Estefi llega al lado de Jorge, lo mira con una sonrisa, eso no lo ayuda mucho a sentirse mejor, el sacerdote empieza a hablar, hasta llegar a la parte...
—¡Si alguien conoce algún motivo por el cual estás dos personas no puedan contraer matrimonio!, ¡qué hable ahora o calle para siempre!
En ese instante, todos miran a su alrededor, por si alguien habla, parece que nadie tiene algo que objetar, pero entonces llega Bárbara, vestida para matar con un vestido negro y ajustado.
—¡Yo tengo algo que decir! —se interpone.
—Pues hable, señorita —la insta el sacerdote.
Todos la miran.
—¡No pueden casarse porque estoy embarazada de Jorge!
—¿Qué? —exclama Estefi mirando a su marido.
—¡No puede ser!, ¡solo estuvimos juntos una noche! —intenta defenderse él.
—Una noche muy intensa, por lo visto..., puedes verlo tú mismo —le dice Bárbara entregándole una ecografía de casi tres meses.
Jorge la mira, destrozado, buscando alguna razón o motivo con el que negar su paternidad, pero es cierto, estuvo con ella hace casi tres meses, habían ido a celebrar el cierre de un contrato, tomado demasiadas copas y había acabado en la cama de esa mujer.
—Dime que no es cierto —le ruega con lágrimas en los ojos Estefi.
—Si, lo es, pero tú y yo ya estamos casados ante la ley —le devuelve la ecografía a Bárbara — .Me haré cargo de mi hijo, pero no me casaré contigo porque ya estoy casado.
Bárbara, furiosa, arruga el papel con la foto de su bebé y sale indignada de allí, pensando que si lo hubiera sabido, hubiera abortado sin dudarlo, pero Octavia le había asegurado cuando le contó lo de su embarazo, que haría que Jorge se casara con ella y pudiera gozar de los privilegios de ser su esposa.
Con el corazón destrozado, Estefi da el sí quiero ante el sacerdote, ante Dios, su familia y amigos, ahora más que nunca, que ese matrimonio está destinado a acabar mal.
En el convite, evita a Jorge todo lo que puede, habla con todos, desconocidos incluidos, baila con sus amigos, sobre todo con Brayan, por la necesidad de humillar ella también a Jorge.
Pero este no lo permite, se interpone entre ellos y dice:
—El baile de los novios —cogiendo a Estefanía y bailando una canción lenta.
Aprovecha el momento para intentar explicarse con ella.
—Estefi, lo siento, pero no te conocía, fue una noche, solo una noche —le susurra mirándola a los ojos, suplicando su perdón.
Estefi lo mira con los ojos brillantes, está luchando por no mostrar cuanto le duele.
—Da igual, lo hecho, hecho está, continuemos con esta farsa y sigamos con nuestras vidas —le responde fría y orgullosa.
—Estefi, por favor ...
—No, Jorge, déjalo —le pide mientras se apoya en su pecho, dolida, dejando que un par de lágrimas caigan sin que él las pueda ver.
Estefi a conseguido olvidar durante un rato su malestar gracias a sus amigos, estos han pedido al Dj sus canciones favoritas, animando a todo el mundo, incluidos los invitados más reacios, a bailar.
Jorge no, él se queda sentado observando a su esposa, pensando en cómo arreglar todo ese desastre y tomando consciencia de que va a ser padre.
Octavia, por otra parte, se fue a su habitación según acabó la ceremonia, sin perder su elegancia y educación, una vez allí llamó a Bárbara.
—¡Niña estúpida!, ¡te dije que se lo dijeras antes!, ¡pero no!, ¡te podía el drama!
—¿Cómo iba a saber que ya se habían casado?
—¡A sido por tu estúpido orgullo!, ¡querías fastidiar a mi nieta y se te ha devuelto el golpe! —le grita furiosa Octavia.
—¿Qué hago ahora?
—Tranquila, pensaré en algo, antes de que acabe el año que se exige en la empresa, conseguiré que se divircien —concluye altanera Octavia.
—Eso espero, no pienso cuidar a un mocoso yo sola —responde Bárbara.
En la noche
Al acabar la noche, Estefanía se va a su habitación, ella sola, sin esperar que su primer matrimonio, el cual le hubiera gustado fuese el último, acabara así, ella sola durante la noche de bodas, una noche que debía ser mágica y romántica.
Jorge no ha insistido en que esté con él, ni han hablado de la luna de miel, al igual que ha hecho ella, se ha ido a su casa, a diferencia de que él se ha cogido una botella de Whisky del mini bar que tiene en el salón, y se ha bebido hasta la última gota, cayendo dormido, más bien inconsciente, en el sofá.
Cuando despierta por la mañana, le va a estallar la cabeza, se toma un par de aspirinas y un buen vaso de zumo, se da una ducha y se dirige a la mansión Vega, dispuesto a reclamar a su esposa, llegando a la conclusión de que no ha sido su culpa, no puede castigarlo por eso.
Llega a la mansión y se encuentra con quién menos quiere ver, Brayan.
—¡Todavía tendrás el valor de decir que la quieres! —le dice este furioso, hubiera aguantado ver a Estefi con él, si hubiese sido feliz al menos, pero no después de enterarse de lo de ayer.
—¡Ese no es tú problema! —le grita Jorge, perdiendo la compostura por primera vez.
—¡Si lo es!, ¡es mi amiga y tú!, ¡la has engañado!
—¡Yo no he engañado a nadie! —responde mientras se abalanza sobre él, necesitando soltar su rabia.
Los dos hombres se enzarzan a golpes, Trini que vuelve de la casita de Alfredo a un lado del terreno, los ve sangrando y peleando.
—¡Eh!, ¡ya vale!, ¡ayuda! —grita asustada.
Dentro de la mansión escuchan los gritos y salen todos, Estefi empieza a gritar.
—¡Ya vale, ya!, ¡es que sois idiotas!, ¡basta!
Pero los dos hombres no se detienen, furiosa por la escena, se mete intentando pararlos, llevándose un puñetazo en la boca. Eso sí los detiene, la observan los dos, pidiéndole perdón continuamente.
—¡No me toquéis! —les grita mientras se limpia la sangre que sale de su labio —¡Tú, adentro! —le dice a Brayan señalando a la mansión — ¡Y tú vete a tu casa, iré más tarde y hablaremos seriamente! —le dice muy seria a Jorge.
Ambos obedecen avergonzados, querían proteger a Estefi y luchar por su cariño, y la habían acabado dañando.
Al entrar a la mansión, busca a Brayan, al encontrarlo lo coge de la mano y se lo lleva al baño de abajo, saca un botiquín, limpia sus heridas y lo mira, cabreada pero más calmada.
—¿Por qué has hecho eso? —le pregunta mientras seca el Betadine soplando.
—Porque te quiero, Estefi, no podía...
—¡No podías nada, Brayan!, ya soy mayorcita y me puedo defender yo solita, ¿acaso no te acuerdas de que aquel tipo que intento propasarse? —le pregunta volviendo a esa anécdota.
Brayan se ríe, haciendo una mueca de dolor.
—Si, le diste una patada en los huevos, no paraba de llorar como una niña.
—Pues eso, no vuelvas a hacerlo —le reprende como a un niño.
—¿Y te vas a quedar aún después de eso?, ¡va a ser padre con otra mujer!, mereces más que eso.
Estefi se aparta y se estira.
—¡Ya es mi marido, Brayan!, y no puedo dejar a mi abuelo tirado..., seguiré casada un año y después, volveré a casa —finaliza ya hecha a la idea.
—¿Y yo? —le pregunta el joven.
—Tú seguirás con tu vida, sin mi, te enamorarás locamente y tendrás una familia preciosa, te irá bien.
—No, te esperaré y si después de un año, no has cambiado de opinión,me gustaría que me des una oportunidad.
Estefi sonríe, su amigo no se rinde nunca, si hubo un tiempo en el que le gustó, y mucho, pero por temor de romper su amistad, no había cedido.
—Está bien, un año —concede, dándole una pequeña esperanza.
Por la tarde le pide a Alfredo que la lleve a casa de Jorge, llama al timbre y este le abre, con un ojo un poco hinchado y varios moratones.
—Pasa...—le dice muy serio.
Estefanía lo hace, pasa delante de él, luego lo sigue hacía la cocina.
—¿Quieres beber algo? —le pregunta su marido.
—No, gracias.
—¿Para qué has venido? —le pregunta sintiéndose un perdedor.
—Ha ver a mi marido, ¿estás bien? —le pregunta preocupada.
—¡No, Estefi, no estoy bien!, ¡maldita sea, te quiero! —suelta así, sin anestesia, se lanza sobre ella, tomando su boca con un beso apasionado y desesperado.