Después de aquel baile poco romántico con el príncipe Eduardo, me tomo de la mano para dirigirme a una de las mesas que se encontraba a lado de la de su familia, en donde tome asiento sola, ya que él se dirigió hacia unos guardias que estaban cerca, a quienes les pedio que trajeran a mis padres, para luego retirarse a sentar a lado de los suyos. Me encontraba totalmente sonámbula, con los ojos clavados en la pared, recordando todos los momentos lindos con Tomy y los planes que teníamos, los mismos que se esfumaron en solo una noche. Mis padres se encontraban sentados a lado mío totalmente callados, supongo que es por la situación misma, mientras me encontraba ensimismada en mis pensamientos, mis ojos se encontraron con los de Eduardo, ahora tenía permitido llamarlo así, quien me miraba con mucha curiosidad, pues supongo que no es normal, que cuando te eligen como la futura esposa de un príncipe te pongas definitivamente triste, debería estar bailando, celebrando hasta saltando en un pie, por ser la envidia de todas las chicas del reino que se encontraban en la gala, pero sucedía todo lo contrario, tenía el corazón hecho pedazos.
A medida que la noche avanzaba, los invitados comenzaron a retirarse, por lo que le pedí a mis padres que nos retiráramos también, tenía que buscar a Tomy y conversar con él, encontrar una solución a todo esto, no volví a ver a Tomy desde el anuncio del compromiso, el mismo que se dio desde que me pidieron bailar con el príncipe.
Cuando me puse de pie para retirarme, mis padres no se inmutaron ni un poco, mi madre con lágrimas en los ojos se quedó mirándome, mientras que mi padre se ponía de pie para decirme que a partir de ese momento mi hogar sería el castillo, demonios como lo pude haber olvidado, ahora no podre salir de ahí sin un guardia escoltándome, por lo que tendré que buscar algunas ideas para poder ver a Tomy. Ante ello, la única opción en ese momento, era seguir sentada hasta que la gala termine o hasta que la familia real decidiera retirarse.
Cuando la familia real decidió retirarse de la gala, significaba que también tenía que retirarme, así que hice un corazón duro para despedir a mis padres, nunca me había separado de ellos, y esto era inesperado. Fueron escoltados por los guardias del castillo, quienes se aseguraron de que llegaran bien a casa. Cuando crucé los portones que unía la residencia real con el salón de gala, el corazón me latía a mil, estaba totalmente asustada.