—Entonces dejen su interesante charla para el recreo, que yo tengo que dar mi clase. —dijo y desvió su vista hacia la hoja que tenía en manos—. Las últimas parejas son Kate con Jhoan, y Keihder con Samantha. —terminó por decir y de inmediato sonó el timbre de receso.
Todos en el salón estaban guardando sus cuadernos mientras ignoraban el hecho de que había una nueva estudiante del extranjero entre ellos, la maestra antes de irse miró fijamente a Mar poniendo los manos en puños para luego irse a paso rápido firme, sin duda esa maestra tenía algo contra Mar.
—Que suerte tienes. —dijo Mar mientras se paraba de su asiento, ignorando el anterior acto de su loca maestra.
—¿Por qué? -preguntó Samantha imitando a Mar.
La chica se acercó a ella agarrando su bolso con fuerza mientras abría sus ojos más de lo normal.
—Keihder es uno de los chicos más guapos del Instituto y es el más inteligente de este salón. —dijo mordiéndose el labio inferior.
—¿Inteligente y guapo? —se frotó su barbilla fingiendo que pensaba—. Mínimo ¡es gay! —afirmó muy segura.
—Te equivocas, no es gay y lamentablemente tiene novia. —dijo cayéndose su enorme sonrisa—. Es una engreída, nadie la soporta. —se cruzó de brazos y rodó los ojos.
Samantha abrió los ojos sorprendida.
—Entonces era verdad, todos los institutos tienen su versión.... —murmuró entre cerrando los ojos.
Mar no logró escucharla, después de hablarle de la novia de Keihder se fue a la cafetería con sus amigas y dejó a Samantha sola algo que ella nunca creyó que la dejaran sola por unas bobas, viendo el panorama no sería fácil separarla de aquel grupo, pero lo haría.
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—Es ella, la rubia de pelo rizado. —dijo Mar señalando hacia un banco mientras comía su hamburguesa.
—Gracias, buen provecho. Nos vemos luego. —se alejó de ella y se dirigió hacia la rubia.
Samantha estaba sentada de espaldas viendo la hora en su celular ansiosa porque terminará el receso o mejor porque terminará el día para irse a casa, aunque tampoco le gustaba la idea de quedarse en casa, pero al menos allí podría hablar libremente con sus amigas, claro cuado le cogieran el móvil.
—Hola. —dijo él poniendo su mano en el hombro de ella.
—Aloha. ¿Quién eres tú y qué quieres? —quitó el brazo de él de su hombro a la vez que se volteaba.
Luke quedó en shock, no podía creer que estuviera de frente con Samantha Yamil Carter Cordero de nuevo, aunque tuviera el pelo rizado y estuviera sin una gota de maquillaje -algo muy extraño en ella-, como quiera la reconocería en cualquier lugar. Para él era impactante verla después de tanto tiempo y más que tuvieran que hacer un trabajo escolar juntos, después de él haberle hecho tantos trabajos a ella.
—¿Vista a un fantasma o qué? Quita esa cara de torpe. —dijo chocando los dedos en frente de él, tratando de despertarlo de su trance.
Luke volvió hacia a situación y con todo su ser tratando de no trabarse en sus palabras, entonces por instinto solo habló.
—Lo siento, ¿no sabes quién soy? —preguntó muy confundido entrecerrando los ojos.
Samantha no sabía de qué hablaba, así que tiró una carcajada y muy como algo obvio reaccionó a su pregunta.
—¿Eres un famoso que debería saber quién eres? —preguntó cruzada de brazos.
—Soy Keihder, tu compañero en el trabajo de Biología. —estrecho su mano.
—Samantha. —agarró su mano y la soltó en cuestión de segundos—. ¿Entonces qué debemos hacer? Porque esa mujer no explicó absolutamente nada, ni siquiera me dejó saber su nombre para reportarla con el director. Inteligente ella. —dijo cayendo en cuenta de la audasia de su maestra.
—Una maqueta de la naturaleza donde una parte sería el ambiente de los animales sin contaminación y la otra parte puesto lo opuesto. Y tendríamos que hablar sobre ambas partes, desventajas de lo normal que conocemos como las industrias, el plástico etcétera y desventajas. Para el Martes —dijo pasando su mano por su pelo.
—Me perdí cuando dijiste... —estaba hablando cuando fue interrumpida por los gritos de alguien.
Una chica pelirroja jaló a Luke por un brazo lo volteó y lo besó sin importarle nada ni nadie. Samantha los veía con asco mientras se daban un beso apasionante. Luego de unos minutos se desapartaron.
—Por cierto, amor. —se apartó de la chica—. Ella es... -estaba hablando cuando la chica lo interrumpió.
—Samantha. —terminó por decir. Entrecerró los ojos y cruzó los brazos—. Sin ese kilo de maquillaje con el que te muestras en Instagram te puedo reconocer mejor, lagarta amarilla. —le dejó claro muy sonriente.
Samantha estaba que ardía de furia por dentro, nunca creyó volverla a ver, al menos tenía la esperanza de que algún carro la había chocado y matado ya que en los tiempos que estudiaban juntas pasaba las calles lenta como en las películas de hollywood estando los semáforos en verde o rojo.