Una choni entre champán

Una noche con su prometido

Llegan a la casa de Jorge, esta es bastante grande, Estefi lo mira y pregunta.
—¿Naciste en una cuna de oro o qué? —no lo dice como una crítica, ni burlándose, pero él lo toma así.
—Aunque te parezca increíble, algunos hemos trabajado mucho para poder vivir con estos lujos —su frase si lleva segundas intenciones.
—¡Menudo chalet! —suelta Vanesa cortando su discusión.
—No es un chalet, es un adosado —la corrige Jorge.
Entrar dentro, donde quedan más boquiabiertos, todo el interior está creado a juego, los suelos de baldosas negras hacen un conjunto exquisito con las paredes y techos blancos, las lámparas que cuelgan de un cristal brillante, los muebles con los mismos colores pero de diferentes tonalidades.
Los asigna a diferentes habitaciones, dejando por último lugar a Estefi, ella lo mira esperando, en ese piso solo queda una habitación...
—¿Y yo? —pregunta intrigada.
Jorge camina sin responder, abre la puerta de la última habitación y entran, seguido de la chica.
—Pero esta es tu habitación —señala al ver que a diferencia del resto, esta tiene objetos personales, un despertar en la mesilla y un pijama doblado en la cama.
—No me quedan más habitaciones, así que dormirás conmigo.
—¿Qué?, ¡no, ni harta de vino! —se niega rotundamente, si duerme con el, no podrá pegar ojo en toda la noche.
—¡No seas infantil!, somos adultos y te recuerdo que estamos prometidos, ¡no te vas a morir por pasar una noche conmigo!
El orgullo es el punto débil de Estefi, si se niega será evidente que le cuesta estar a su lado y parecerá inmadura, algo que cada vez piensa más de ella Jorge.
—Tienes razón... somos adultos.
Fingiendo tranquilidad, empieza a quitarse los zapatos, entonces se da cuenta de que la está mirando.
—¿Podrías girarte al menos? —le pregunta.
Él se ríe y se da la vuelta.
—Podrías haberte cambiado en el baño, es privado.
—¿El baño?, ¿y me lo dices ahora?
Sube el vestido de nuevo, dejando la parte de atrás abierta y entra corriendo en el servicio. 
Según se quita el vestido, los pendientes y se lava la cara con jabón de manos, se da cuenta de que no tiene ropa para dormir, asoma la cabeza por la puerta y busca con la mirada a Jorge. Él está sentado en la cama, ya en boxers.
—¿Me puedes prestar una camiseta o algo? —le pregunta poniendo cara de niña buena.
Lo ve levantarse, se dirige hacía el armario, aprovecha para alegrarse la vista con el trasero firme y redondo de Jorge, se muerde el labio según el se da la vuelta, avergonzada sonríe.
—Toma, esta te servirá —le entrega una camisa azul claro y lo bastante ancha.
Se encierra en el baño de nuevo y se pone la camisa.
Sale del baño algo tímida, cruzada de brazos, Jorge la observa, admirando su belleza para su sorpresa, sin maquillaje, el pelo suelto y la camisa ancha, parece angelical.
Abre la sábana, indicándole el hueco libre, Estefanía se coloca de espaldas a él, sin decir está boca es mia.
Jorge mira su espalda tapada por la camisa, el pelo largo y castaño caer sobre la almohada y la sábana, acaricia las puntas con delicadeza, sintiendo el tacto suave de su cabello.
Aun a riesgo de que lo rechace, necesita hacerlo, la abraza, pillando a la chica por sorpresa, también para él lo es, ella ni lo aparta, se acomoda ligeramente, amoldando su cuerpo al propio.
A Estefanía se le cierran los ojos poco a poco, pero le gusta tanto sentir la calidez de Jorge, que quiere disfrutarlo lo máximo posible, cuando cree que ya está dormido coge su mano y se duerme así, unida a él, pero su prometido no se ha dormido, está más que despierto, sonríe cuando siente la presión en su mano, no tardando mucho en volver a dormirse.
Por la mañana, Estefanía se despierta primero, los brazos de Jorge la rodean por completo, la blusa se ha desabrochado y una mano está peligrosamente cerca de su sujetador.
—¡Mierda mierda! —susurra bajito para si misma.
No se mueve, esperando a que la suelte, pero en vez de eso, el aprieta con más fuerza, se mueve y coloca una mano en su escote, subiendo la temperatura de Estefi.
Cuando se decide a salir, se mueve con cuidado, levanta un brazo y lo coloca detrás de ella, después el que tiene por debajo de ella, se sienta en la cama dispuesta a levantarse, pero Jorge la atrae hacía él por la cintura y la tumba boca abajo, colocándose encima.
—La primera noche con tu prometido no puede acabar así —le dice mirándola a los ojos, instantes después, la besa.
Estefanía, semi desnuda, piel con piel, se deja llevar por el momento, le devuelve el beso, acomodando los brazos en su cuello.
—¡Vamos, troncos!, ¡tenemos hambre! —aporrea Daniel, el coletas, la puerta de su habitación.
—Salvada por la campana —le dice Jorge, maldiciendo para sus adentros, al amigo de Estefi.
Se levantan, Estefanía entra corriendo al baño y vuelve a ponerse su vestido, atada a la cintura la blusa de Jorge.
Cuando sale del servicio él la mira, confuso.
—¿Te vas a llevar mi camisa? 
—Ya no es tuya, ahora es mía —le informa con una sonrisa mientras abre la puerta y se topa con un Brayan cabreado.
—¡Buenos días! —lo saluda pasando por un pequeño espacio libre y buscando al resto de sus amigos.
Brayan y Jorge se lanzan una mirada amenazante, sus ojos luchan por el amor de una mujer, Brayan es el primero en apartar la mirada, siguiendo a su crush escaleras abajo.
Jorge llega al primer piso y los encuentra saqueando la cocina.
—¡No os cortéis eh! —les dice.
—¡Perdona, es la resaca! —le dice Vanesa con la boca llena de trozos de galletas.
Estefanía en cambio, no come nada, los mira solamente, Jorge va hacía ella y la abraza por detrás.
—¿Tú no tienes hambre? —le pregunta muy tierno. 
La chica aparta las manos de su cadera y se va a la calle, espera ahí sentada, Brayan la sigue y se sienta a su lado.
—Estefi, te conozco, nunca te enamorarías de un tío así.
Ella no responde al momento, ¿cómo explicarle la razón de su matrimonio?, ¿cómo decirle que si se iba a casar por amor pero qué él solo era por interés?, estaba sumida en ese pensamiento, en el cambio de los acontecimientos, algo que empezó por un favor a su abuelo, ahora la estaba matando.
—No es como parece —se excusa finalmente.
—¿De verdad, Estefi?, porque a mi no me parece que seas feliz... ya no eres como antes de venir aquí.
—¡Si lo soy y sigo siendo yo!, pero las cosas cambian Brayan, hay que madurar, formar una familia.
—¿Eso quieres?, ¡podrías hacerlo también en Madrid, conmigo! 
Estefanía se ríe al imaginarlo.
—¿Te imaginas?, ¡pequeñajos como tú correteando por ahí, yo con veinte kilos más y tú enseñando rap a nuestros hijos!
Según termina de hablar, el chico la besa sin darle tiempo a reaccionar, luego se aparta unos milímetros de su boca, mirándola a los ojos y acariciando la mejilla colorada.
—Suena genial y te seguiría queriendo aún con cien kilos más.
Estefi abre la boca, pero no sale nada, no sabe que decir, diga lo que diga, destrozará su amistad y quiere mucho a su amigo, solo que no de esa manera.
Vanesa y el coletas interrumpen la conversación, salvando de responder, sin saberlo, a Estefi.
Se levantan y van con ellos hasta el coche de Jorge, él, está en la puerta con el corazón hecho añicos después de ver cómo Estefanía se dejaba besar por Brayan y hablaban de su futuro juntos, "Octavia decía la verdad", piensa dolido.
Suben al coche todos y llegan en unos veinte minutos a la mansión Vega, todos han ido animados, excepto los tres involucrados.
En la entrada están Trini y Alfredo hablando, su amiga juega con el pelo, un gesto que suele hacer cuando le gusta mucho alguien.
Bajan todos, pero Estefi espera para quedarse a solas con Jorge, una vez es así, lo mira.
—Jorge yo ... 
—Lo sé, Estefi, y yo no voy a ser quién arruine tu vida, puedes quedarte tranquila, cancelo la boda —la corta él, creyendo que era lo que ella iba a hacer.
—¿Qué?, ¿estás rompiendo conmigo?



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En el texto hay: 349000, acabada

Editado: 21.09.2022

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