CAPÍTULO 2- Haciendo trampa.
Mis padres tenían dos filosofías diferentes que, a pesar de ser diferentes, ambos respetaban sus diferencias y eso nunca fue motivo de discusión.
Mi padre creía que preocuparse tanto por el futuro evitaba que pudiéramos disfrutar de nuestro presente. Preocuparse demasiado evitaría que disfrutemos de nuestra vida: "Preocuparse está bien, pero preocuparse demasiado solo pondría un gran peso en nuestros hombros. Es mejor preocuparse lo suficiente y vivir nuestras vidas a nuestra manera. Vivir nuestras vidas a nuestra manera y no vivir para satisfacer a los demás".
Y mi madre creía que estaba bien disfrutar del presente, pero también debíamos preocuparnos mucho por nuestro futuro y asegurarnos de tener reservas para futuras crisis: "El futuro es incierto, Saik. Vivir sin preocupaciones nos da felicidad, pero también podría darnos dolor y tristeza. No todo es color rosa en la vida, hijo. El presente, sí, puedes disfrutarlo, pero no olvides que el futuro te alcanzará, y cuando eso pase, ¿sabrás enfrentarlo? Preocúpate por tu yo de 10 años en el futuro, pues él será el que cargue con las consecuencias de tus acciones, y el presente de tu yo del futuro, tal vez no sea capaz de disfrutarlo como tú lo haces. No te pido que te exijas demasiado, vive tu vida a tu manera. Es tu vida, tú decides qué hacer con ella. Solo recuerda, hijo, el futuro es un misterio, y si quieres vivir feliz, es mejor que estés preparado".
Ambos tenían diferentes maneras de disfrutar de su vida. Mientras mi padre disfrutaba su presente y solo se conformaba con ser un profesor en una universidad, mi madre se preocupaba por el futuro de la familia, creando nuevos programas de ayuda humanitaria, negocios relacionados al mercado educativo y de salud, incluso trabajó como modelo para varias revistas. Aunque, bueno, terminé por vender esos negocios y dándole el control de los programas de ayuda humanitaria a los amigos cercanos de mi madre, pues no tengo el tiempo para administrarlos, y tampoco confío en otros para que lo hagan por mí.
El dinero que gané vendiendo esos negocios, lo doné para construir escuelas en los lugares más pobres del país. Ese dinero lo ganó mi madre, no tenía derecho de usarlo a mi beneficio, por eso lo usé en beneficio de los niños, aquellos a los que mi madre tanto amaba. Solo me quedé con el dinero de la venta de mi casa, pues tampoco soy tan idiota como para quedarme en las calles.
Mi madre mejoró la reputación de nuestro apellido, hasta convertirnos en una de las familias más ricas y famosas del país... Bueno, hasta que ellos murieron y vendí todo, disminuyendo el valor de nuestro apellido.
Muchísimas familias intentaron adoptarme, e incluso me ofrecieron casarme con alguna de sus hijas, pero simplemente me negué y les pedí que nunca me volvieran a ofrecer un trato tan asqueroso. Ellos estaban detrás del apellido de mi familia pues, aunque soy el único miembro que queda, con todo lo que mi madre hizo por el país, sigue teniendo un gran valor social, y si me caso con alguna chica, su familia ganará reputación, por tenerme en sus garras.
Se aprovecharon de la situación para beneficiarse. Intentaron aprovecharse de las muertes de mis padres... Simplemente asqueroso.
Ah... Aunque mis padres compartían diferentes maneras de disfrutar de su vida, estaban de acuerdo en un pensamiento: "Vive tu vida a tu manera y no permitas que otros decidan cómo vivir tu vida. Es tu vida, es tu decisión. No naciste para satisfacer a otros, naciste para vivir tu vida. No importa lo que los demás piensen sobre ti, lo único que debería importarte es lo que tú pienses sobre ti mismo. No vivas tu vida fingiendo ser una persona que no eres, pues nunca la disfrutarías de verdad, y vive tu vida siendo tú mismo y feliz".
Ese pensamiento es el que más respeto.
Vivir mi vida como me sienta más cómodo, sin tomarle importancia a los comentarios negativos de las personas.
—Oye, chico, detente. No puedes entrar sin estar peinado.- Dijo un profesor, cuando estaba a punto de entrar a la escuela.
—¡Te lo dije, Saik!- Dijo Yuki, que flota a mi lado.
—No existe ninguna regla que prohíba mi estilo de cabello, señor. Si no me deja entrar, me quejaré con el director.
—Lo digo por tu bien. La primera impresión es lo más importante.
—Los resultados son más importantes que la presentación.
—Como quieras, pero espero que no te arrepientas.
—No lo haré.
Seguí con mi camino y Yuki suspiró, tal vez cansada de pedirme que me peine.
—Todos te miran raro, Saik. ¿En serio no te molesta?
—No realmente.
—Después no te quejes cuando te molesten.
—Bullying, ¿eh? No te preocupes por eso.
Porque cualquiera que se meta conmigo, terminará arrepentido.
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Bien, aquí está mi salón de clases asignado para tomar el examen de ingreso. Yuki fue a investigar quién podría ser la persona más inteligente, para copiarle las respuestas, así que está investigando, escuchando las conversaciones de los padres que esperan a sus hijos en el área de la cafetería.
Entré al salón de clases.
Mmm... Todos son tan normales. Ah, la vida escolar normal pronto comenzará. Seré un estudiante normal, con una vida normal. El paraíso.
Me senté en mi asiento asignado y un profesor me levantó el cabello.
—¿Qué pasa?
—Creí que estabas haciendo trampa, ocultando las respuestas en tu cabello.
—No soy tan ingenioso, o idiota, como para hacerlo, no se preocupe.
Me entregó un sobre y se fue.
Faltan 5 minutos y las instrucciones están proyectadas en el pizarrón.
No voltear.
No hablar.
Mirar solo el examen.
Si desvías la cabeza, se te quitará el examen.
Otras reglas sobre la prohibición de aparatos como audífonos, teléfonos, lentes oscuros, etcétera. No me preocupo por eso, dejé mi teléfono en casa.