“No sé qué decir…
Es raro, ¿sabes? Ayer todo iba tan perfecto, Perrie, pero entonces me di cuenta de lo tonta que fui, no tienes idea de lo mal que me siento.
No sé cómo decir esto, pero yo tontamente creí que me estaba abriendo paso directo hacía tu corazón, con las cartas que te hacía pensaba que algo en ti estaba haciendo que me veas de forma diferente, pero me di cuenta de que no. No era así, en absoluto, nada cambiaba, no importaba si mis cartas eran escritas desde el fondo de mi corazón.
¿Es tan difícil ver cuánto me gustas? ¿Por qué dudas de las cosas que te he escrito? ¿A caso tengo que llorar sobre de tu hombro para que siempre me sostengas de esa manera? ¿Es en serio necesario hacerme a la víctima? En serio no lo entiendo, Perrie. Mi vida ha cambiado un montón y el conocerte fue mi fuerza, que tonta he sido al pensar que ibas a gustar de mí, me duele el solo pensar en ello.
Espero recapacites y te des cuenta de las cosas tales como son, porque te conozco, sé muchas cosas sobre de ti Perrie Edwards, y ya he dicho que probablemente suene acosadora, pero me es imposible no saber cosas sobre de ti. Así que esperó que tomes la decisión correcta.
Y tal vez esté sea mi adiós, ¿de qué me van a servir estas cartas tan estúpidas? Tal vez es mejor así, tal vez algún día tengas tu respuesta. Tal vez siempre lo supiste pero no quisiste verlo o tal vez siempre fue un misterio para ti.
Me voy a despedir de ti, las cartas ya no van a estar más en tus manos, ¿me extrañarás? Quiero creer que sí. Probablemente te envié una carta otra vez, pero no sé hasta cuándo. Mi mente esta abrumada.
Te amo, Perrie. Sólo por favor, si caes enamorada, no te olvides de cómo fue qué empezó todo.
Atte.: A la que le robaste el corazón”