Una dosis de sanación

CAPITULO 1

 Zona de confort "

EMMA

— ¡¡¿QUE?!! — grito enojada y a la vez frustrada al saber que mi hermano no podrá pasar por mi a la preparatoria — Liam no puedo volver a la casa sola — digo tratando de controlar mis nervios a raya  —  Por dios! Ni siquiera se la dirección de la casa — confieso porque apenas conozco la ciudad en que nos hemos mudados además de que no tengo dinero suficiente para agarrar un taxi de vuelta a casa.

— Hay una cafetería que se encuentra a unas cuadras de tu preparatoria — dice y hago el ceño fruncido tratando de recordar las calles que pasamos esta mañana de ida a clases

— Si — Digo algo dudosa tratando de recordar.

— Sabes donde es cierto? — Pregunta y asiento a pesar de que se que no puede verme por estar en la universidad  — Solo esta a dos cuadras de la preparatoria, no te vas a perder, cuando termine mi clase paso por ti.

Intento protestar pero solo finaliza la llamada dejándome con la palabra en la boca.

Lo odio! tenia que ser mi hermano mellizo.

Suelto un suspiro pesado al saber que me toca caminar.

Miro alrededor notando que hay pocos estudiantes así que dentro de mi alocada cabeza comienzo a tratar de recordar porque parte quedaba la cafetería.

A veces quisiera que no se me olvidaran tan rápido las cosas.

Comienzo a caminar despacio haciendo memoria de las calles que pase para no llegar a perderme y la sensación de cansancio comienza a abordar mi cuerpo.

Al parecer a el universo no le  fue suficiente haberme caído de la cama esta mañana al despertarme y duchándome con agua fría ya que se había terminado el agua caliente en mi habitación sin incluir que llegue tarde y como chica nueva ingresada a ultimo curso las miradas se hicieron presentes en toda el aula observándome de pies a cabeza murmurando entre ellos acerca de mi aspecto físico.

Este día no pudo haber sido mejor sinceramente.

Que gran bienvenida me ha dado San francisco para iniciar la semana.

Lo amo sinceramente tanto que se me olvida que me encuentro a miles de kilómetros de mis abuelos, tíos y primos que están en mi amada Florida viviendo mientras que yo me intento adaptar a una ciudad nueva gracias al trabajo de mis padres, Erick y Madeleine pareja de excelentes cirujanos que terminaron recibiendo un traslado en un hospital en esta ciudad.

Un par de gotas de agua llegan a caer  en mi hombro y dirijo mi mirada al cielo para darme cuenta que esta del cielo oscuro lleno de nubes grises

Genial! Va a llover

Me echo a correr de inmediato tratando de huirle a la lluvia cuándo siento como las gotas de lluvia golpean con fuerza en mi piel y en pocos segundos termino aumentando mi corrida sin rumbo fijo ya que el ruido de los truenos mezclado con la llovizna me es imposible ver el camino.

Mi respiración esta próxima a desfallecer, es lo único que logro reconocer ya que lo que mas temía se volvió realidad no logro identificar las calles en la que me encuentro y siento que voy a perder los estribos de los nervios mezclado con miedo que siento en este momento.

Logro llegar a una esquina logrando visualizar la cafetería tratando de recuperar el aire que me falta en mis pulmones.

No tengo la menor idea si es la cafetería que pasamos esta mañana pero necesito un lugar seguro para poder pasar la lluvia antes que termine resfriándome.

Miro a ambos lados revisando que se encuentre la calle sola así que decido pasar a toda prisa y en cuestión de segundos la luz de un coche me ciega por completo junto con el bullicio del pito de su bocina resonando en mis oídos  suelto un sonoro grito de miedo haciendo que mi cuerpo quede helado ante el recuerdo pulsante que viene a mi memoria del accidente en que estuve hace dos años solo espero el impacto del coche en mi cuerpo ya que me es imposible moverme del estado en shock que he quedado.

Uno, dos, tres segundos pasan donde solo espero el impacto para irme directo al cielo cuando de un momento a otro alguien se abalanza prácticamente encima mío tirando de mi cuerpo hacia un lado de la carretera terminando nuestros cuerpos cayendo en un charco de agua con lodo ensuciándonos todo.

Me encuentro aterrada apenas y puedo reaccionar  al notar como el coche avanza a toda prisa sin detenerse.

— ¡¡Que gran hijo de puta!! Acaso no vez la puta luz en rojo — grita una voz masculina llena de cólera mirando en dirección hacia la carretera en que ha desaparecido el coche.

Apenas y puedo procesar todo en este momento.

Casi muero una vez más.

Por un momento mi vista se centra en el chico alto de tez blanca con su cabello de color negro que se encuentra totalmente empapado producto de la lluvia y la idea de como carajos sigo intacta pasa por primera vez por mi cabeza.

Pensé que me iba morir

El chico que me ha salvado de una ida a urgencias o de un viaje directo al cielo me mira con cierta intriga reparándome de pies a cabeza

— Virgen, levántate! Esperas una invitación o que? — Habla el chico de forma tajante  incorporándose de pie  y yo hago lo mismo sintiendo un dolor pulsante en mi rodilla.

Genial! Me he lastimado.

— Te duele? — pregunta el chico pero no contesto ya que no tengo idea quien es y mucho menos si debería seguir junto a él — ¿Eres muda? Genial! Termine rescatando a una invalida.

Que hijo de puta.

— Eres un idiota — exclamo mirándolo a los ojos por primera vez notando el color miel que tiñe sus ojos.

—  Genial! Si hablas, pensé que no lo hacías.

— Si puedo hablar y para tu información eres un gran hijo de puta — escupo al notar lo poco hombre que es este chico.

— Vaya, la niña tiene agallas —Da unos pasos acercándose a mi con cautela y el miedo comienza a correr por mi espina dorsal ante la idea de que termine haciéndome daño.

— Aléjate! — pido mas en una orden conteniendo el terror que tengo en este momento.

—  Que curioso, te salvo la vida y me tratas así? Que descortés.

— Nadie te lo pidió — le recuerdo con cierta brusquedad en mis palabras.

— Losé, es que era mi obra de caridad del año princesa.

Tenia que decir esa ultima palabra.

La piel se me coloca de gallina de solo escuchar esas palabras una vez más.

Los recuerdos vienen a mi y las ganas de vomitar comienzan apoderarse ya que de solo sentir el bombardeo de recuerdos me enferma.




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