Una docena de rosas

Baño de pétalos

Me giré para ver mi alarma. Puf. No quise levantarme e ir a la escuela. Quise quedarme en cama y dormir más. Especialmente desde que oí la lluvia afuera. Lluvia, en febrero, significa hielo. Después del incidente con Crowley, no creía que Edward me rescataría de nuevo. Estúpido hielo.

Cerré mis ojos y me acosté en la cama unos minutos más. La lluvia, sin embargo, no me dejaría dormir más. Me estaba despertando, lo quisiera o no. La lluvia era lo que me estaba levantando, pero no era lo que me mantenía despierta. Olí algo.

Al principio, pensé que era parte de mi sueño. Había estado paseando por un campo de flores, buscando algo. Pero nunca lo había encontrado. Aunque me desperté, la esencia de flores no se fue. Olí rosas.

Si, tienes cinco sobre tu escritorio. Claro que las hueles, pensé. Suspiré, aún tenía que descubrir ese enigma. Aunque la esencia era más fuerte de lo normal. Comúnmente la esencia se vuelve menos perceptiva cuanto más tiempo está alrededor, incluso si no disminuye en intensidad. Ahora olía más fuerte, incluso después de estar alrededor de las rosas. Raro.

Medio dormida, abrí mis ojos antes de estirarme de golpe, completamente despierta.

Alrededor mío, pétalos de rosas rojas estaban regados a través de mi colcha. Había pétalos de rosa rociados alrededor del piso, a los largo de la repisa de la ventana, sobre mi escritorio y sobre mi tocador. Me quedé mirando. ¿Cuándo pasó esto?

Me puse de pie y caminé alrededor del cuarto lentamente, mirando todos los pétalos de rosas. Entonces pisé algo frío. Mirando hacia abajo, vi manchas húmedas a lo largo del cuarto. Después de estudiarla, me di cuenta que quienquiera que había entrado en mi cuarto había trepado la ventana. También había entrado antes que la lluvia empezara, cuando sólo había nieve sobre el suelo. La nieve se había pegado a sus zapatos, supuse, y mientras caminaba alrededor de mi cuarto dejando caer pétalos, alguna nieve había caído, dejando huellas.

Sin embargo, eran solamente manchas sin forma de humedad, no pisadas claras. Caminé hacia la ventana y miré fuera –cualquier pisada en la nieve había sido lavada por la lluvia. Maldita lluvia.

Me arrastré de regreso a mi cama y estudié las pseudo-huellas más de cerca. Se veía como si hubiera entrado por la ventana, caminando delante de mi cama primero, luego mi escritorio, tocador y closet antes de sentarse en la mecedora.

Me paré y caminé hacia la vieja silla y pasé mis dedos a lo largo de la madera. Era un sentimiento extraño saber que la persona que me había dejado rosas se había estado sentando en la silla de último. La punta de mis dedos hormigueaba un poco después de tocarla

Me giré y miré alrededor del cuarto en un estado como de trance. Entonces mis ojos cayeron sobre el reloj.

 

"¡Cielos!" iba a estar tarde para la escuela. Rápidamente, me quité mi pijama y me puse unos jeans y una camisa manga larga. Después de usar los productos de higiene apropiados, corrí un cepillo por mi cabello y salté hacia abajo. Agarrando un pedazo de tostada corrí por el camión.

Si no estaba despierta antes, la fría y gélida lluvia hizo el trabajo. Me sobresaltó y fui resbalándome por la entrada. Me tiré dentro del camión y lo arranqué, entonces me dirigí hacia el colegio.

Supongo que estaba más nerviosa de lo normal, Mike me preguntó si estaba bien dos veces. Ángela mi dio una mirada de complicidad. Casi ni le presté atención a español –era bueno que estuviera familiarizada con el libro. Pude responder las preguntas. Todo lo demás pasó volando. Por cada una de las veces que los profesores habían decidido llamarme ayer, decidieron ignorarme hoy. Bien conmigo. Me dejó tiempo para pensar.

Me senté en la mesa con mi manzana y soda. De nuevo, no me estaba sintiendo muy hambrienta. Ángela se sentó a mi derecha, Jessica a mi izquierda. Mike a su lado. Mordisqueé la manzana con indecisión.

Ángela se inclinó y susurró en mi oído. "Edward Cullen se acaba de levantar y dejó la mesa." Antes de que pudiera detenerme a mi misma, mi cabeza se levantó de golpe y miré por encima hacia la mesa de los Cullen. Ángela se rió tontamente a mi lado. "De verdad te gusta él, ¿cierto?" Preguntó. Suspiré. No había punto en responderle a Ángela – era demasiado perceptiva. Ya sabía la respuesta.

 

Suspiré y revisé la mesa vacía. "Aunque, me preguntó a donde fue," murmuró suavemente. Me encogí. Mi corazón estaba latiendo rápidamente en mi pecho con la anticipación de sentarme a su lado en Biología, pero por fuera permanecía calmada. Ángela dio un pequeño mordisco a su emparedado.

Revisé el reloj de nuevo, esperando por la hora en la que sería aceptable ir a clase. No quería entrar demasiado temprano y ser la primera como una idiota; media cafetería había comenzado a irse a su clase y pensé que ese momento era aceptable para irme.

Me levanté y tiré mi media comida manzana dentro del caneco de la basura y terminé mi soda, dejando caer la lata en la basura también. Me colgué al hombro mi bolso y me dirigí a Biología. Esperaba que Edward estuviera sentado en su silla. No lo estaba.

Cuando había dejado la cafetería había asumido que había ido a clase. Un poco decepcionada, me acerqué a la mesa. Ahí, posada en mi lugar, estaba una caja de chocolates y otra rosa. A su lado estaba un trozo de papel doblado.

Cuidadosamente, bajé mi bolso y me relajé en la silla. Me sentía como si estuviera en cámara lenta. Mis manos se sacudían mientras levanté el papel doblado. Mi corazón se aceleró. ¿Era una nota? Sería capaz de identificar quién era mi persona misteriosa. Estremeciéndome con anticipación, desdoblé la nota. Finalmente, estaría un poquito más cerca de averiguar quien era-

Una Docena de Rosas

Eterna perfección en su máxima expresión

Esa desnuda tranquilidad ha dejado al descubierto



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En el texto hay: misterio, rosas, amor

Editado: 27.08.2023

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