Una dulce mentira

Capítulo 6 La oxigenada

―¿Puede dejarme en el centro por favor?

El señor Parker, me observa con suspicacia.

―Puedo llevarte a dónde necesite ir, señorita Jones ―me dice, pero no tengo la intención de que conozca sobre mí. Quiero mantener esto apartado de mi vida personal tanto como pueda―. Voy con buen tiempo.

Niego.

―Iré a comprar algunas cosas que necesito ―miento―. No quiero hacerle perder tiempo valioso en cosas insignificantes.

Asiente en acuerdo, pero no se da por vencido.

―La dejaré en el sitio al que necesite ir y seguiré mi camino.

No me queda otra opción, que aceptar.

―Señor Parker…

Eleva la mano para pedirme que me detenga.

―Por el bien de mi hija, evita llamarme de manera informal, tutéame por favor y haré lo mismo contigo. Así nos acostumbramos a llamarnos por nuestros propios nombres y, Zoe, se sentirá en un ambiente más normal y adecuado.

―Por supuesto, seño… Dexter.

Se siente diferente llamarlo por su nombre. Debo ser sincera conmigo mismo y reconocer que me guste la manera en que se oye.

―Agradezco tu esfuerzo, Clarisa.

Asiento en respuesta.

―No es necesario que me agradezcas, Dexter, entiendo que es por el bien de Zoe. Asiente en respuesta.

Saca el móvil de su bolsillo cuando este suena y se concentra en su trabajo. No volvemos a hablar durante el resto del camino.

***

Una vez que bajo del auto espero que se alejen para dirigirme a la estación del autobús. Necesito ir a visitar a la abuela y saber cómo va todo. Compro el boleto y abordo el transporte. Media hora después me bajo en la terminal y tomo rumbo hacia el hospital.

El sol es inclemente y la caminata se torna agotadora. Compro una botella de agua para calmar la sed y aplacar el calor agobiante que está a punto de convertirme en pollo frito.

Ingreso al hospital y en poco tiempo llego a su habitación.

 ―¿Cómo pasó la noche?

Le pregunto a mi amiga Crista apenas entro.

―Estuvo tranquila ―me acerco a su cama para darle un beso en la frente―. La mantuvieron sedada, pero pasó buena noche.

Respiro profundo y extiendo mi brazo para acariciar su cara avejentada y palidecida.

―Agradezco que estés cuidando de la abuela mientras estoy ausente ―me acerco a ella, le doy un abrazo y la beso en la mejilla―. De ahora en adelante, me ausentaré por mucho tiempo, pero cuento contigo para que te encargues de ella. No tengo otra opción, Crista ―niego con la cabeza―. Es la única manera en la que puedo salvar su vida.

Me mira con comprensión.

―Lo entiendo, Clarisa, no tienes por qué explicarme ―eleva sus manos y las coloca sobre mis hombros―. La cuidaré por ti, sabes que adoro a tu abuela como si fuera mi madre ―me dice con su voz dulce y suave―. Ustedes dos son la única familia que tengo.

Mis ojos se anegan de lágrimas. Tanto Crista como yo, fuimos abandonadas siendo niñas. Al menos yo conté con la fortuna de tener a mi abuela. La única persona que me queda en esta vida. Ella y Crista, es todo lo que conozco por familia.

―Lo sé, Crista, conozco de tu buen corazón.

Me acerco a una de las sillas para descansar un poco luego de la larga caminata.

―¿Cuándo me contarás lo que está pasando, Clarisa?

Me quito los zapatos y muevo mis pies adoloridos. Debí ponerme zapatos más cómodos.

―Lo haremos en cuanto podamos estar solas y en un lugar adecuado ―miro hacia la cama para asegurarme que la abuela continúa dormida―. Es una historia larga y complicada.

Me escudriña con su mirada inquisitiva.

―Me tienes impaciente desde anoche ―baja el tono de su voz y se sienta a mi lado―. Todo fue demasiado repentino. Es la primera vez que haces las cosas de manera tan impulsiva.

La miro a los ojos.

―No tuve más opciones, Crista ―es todo lo que le voy a decir por ahora―. Era esto o la vida de la mujer que me entregó la suya para cuidarme.

Ambas miramos hacia la cama y vemos dormir a la mujer que se convirtió en nuestra madre.

―Sí ―me dice convencida―, estaría dispuesta a entregarle mi alma al diablo por esa mujer.

Sé que suena como una broma, pero no pongo en duda que mi amiga es capaz de hacer cualquier sacrificio por ella; tal como yo, lo estoy haciendo.

―No reuniremos este fin de semana ―le propongo―, veré como escaparme por algunas horas para poder contarte todo lo que está pasando.

***

Me siento tranquila después de haber visitado a la abuela en el hospital y saber que el tratamiento para combatir su enfermedad; está dando resultados. Saco el móvil de mi bolso, pero descubro que está descargado. Madre mía. Me muerdo la uña con nerviosismo.



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En el texto hay: drama, amor, embarazo

Editado: 24.01.2023

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