Una Esposa para El señor Wayne

Capítulo XLI: Último Capítulo.

• UN AÑO Y MEDIO DESPUÉS •

 

CELESTE

Felicito a Adler y Carolina por el nacimiento de su hija es un niña preciosa y dulce. Ha sido un año difícil, desde que Alexander se suicidó nada ha sido lo mismo.

Pero la felidad no tardo en llegar cuando me enamoré de Emiliano con quién me comprometi hace unos días. Máximo, adivinen... Se enamoro de mí mamá y hace unos meses se casaron. 

 

– Muchas felicidades –les digo–. Es muy hermosa.

 

– Gracias, Celeste –dice Adler–. Esperamos los suyos próximamente.

 

– Bueno... No hay que esperar mucho más de nueve meses –Emiliano toca mí vientre–. Pronto tendrá un primito o primita.

 

– ¡No puede ser...! –exclama mí padre–. ¡Felicidades mí amor! 

 

– Gracias papá –nos abrazamos–. ¿Y Conrad, Carolina?

 

– Con Brunella –baja la mirada–. Cómo todos los días.

 

– ¿Aun tiene esperanzas? –pregunto.

 

– Tiene la fe y la seguridad de que va a despertar –dice Adler–. Siempre se queda con ella.

 

Me da pena Conrad, Brunella no ha despertado. Muchos médicos dicen que hay que desconectarla y dejarla ir pero su familia y Conrad se niegan. 

La puerta se abre y Conrad entra fingiendo una sonrisa. 

 

– Hermana... Felicidades –dice acercándose–. Me enteré de la noticia. 

 

– Gracias hermano –ella le sonríe–. Te presento a tu sobrina... Brunella. 

 

Conrad mira a su hermana con lágrimas en los ojos las cual se seca rápidamente.

 

– Ella despertara... Estoy seguro –dice–. Lo hará. 

 

– Desearía tanto... Creer lo mismo que tu –le responde–. Y ojalá así sea.

 

– Será así, lo juro –dice y mira a su sobrina–. Es la bebé más hermosa de la vida.

 

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CONRAD

Aunque todos crean que Brunella no despertara tengo la certeza de que lo hará. Estoy seguro de que si lo hará, paso día y noche con ella a su lado, leyendole o cantándole... Desafinado pero bueno.

Visito a mí hermana un rato y luego me voy hacia la habitación de Brunella. Pero llegando veo enfermeros sacan las máquinas respiradoras de la habitación. Mí corazón se oprime.

 

– ¡Eh! –grito–. ¿¡QUE ESTÁN HACIENDO!?

 

Entro a la habitación casi llorando pero me detengo al ver a Brunella despierta, al verme sonríe. Me acerco a ella llorando y sonriendo.

 

– Mi amor... –digo temblando. 

 

Caigo de rodillas a su lado y tomo sus manos, las cuales beso. 

 

– Mí amor... Sabía que lo harías –digo emocionado–. Volviste. 

 

– Gracias, mí amor... –me dice–. Por jamás perder la fe. Mí familia me dijo que estuve durmiendo un buen tiempo..

 

– Tu novio es un verdadero luchador –dice Lucas–. Tienes suerte. 

 

– Jamás tuve ninguna duda –digo emocionado–. Estás aquí ahora. 

 

– Lamento haberte preocupado, amor –me dice–. Por más de un año. 

 

– No no, nada de eso –la beso–. Eres lo mejor que me pasó en la vida. 

 

– Tu también... –me sonríe con lágrimas–. Tu también, mí amor. 

 

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• CINCO AÑOS DESPUES •

 

CONRAD 

Nos reunimos todos en una cena de reunión, mí hermano y yo no paramos de reír. Al final de todo acepte el apellido Wayne... Soy Conrad Spencer Wayne. 

Me siento junto a mí esposa... Brunella, la señora Wayne. Nuestro hijo, Isaac corre junto a sus primos, el hijo de Celeste y Emiliano corre a su lado, Andrés, son mejores amigos.

Acaricio el enorme vientre de Brunella, espera mellizos, es increíble como pasa el tiempo. Somos una enorme familia. Me levanto para hablar.

 

– Familia... Han sido unos hermosos cinco años –digo–. La familia sigue creciendo en gran cantidad, duplicada. 

 

Señaló a Brunella y todos ríen.

 

– Pasaron momentos feos antes de esto –digo con melancolía–. Pero juntos estamos aquí. Más fuertes que nunca... Las personas que ya no están físicamente nos miran desde arriba... Con excepciones claro.

 

– Eso es verdad... –dice Eva.

 

– Lamentablemente –digo–. Y cosas buenas aparte, mí hermano y yo nos entendimos, Emiliano y Celeste se casaron, y muchas cosas más... Veo un hermoso futuro de ahora en adelante...

 

Levanto mí copa y sonrío. 

 

– Así que, familia... –digo–. Por la familia. 

 

– ¡Por la familia! –gritan todos. 

 

Chocamos nuestras copas, riendo y hablando. Por la noche vemos los fuegos artificiales de año nuevo decorando el cielo nocturno. 

Veo a todos casa uno con su familia, yo abrazo a mí esposa y a mí hijo... No hay nada mejor. Beso la mejilla de mí hijo y miro a Brunella.

 

– Te amo, mí amor –le digo. 

 

– Yo también te amo, mí amor –me besa. 

 

Que gran futuro. 

 

¡FIN!.




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