Una esposa en alquiler

CAPÍTULO 03

SCOTT

—Lo lamento señor Miller, pero no hay dudas en el diagnóstico. Luka tiene leucemia. 

Esta era la peor noticia que recibía. Primero mi esposa me abandonó y ahora esto. 

—¿Está seguro? No existe alguna posibilidad de que sea un error. 

—Ya le hicimos una serie de pruebas, pero el diagnóstico sigue siendo el mismo. 

—Y ¿Ahora qué? 

—Bueno, debemos iniciar con un tratamiento y debe ser urgente. La enfermedad está muy avanzada y debemos actuar rápido. 

—¿Cree que debería decirle a mi hijo? 

—Es muy pequeño para que puedan entender la gravedad de su enfermedad. La familia es muy importante en estos momentos, deben estar muy unidos y hacer que el pase buenos momentos. 

La familia, sin mi esposa  a mi lado y con mis padres lejos de mis hijos era casi imposible que Luka llevara una vida normal. 

—Haremos todo lo posible para que se sienta bien. 

—Mañana los espero para que iniciemos con el tratamiento. Ya puede llevarse a Luka, está a dos puertas de mi clínica. 

Estreché la mano del médico y pasé por Luka. Lo tomé entre mis brazos y lo llevé hasta mi auto. Lo coloqué en el sillón trasero y puse el cinturón de seguridad. Tomé mi lugar y empecé a conducir. Desde el retrovisor lo podía observar. Su mirada estaba perdida. 

Luka era un niño de ocho años, mi segundo hijo con Ivette. Casi que no pasaba tiempo con ellos ya que me mantenía todo el día en la oficina y era mi esposa y su mi nana quien se encargaba de ellos, nunca supe de los síntomas hasta que en estos días empezó a sangrar de la nariz y la hemorragia no pasaba. Lo llevé con su pediatra y el diagnóstico no fue favorable, me recomendaron visitar una clínica al otro lado de la ciudad. Así hice un largo viaje con la esperanza de tener mejores noticias, pero todo va de mal en peor.  

—Papá, ¿puedo dormir en el auto? —preguntó Luka. 

—Estamos por llegar al hotel, espera unos minutos y podrás ir a descansar el tiempo que quieras. 

—¿Mamá cuándo vendrá? La extraño mucho. 

Le había dicho a los niños que su madre había tenido un viaje de emergencia. Aún la seguía buscando, pero al parecer se la había tragado la tierra. Pensé que iba a arrepentirse y en pocos días estaría de regreso, pero ha pasado un mes desde que se fue. 

—Muy pronto, volveré a llamarle para que regrese. 

Llevé a Luka al hotel en donde estaban el resto de sus hermanos con Nana. Lo dejé en la cama junto a Leo y Dan. 

—¿Qué tal te fue? —preguntó Nana. La alejé un poco para que los niños no escucharan. 

—Las noticias no son buenas y además de eso Luka insiste en que quiere ver a Ivette. 

—Pobrecito mi niño. Scott tienes que buscarla aunque sea para que este con Luka. 

—La he buscado, pero es como si hubiera muerto, no la encuentro por ningún lado y nadie la ha visto. Ya no se que hacer. 

—Deberías decir la verdad, sobre todo a tu familia. 

—No quiero Nana, mis padres me han reprochado todo el tiempo por haberme casado con Ivette y esto los alegraría. Sabes, mejor iré por un trago, son demasiadas cosas para mi. Te recomiendo a los niños. 

Salí del hotel y empecé a conducir, mientras llevaba un cigarrillo en mi mano. Tenía años de no probar uno, pero en estos momentos era lo único que me calmaba. Llegué a un lugar alejado de la ciudad y ví un bar. Decidí entrar y pedir algo. 

Me senté al final de la barra y pedí una cerveza y después otra, y otra, y otra. 

Necesitaba olvidar todos mis problemas aunque fuera por unas horas. 

—Otra cerveza por favor. 

—Señor. No puedo servirle otra, ya sobrepasó el límite que tenemos permitido. 

—Es mi dinero, mi cuerpo y yo decido cuántas cervezas tomar, así que deme otra. 

—Ya le sirvo otra. 

Puse mi cara sobre la barra, estaba tan borracho que no importaba parecer un vulgar borracho, que el exitoso abogado estuviera casi en un coma alcohólico. 

—Ya le sirvo. —Escuché una voz muy parecida a la de mi esposa. Levanté mi cara y vi a una chica sirviendo unas copas. ¿Ivette? ¿Era ella? 

—Señor, ¿necesita algo? —preguntó, tomé su muñeca. No había duda de que era mi esposa, pero ¿qué hacía aquí? —¡Suélteme!—chilló 

—Me dejaste para convertirte en una vulgar cabaretera. 

—¿De qué está hablando? 

—Dejaste a tus hijos ¿por esto? ¡Responde Ivette!

—Señor, me está confundiendo. 

De pronto sentí como me tomaron por los brazos y me apartaron de la barra. —¡Sueltenme! —me lanzaron al suelo. Miré a mi alrededor y mucha gente me veía. Busqué mis llaves y busqué mi auto. Me metí en él y recosté mi cabeza en el sillón. 

Estaba tan borracho que había confundido a una bartender con Ivette. ¿Por qué no podía arrancar de mi corazón a mi esposa? Después de abandonarme pensé que sería odiarla, pero aún la amaba a pesar de que me dejara. 

No tengo idea de cuánto tiempo pasé en el auto, pero cuando abrí mis ojos el lugar estaba vacío. Escuché algunas voces y miré al otro lado de la carretera. Allí estaba, la chica del bar iba acompañada por un tipo. 

Su aspecto físico era parecido al de Ivette. Froté mis ojos para asegurarme de lo que veía y en efecto mis ojos no mentían. Ella no era mi esposa pero era muy parecida a ella. 

«Y sí…» Una idea vino a mi mente, pero antes tenía que verla de nuevo.

 

(...) 

 

Llevé a Luka a su primera cita con el médico. Era algo tan difícil para mi, verlo sufrir de esa manera. Agujas por todo su cuerpo, para un sin fin de exámenes, un día completo haciéndole pruebas. En todo momento él solo pedía a su mamá y eso me rompía más el corazón. 

—Pronto mamá estará con nosotros. Te lo prometo. 

Besé la frente de Luka y lo dejé en el hotel. Me dirigí al bar al que había asistido la noche anterior solo para ver de nuevo a aquella chica. 



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En el texto hay: romance, drama, doble identidad

Editado: 07.06.2022

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