Sonreí como estúpida al terminar de leer la carta, que podría acostumbrarme a esto y ella parece tan buena persona, algo pervertida cuando quiere, pero al fin y al cabo, buena, ¿por qué piensa qué si la conozco cambiaría de opinión? No lo entendía pero de todos modos lo deje pasar. Guardé la carta y salí de la habitación a paso rápido, esperaba llegar a tiempo a la clase.
Los pasillos estaban vacíos y todo lo que se oía era el eco de mis pisadas al correr, genial. Tal vez tuve que leer la carta más tarde, ahora de seguro que me ponían a limpiar el comedor por llegar tarde. La idea me desagradó por completo.
Me apoyé en unos casilleros por falta de aire, desde aquí podía ver la puerta del salón cerrada… Oh, no, diablos. Mordí mi labio y empecé a caminar a paso lento ideando una excusa que pudiera funcionar, tal vez si le decía que me sentía mal… No, ella me vio en el desayuno en buen estado. Quizá si le decía que no encontraba la libreta… No, no importaba si lo creía, de nada serviría. Solté un suspiro y me preparé para pasar gran parte de la noche en la cafetería.
Estaba a punto de llegar al aula cuando sentí unas manos jalarme y encerrarme en el armario de limpieza, iba a gritar pero sus manos me taparon la boca, sentía mi corazón a mil por el susto y mi respiración se había acelerado. Oh, Dios… era Jade.
—Haz silencio. —me ordenó y obedecí presa del pánico, ¿qué quería?
Sus ojos café voltearon a ver la puerta y escuché a lo lejos unas voces. Mi vista no sé podía apartar de ella, tenía miedo de que me haga algo a penas me distraiga. Tragué saliva.
—Deberías estar en clases —dijo de la nada soltando por fin mi boca y recargándose en la otra pared con los brazos cruzados sobre el pecho.
—S-se me ha he-hecho tarde. —tartamudeo, y sentí vergüenza de mí. Ella me ve detenidamente de manera fría, primero mi cara y luego va bajando por mi cuerpo, siento nervios y mi corazón vuelve a latir como loco. Su mirada se detiene en mis pechos y un rubor sube por mis mejillas, oh ¿por qué me está mirando ahí?—. De to-todos modos, tú i-igual deberías es-esta…
— ¿Estar en clases?—me doy cuenta de su burla—. Sí… yo debería. Tú misma lo has dicho. —al menos logre mi objetivo y ahora me ve a los ojos.
—Estarás en problema-as. —Ella se alza de hombros—. ¿En serio no te i-importa?
—Tengo otros problemas en mente…—dice acercándose a mí. Trago saliva—. Como el hecho de estar a solas contigo —susurra sumamente bajo.
Sus ojos viajan a mis labios, intento retroceder pero no puedo… Oh, Dios ¿alguien me dice que está pasando?
Jade se acerca más y más a mí hasta quedar en frente, mis pechos tocan sus brazos (aun los tiene cruzados) y tiene una sonrisa en la cara. La miro a ver y sus ojos se encuentran con los míos, esto debe de ser un sueño, ¿cierto? Porque Jade no puede estar en serio frente de mí sin estar insultándome o para golpearme.
—Ayer…estabas… muy, ¿cómo decirlo?, caliente.
Mis ojos se abren de golpe al escuchar eso y miles de sensaciones me invaden. Ella… ella… ¿había dicho en serio eso? Me le quedo viendo con la boca abierta, Jade no había quitado su sonrisa de la cara. ¿Cómo podía lucir tan calmada después de decir eso? ¿Era la única con el estómago revuelto y el corazón a mil?
— ¿No piensas decir nada? —preguntó haciendo su sonrisa más grande.
Moví la boca planeando decir algo pero nada salía, estaba sorprendida… Yo, wow. Estaba actuando como tonta.
— ¿Cuánto te pagaron para hacer esto? —susurré, tan bajo que mis labios no tuvieron tiempo de echarlo a perder.
—Hummm. —Se mordió el labio—. Que yo sepa, la única paga sería el poder meterte los dedos.
Mis ojos se abrieron tanto como pudieron junto con mi boca. Vale, basta, no iba a estar soportando sus tontos juegos. Me puse seria y sin previo aviso levanté mi mano y le pegue una bofetada, luego sin esperar algo de su parte, me fui.