Una ExtraÑa En Las Highlands (completa En Novelame)

CAPITULO 3

Blake se apeó del caballo y observó a su alrededor. Junto a Andrew, su hombre de confianza y amigo de la infancia habían decido ir a visitar aquella cabaña de nuevo.

Ya le había relatado a Andrew todo lo que aquella jovencita le había dicho. Aun debía poner en tela de juicio sus palabras porque no conocía la otra versión de la historia pero algo en su interior le decía que Lioslaith decía la verdad.

Había enviado a dos hombres a las tierras de los Murray para corroborar que ella realmente fuera de ahí. Quizás, con un poco de alcohol en la sangre, algún guerrero Murray diría si el Laird tendría alguna hija llamada Lioslaith.

Recordando sus heridas y golpes, apretó los puños. No entendía a los hombres que golpeaban a las mujeres.

La cabaña, bastante deteriorada no decía nada sobre la muchacha. Al parecer, ella había tratado de mantenerse a cubierto. Había cubierto ventanas y agujeros pero la puerta desvencijada ya se había caído y el techo seguía lleno de hoyos.

-Debió estar aquí por muy poco tiempo.-dijo Andrew.-Cuando trasladamos sus baúles, casi nada estaba fuera de lugar.

Blake observó a su alrededor. Cerca del hogar, había un pedazo de tela manchado en sangre. Intercambiando una mirada con su amigo, lo recogió.

-¿Ella mencionó el nombre de su agresor?-preguntó Andrew observando el pedazo de tela ensangrentado.

-No. No lo menciona. Pero deseo que lo haga.-respondió Blake con amargura.

El pedazo de tela tenía el perfume de Lioslaith y no dudó de que la sangre fuera de ella.

-¿Que tanto martirio debió vivir la joven?-murmuró Andrew.-He notado que teme a los guerreros.

-Teme a cualquiera que se le acerque lo suficiente como para tocarla.-dijo Blake a quien ese comportamiento no le había pasado desapercibido.

-Debió ser una experiencia sumamente traumática para ella.

Blake gruñó.

El solo pensar en que alguien pudiera tocar de esa manera a su hermanita Aileen o a su madre, le producía migraña.

-¿Mencionó a algún familiar?-preguntó el guerrero mientras rebuscaba entre el montón de escombro.

-A su padre.-Andrew levantó la mirada.-Pero la repudió. No quiere saber nada de ella.-al notar la mirada de Andrew, Blake añadió: Al parecer, el ex marido de la chica fue a donde el padre con chismes bastantes escandalosos para una dama y su padre ya no quiso saber nada de ella.

-Además de cobarde...chismoso.

Ambos rieron.

-Sin duda, ya estoy queriendo conocer a ese gran caballero.-sonrió con sarcasmo Andrew.

-Sería todo un privilegio.-respondió Blake con seriedad.

Se dirigió a la puerta de la cabaña y echando una ultima mirada al interior, se marchó seguido de Andrew.

De regreso al castillo, dejó a su caballo en las caballerizas y entró al salón.

En las prisas que llevaba y con la vista nublada a causa de sus pensamientos no prestaba atención a sus pasos y casi se da de bruces con Angela, su ama de llaves.

-¡Oh, mi Señor! ¡Disculpeme!-exclamó la mujer, asustada.

-Ha sido mi culpa, Angela. Disculpa.

La mujer, llevándose una mano al pecho, asintió y salió presurosa al patio. Blake se dirigió al salón y se detuvo.

Lioslaith estaba sentada frente al fuego con la mirada perdida. Blake pudo notar que su cabello rojo lanzaba destellos a causa del las llamas y casi pudo leer sus pensamientos a causa de su mirada asustada.

Lioslaith había perdido la noción del tiempo. Sentada ahí, su mente la había llevado a los eventos recientes y sin proponérselo, recordaba cada uno de los momentos sufridos a manos de Ronald.

Se sentía sucia, humillada... El dolor era tan intenso y los recuerdos estaban tan frescos en su memoria que casi podía oler la sangre. Su propia sangre. Bajó la mirada hacia sus brazos y a pesar de que sus moretones casi desaparecían, aun podía verlos. Se odiaba a sí misma. El sólo hecho de pensar de que Ronald alguna vez la tocó con lujuria y ella lo permitió la hacía querer darse una patada.

Blake notó su palidez y sin querer asustarla más de lo que la muchacha ya estaba, tosió con disimulo.

Lioslaith lo escuchó y levantó la mirada. Al ver quien era, se levantó como una flecha de la butaca y de manera insconsciente, se puso detrás de ella, formando una barrera.

Blake lo notó pero no dijo nada.

-Buen día, Señor.-lo saludó ella.

-Buen día, Lady Murray. ¿Como se encuentra hoy?

-Con un poco de frío.-respondió señalando el hogar.

-Los inviernos por aquí son bastante fríos y supongo que no estará acostumbrada a ellos.- dijo Blake al tiempo que arrastraba otra butaca y se sentaba frente al hogar. Aunque decidió sentarse un poco más alejado para no asustar más a la muchacha.

Ella asintió y cuando se dio cuenta de que lo más educado sería sentarse también, lo hizo.

No podía evitar sentir miedo. Al parecer, el miedo sería parte de su vida ahora y más aún viendo de cerca al Highlander. El Laird Mcdougall era bastante alto y corpulento. Su musculatura haría envidiar a Ronald. Poseía unos ojos azules muy observadores y su tez bronceada los hacía brillar mas. Sus labios eran rojos, no sabía si a causa del frío o si ese era su color natural, sus rasgos eran bastante atractivos y su cabello oscuro se esparcía por su cabeza con desenfado.

Había escuchado relatos de mujeres que habían conocido a algún highlander y a pesar de que siempre comentaban que eran bastantes grotescos y salvajes, Lioslaith no podía calificar a Blake con esas mismas palabras.

Blake guardó silencio ante el disimulado escrutinio de la chica. Aunque en realidad, él también la examinaba a ella pero más que a su físico, examinaba su actitud y su comportamiento.

A pesar de que daba a entender que se sentía relajada, Blake notó que no era así. Sus hombros estaban tensos, casi a la defensiva y ella se sujetaba ambas manos, donde pudo notar algunos temblores.



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En el texto hay: castillos, escocia, romance

Editado: 30.07.2022

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