Una Esposa para El señor Wayne

Capítulo XIII

ALEXANDER

Me emocioné mucho cuando me dijo que había aprobado, estaba súper emocionada. Vamos en el auto y llegamos a la granja. 

Donde tenemos una sorpresa, junto con  Emiliano y Eva le organizamos una sorpresa. Bajamos del auto y entramos a la casa.

 

– ¡SORPRENSA! –gritan Emiliano y Eva.

 

Los papeles vuelan por todos lados y un enorme letrero de "Felicidades". Ella pone sus manos sobre su boca, se gira hacia mí. 

 

– Queríamos darte una sorpresa –le sonrío.

 

– Gracias, es muy lindo –se gira hacia mí–. No lo habría logrado sin ti.

 

– Lo harías logrado sin problema, estoy seguro –la miro sonriendo.

 

Acaricio sus mejillas suavemente, pasando por los hermosos hoyuelos que se le forman al sonreir. Sin previo aviso la beso, sus labios son adictivos, desde que los probé se me es imposible resistirme cuando los tengo cerca. 

 

– ¡WOW! ¡Por favor, chicos! –grita Emiliano–. Piedad en frente de los pobres.

 

– Lo siento –Celeste se disculpa–. ¿Y tu para cuando, Emiliano?. Eres joven, guapo y soltero.

 

– Cuidado, me voy a poner celoso –le digo abrazándola–. Decoraron todo bastante rápido, chico. Gracias.

 

– Considerando el tiempo que nos diste, hermano... –Eva mira a su al rededor–. Si, bastante rápido.

 

– Gracias a ambos –Celeste les agradece–. No saben lo importante que es para mí. 

 

– De nada –le responde Emiliano y me mira–. Hermano. Tenemos que hablar. ¿Vamos? 

 

– Claro, enseguida volvemos –les digo a las chicas. 

 

**************************

 

ADLER

Voy en mí auto hasta el otro lado del pueblo donde una pequeña isla se encuentra no muy alejada de aquí. Ahí se extiende la mansión de mi padre dónde está. Muchos sirvientes me dijeron que no ha salido en días, que melodea la mansión día y noche.

Al llegar, bajo de mí auto y entro a la mansión, lo encuentro en el sofa leyendo.

 

– ¿Papá? –digo caminando hacia él.

 

– Adler, hijo –se gira hacia mí–. Viniste a visitarme.

 

– Claro que sí, papá –me siento a su lado–. Sabes que siempre lo hago. 

 

– ¿Cómo están las niñas? –pregunta. 

 

– Bien, papá. Te extrañan –le sonrío–. ¿Por qué no vienes a visitarnos? 

 

– Lo haré, lo prometo –sonrie.

 

– ¿Sabes?. Alexander Wayne se ha vuelto a casar hace unos meses –le digo–. Su esposa de parece a mamá. 

 

– Me alegro por él –dice–. Aunque mí relación con sus padres empeoró mucho estos años, jamás tuve problemas con sus hijos.

 

– Yo tampoco –le sonrío–. Incluso ahora me llevo mejor con su hijo mayor.

 

– Se acerca el aniversario de Alisson –su voz se quiebra–. Cumpliría 24 años. 

 

– Fue mí culpa. Debo haberla cuidado como dijiste –bajo la mirada–. Fueron solamente segundos... Mamá murió por mí culpa.

 

– No, hijo –me consuela–. Tenías nueve años, no debía dejarte cuidándola

 

– Aún así era mí responsabilidad –cubro mí cara con mis manos.

 

*************************

 

ALEXANDER

Emiliano me lleva a la oficina, en cuanto entramos su cara se transforma, se pone serio. 

 

– ¿Que fue lo que averiguaste? –pregunto. 

 

– Es adoptada, Alexander –me dice–. Celeste no es hija de los Amos.

 

– ¿Es adoptada? ¿Cómo que...? –cierro los ojos–. Eso explica todo.

 

– Hay más... Cuando ella llegó a Grecia –suspira–. No hablaba griego, hablaba...

 

– Español –digo–. Lo sé... Creo saber quiénes son sus padres biológicos.

 

– ¿Cómo? ¿Tu ya sabías esto? –me pregunta–. ¿Desde hace...? 

 

– Desde hace unos meses –respondo–. Emiliano creo que Celeste es la hija de los Aster. 

 

– ¿¡QUE!? –grita–. ¿Cómo...?. Ella murió, Alexander, se ahogo hace años. ¿Has perdido la cabeza? 

 

– Jamás encontraron su cuerpo –le digo–. Y ella tiene sueños dónde de ahoga y un hombre le dice Alisson. Emiliano, nadie jamás le dijo eso. 

 

– Hay que hacer algo para averiguarlo... –me mira–. ¿Que vas a hacer si es verdad? ¿Se lo dirás? 

 

– No puedo esconderle la verdad –cierro los ojos–. Tendré que decirle, se lo merece. Y de alguna forma, su conciencia se lo estaba diciendo de alguna forma.

 

– También –afirma–. Es mejor que volvamos con ellas.

 

Las chicas quisiera salir para celebrar, claro que a escondidas. Así que Celeste arreglo a Eva quien estaba feliz de la vida por parecer por primera vez una chica normal. 

Subimos al jet, obviamente a escondidas y nos fuimos a Barcelona. 

 

*********************

 

CELESTE

Llegamos a Barcelona y reservamos habitaciones en un hotel. Fuimos a un club. Bastante bueno.

Alexander me abraza, mientras brindamos.

 

– Vamos a brindar por mí cuñada y por mí –levanta su copa.

 

– ¿Por qué tenemos que brindar por ti? –le pregunta Alex. 

 

– Porque este sabio que está aquí... Osea yo –se señala–. Dijo que este cabeza hueca de mi casi hermano de iba a enamorar y no me creyó. 

 

– Entonces hay que brindar por él también –dice Alex y me mira–. Porque si me enamoré de ella.

 

– Y yo también me enamoré de mi misma –digo bromeando. 

 

– ¡OH!. ¿Ven lo que pasa cuando se ponen románticos? –dice–. Se ponen bromistas. 

 

Me río con ganas y me abrazo a él. Así nos quedamos. Vamos a bailar un rato, luego seguimos hablando y riendo. 

Una vez en el hotel, vamos a nuestra habitación. Cuando entro dejo mí saco en un sillón y siento las manos de Alex en mí cintura.

 

– ¿Cómo la pasaste? –pregunta en mí oído. 




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