detalles como haría Charlie en un par de años, en realidad, como no haría. Él no creía que se convertiría en un anti-social que está todo el día encerrado en una cueva. Y lo que hizo que se separara del camino por el que iba era a lo que él le llamaría el encuentro con él, con el muñeco que siempre lo aterraba, con el Diablo.

Y todo comenzó con el famoso rumor de Milton por que él -Satanás, claro- algún día invadiría la casa, claramente para bromear, pero él no tomó nada de eso como una broma. Estaba sentado bajo el techo que impedía que la fuerte lluvia entre en la casa. Sus almohadones lo rodeaban y leía una historieta del Hombre Araña. El día anterior al de la charla. Su amigo Eddie le contó los planes que tiene en mente el día en que pueda volverse una mente brillante; el chico planeaba ser un físico, era todo un chico inteligente. Ambos iban al mismo colegio, y a Charlie le iba lo suficiente bien para mantenerse en la línea, pero no era un cerebro.

Eddie anduvo durante una época escribiendo las cosas que averiguaba día a día. Y les prestó todos los escritos a Charlie. Entre todas esas miles de hojas habla del Diablo en unas dos o tres. Y él las leyó el día en que Milton trajo eel muñeco a casa. Según comentaba Eddie, la criatura no era lo que parecía. Y también relata que su mayor sueño es encontrárselo -claro, sin que Satanás lo viera, sino sería chico muerto- para poder dibujarlo y mostrar su descubrimiento a las autoridades nacionales. Según dijo, desde ese día en adelante las películas de terror dejarán de ser como son, falsas.

 

Charlie había dejado su vaso de leche frente al muñeco, que mantenía su vista fija en él. Al parecer, siempre que pasaba caminando por allí se fijaba en la diabólica estatua en miniatura del Diablo. Nunca había visto algo parecido a eso, durante unos minutos mantenía su vista fijada en aquel muñeco y él creía que tomaba vida y comenzaba a perseguirlo. Parecía ser una alucinación muy extraña, y al rato ya andaba deambulando por algún otro lugar de la casa. Por más obvio que sea, Charlie le tenía un miedo increíble al Diablo y todo lo relacionado con él, y pudo comenzar a sentir eso cuando leyó los apuntes sobre Satanás de Eddie. Desde ese instante determinó su verdadero terror por esta famosa criatura.

Esa misma tarde iría al campo -algo parecido a un country, no un campo-, para visitar a sus tíos. Su tío era un buen futbolista, y pasaría el rato jugando con él en la cancha que tienen. Marc -a quien Charlie comenzó a reconocer como su tío a los cuatro años- tenía una piscina. La había comprado hacía unos años, y aprovecharon esos momentos del año en los que no tienen gastos, por lo que junto a Laurie -de quien se separó poco después de que la abuela de Charlie muriera- decidieron invertir en mejoras para la casa. Y decidieron establecer una piscina bastante larga. Luego estaban las canchas, había de fútbol, baloncesto y voleibol. Milton era un completo aficionado a los tres deportes y siempre pasaba horas entreteniéndose con el baloncesto. Tenía la altura suficiente para dar un increíble salto y embocar la pelota en la canasta. Él siempre solía contar que cuando era pequeño pensaba en ser un deportista profesional, y jugar al fútbol o ping-pong. A eso se sumó la afición por el tenis. Sus amigos lo conocían como aquel que juega a lo que se le dé la gana. También disfrutaba ver junto a su padre -otro fanático de los deportes, aunque solamente para mirar- las distintas temporadas de deportes, en especial de fútbol, que pudo disfrutar de ir a los estadios en el mundial de Estados Unidos 1994. En esa época tenía la edad suficiente -quince años- para dejar de andar junto a sus padres yendo a comer a una heladería en una tarde veraniega, pero en aquel entonces él disfrutó más que nada andar con su padre gritando goles. Pese a la eliminación en fase de grupo -quedó con cuatro puntos al igual que Suiza- todos pudieron disfrutar su única victoria frente a Colombia. Milton había estado aquel día en la cancha, y finalizando el partido, rezó a Dios para que puedan pasar y no quedar eliminados.



#2970 en Terror

En el texto hay: diablo

Editado: 25.08.2018

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