Una diva por navidad

Capítulo 1: Una diva para navidad.

Joel

—Lo siento Joel. No puedo casarme contigo. No esto preparada para hacerlo.

Estás palabras me cayeron como un balde de agua fría. La navidad perfecta que soñé, se fue por el caño en un segundo por las palabras de la que pensaba que sería la mujer de mi vida.

Los presentes en la base militar se quedaron anclados en el sueño sin omitir palabra alguna.

—No puedo, entiéndeme Joel.

Luego de estas palabras ella se marchó corriendo del lugar. Dejándome bajo la nieve con el corazón apuñalado.

—Teniente Coswel. -gire sobre mis pies luego de reconocer la voz del general de al base. —Creo que debería tomarse un descanso.

—No señor, no me marcharé. -cerre la caja aterciopelada con fuerza, y esto llamo la atención de todos. —Estoy bien. No hay nada de que preocuparse.

Tras estas palabras me marché con la cabeza en alto, porque no tengo nada de que avergonzarme.

Apresure el paso porque tengo que hablar con Lisie.

Camine hacia la habitación de ella, y justo antes de entrar la escuché hablar con alguien.

—Ese idiota te quiere para él Lisie. Pero yo no permitiré que me aparte de tu lado.

—Entiende Josh, él es quien debe casarse conmigo. Te amo a ti pero, él es la mejor opción.

¿La mejor opción?

Negué con la cabeza.

Me había enamorado de una arpía.

—Le daré a él, nuestro hijo. Ese bebé estará mejor siendo el hijo de Joel.

—¡Ese bebé es mío..!

—Piensalo Josh. Si me caso con él tendré acceso a la fortuna de su familia, luego me divorcio de él y con todo lo que logré arrebatarle nos largamos de este lugar. Desde un inicio este era nuestro plan. Ahora no eches todo a perder.

¿De esto fue de lo que me pude enamorar? Por Dios.

—Esta bien, así será. Te puedes casar con él.

Lisie en un ataque de emoción se lanzó hacia Josh para abrazarlo.

—Sera lo mejor para nosotros. Verás que sí.

¡Ja...! Esta creé que yo soy pendejo.

Sin hacer ruido me marché del dormitorio.

Camine unos pasos, hasta dirigirme a mi dormitorio.

Entre a la estancia y sin esperar me centre en guardar mis pertenencias.

Cuando todo estuvo recogido, me dirigí a la oficina del general.

Llame a la puerta y luego de un segundo el hombre ordenó que entrará.

—Le tomaré la palabra general. Me marché a casa. -él hombre asintió —Antes de marcharme le pido que si Lisie le pide la ubicación de mi hogar, no se la dé.

—Pero teniente....

—Nada de peros señor. Entenderá el porqué de mis palabras cuando regrese. -él general enarcó una ceja. —Otra cosa que quiero sugerirle es que traslada a Josh a la base norte. Creo que hay el ingeniero estará mejor.

—Es algo que estaba debatiendo teniente pero, ahora que usted me lo recomienda lo haré.

—Gracias señor. Nos vemos en unos días..

El general asintió.

Y yo me apresure en salir de la oficina.

“—Te he jodido Lisie. Ahora ya no tendrás a nadie más. -sonreí por estas palabras —Este es el inicio del castigo que tengo preparado para tí. Cuando yo regrese es que te va a ir peor... Te haré polvo, tal y como tú lo has hecho conmigo....”

Luego de regresar de la base, me fui directamente a mi casa. Donde me encontré a mi madre.

Al verla giré sobre mis pies con la intención de marcharme pero ya era demasiado tarde porque el la ya me habia visto.

—Madre...

—Oh.... ¡Joel! Volviste hijo mío -mi madre corrió hacia mi. Y justo cuando llegó me abrazó con fuerza. —Pense que me moriría sin volver a verte hijo. No vuelvas a irte. No quiero que te vallas.

Mi madre verbalizo estás palabras mientras dejaba besos por todo mi rostro.

—Madre...

—¡Madre, nada jovencito....! No permitiré que te marches de nuevo. Primero muerta antes de que te largues a ese lugar.

—Pues tendré que enterrarte...

La mujer que me dio la vida se separo de mi como si le quemará tras escuchar estás palabras verbalizadas por mi.

—¡Oh....! Has roto mi corazón, Joel. Lo hiciste pedazos.

—Madre entiende que....

—Ya me quedó claro teniente Joel.... Amas más a ese maldito lugar que a tu propia madre. ¡Como se te ocurre decir que tendrás que enterrarme....! ¿Es que estás loco?

Los ojos de ella se cristalizaron y en ese instante me sentí fatal.

No se porque había dicho esas palabras.

—Madre.

—Tu ganas Joel... Puedes largarte ahora mismo si te da la maldita gana pero, ten en cuenta algo Joel. -la observé hace una pequeña pausa. —Ya no tienes madre. Has de cuenta que me has enterrado, tal y como dijiste.

—Madre, no quise decir eso.

Trate de acercarme a ella pero mi madre dio un paso hacia atrás justo cuando me iba a acercar.

—Ah.. y otra cosa teniente. Cuando se marche tendrá que buscar un lugar donde dejar a su perro porque una muerta no puede hacerse cargo de un canino.

Mi madre es demasiado dramática pero, reconozco que está vez me he pasado.

—Madre, por favor solo estaba bromeando.

—Los difuntos no hablan teniente.

Me quedé totalmente quieto mirando a mi madre marcharse.

Por Dios. ¿Como solucionaría este embrollo?

Me pase una de mis manos por el pelo claramente en señal de frustración.

—¿Ahora que hago?

¿Si el llevo flores y chocolate quizás me perdone?

—No pierdo nada con intentarlo.

Tomé mi maleta en mano, camine hacia la puerta de mi hogar y antes de entrar tomé una corta respiración.

Ingresé a mi hogar y me quede de piedra al ver los cambios que mi madre le había hecho a mi casa.

Ella había cambiado mis hermosas cortinas negras por unas escandalosas cortinas rojas. Y esto no era lo único.




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