El inicio de semana había sido igual que las otras semanas, se me había hecho tarde a pesar de que el tonto despertador sonó varias veces, me quedé dormida quince minutos más y eso no había sido todo, sino que también había tenido algunos problemas con mi cabello resulta que hoy estaba más desastroso que otros días y tarde más minutos en peinarme. Al final salí con unos minutos de retraso pero no afectó mucho sólo llegue un minuto antes de que iniciará la clase y el resto de la mañana simplemente ocurrió normal igual que los días anteriores.
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A pesar de que he estado un poco ocupada, el día ha pasado muy lento bueno a excepción de la mañana, hoy es uno de esos días que cada minuto parecen ser de cinco y cada hora se hace eterna, puede que sea por el verano o porque simplemente no ha ocurrido algo interesante durante lo que va del día y eso es un poco aburrido.
Salgo de casa con un delgado suéter en manos y un libro que no he terminado de leer hace ya bastante tiempo y hoy sería perfecto para matar el tiempo o al menos intentar hacerlo. Doy unos cuantos pasos de la puerta al jardín y me siento en el verdoso y húmedo pasto.
Abro mi libro justo donde deje el separador la última vez que leí, y trato de retomar la lectura pero me es imposible comprender así que me regreso al capítulo anterior.
Después de al menos unos diez minutos es el ruido de un mosquito el que me interrumpe de la lectura e intento hacerlo a un lado con varios ademanes en el aire, pero es casi imposible ahuyentarlo porque no solo es el único, sobre mi cabeza parece haber más de un centenar de ellos así que me rindo y los dejo seguir disfrutando de la tranquilidad que tenían hace unos cuantos segundos y por el bien de mi sangre decido levantarme para ahora sentarme frente a la puerta de la casa.
Pero mis ojos se desvían justo cuando veo a Jake desde lo lejos trayendo entre sus manos algo que durante las últimas semanas no me había percatado, así es, una correa de perro y obviamente a un perro de una raza que no logro identificar muy bien, sin embargo debo admitir que es de alguna de esas razas bonitas.
Dudó en si acercarme a preguntar sobre el canino sería lo correcto o no, pero cuando considero que es mejor no hacerlo es demasiado tarde porque él me ha visto y viene directo a mí. Así que simulo seguir en la lectura, pero él noto lo que hice, aún que eso no es lo peor de todo si no que un feroz bostezo sale de mi boca justo cuando él se detiene frente a mí, solo se limita a observarme y sonreír tímidamente, por mi parte sólo trato de no sonrojarme pero es en vano el intento, solo siento mis mejillas arder de la pena, se supone que eso no lo debía de ver, es decir el sonrojarse es bastante normal que lo vea en mí, pero el bostezo eso ya es otro nivel.
— Es temprano como para tener sueño, Adeline.
Levanto la vista para encontrarme con sus ojos y una vez encontrándose, le lanzo una mirada de desaprobación a su comentario así que comienzo a acariciar el pelaje de su nueva mascota y él aprovecha para acomodar su gorro de lana que trae puesto en la cabeza, le queda bien ese estilo, debo admitir.
— Jake, soy una persona que el 99.9% de su vida vive con sueño, así que es bastante normal— digo en un tono muy relajado, al mismo tiempo hago unas cuantas muecas incluyendo un par de ademanes — ¿Es tu perro?
Mira a su canino y asiente con duda como si no supiera que si es de él, aún que sabe perfectamente que si es de él y no me sorprende, ni un poco.
— Si, bueno exactamente lo fue hace unas horas — se agacha para acariciar el pelaje a su nueva mascota y justamente así de cuclillas queda a la misma altura en la que estoy, así que solo observo con mucho detenimiento como el chico de pestañas envidiables le da unas cuantas croquetas a su cachorro — me lo regalaron mis abuelos hace unos horas — aclara— tengo un gran cariño por lo perros.
— Es lindo — digo sin pensarlo.
Asiente y se pone de pie, quedando nuevamente más alto que yo.
—Sí, es un labrador— agrega y es como si me hubiera leído la mente. Me corrijo, más bien mi rostro expresa todo y claramente se reflejó que estaba buscando esa respuesta. — Golden, me parece —rasca su nuca.
— Bah, yo soy pésima con las razas de caninos — admito — ¿Ya tiene nombre?
Niega.
— Pensaba ponerle Jack el perro.
Por inercia me llevo una mano a la frente y automáticamente ruedo los ojos, aún que para mi suerte él no lo vio. Casi siempre se queja de ese acto involuntario que mis ojos hacen.
—Dime que no lo pensaste.
— Dije que lo pensé — dice con burla, claro que lo dijo.