Una Historia De Amor En El Castillo Belmot

CAPITULO IV

Después de un mes puedo decir que mi vida en el castillo no ha sido nada mal, salvo el día que mis padres decidieron contar a mis futuros suegros sobre mi relación con Tomy, sí que fue bastante incómodo. Desde la noche de gala no he vuelto a verlo y no hace falta decir que lo tengo más que prohibido.

A medida que los días pasaban, podía conocer un poco más sobre aquel chico sexy que siempre me miraba con aquellos ojos azules. Eduardo es tipo de chico de carácter dominante, supongo que será por ser un príncipe, cuando él dice no, en definitiva es no, y que puedo decir del día que se enteró que estaba comprometida con otra persona. Llegó tan furioso a mi habitación, que entro sin anunciarse, para tomarme del brazo tan fuerte y acercarme hacia él, lo tenía tan cerca que podía sentir la profundidad de su respiración, sin dejar de ver sus labios.

  • Por qué no me lo dijiste? Me pregunto con su suave voz.
  • Porque estaba asustada, y sabía que eso termino desde el momento en el que me pediste que bailara contigo. Además, es muy sabido que cuando alguien de la familia real te escoge como su futura esposa, todo los compromisos realizados se anulan de inmediato, no tenía caso decírtelo, le dije con la voz más dulce que habría podido tener.

Era la primera vez que lo tenía tan cerca y en lo único que pensaba era en besarlo, podía ser eso posible. Se acercó más a mí hasta que sus labios comenzó a rozar con los míos, me sentí algo eufórica, así que solo atine a mirarlo a los ojos, y en un pequeño murmuro me dijo que si lo volví a ver, sería la peor decisión de mi vida, su voz sonaba definitivamente amenazador pero muy… muy sexy, y sin decir más simplemente me dejo con un ansia que tenía que calmar.

Mientras me encontraba en el jardín conversando con George y Nora, no podía dejar de pensar ni de mirar a Eduardo, lo deseaba tanto y la seriedad con la que me miraba hacia que lo desee más. Sabía que estaba mal, que si bien vivíamos en el mismo lugar, no significaba que lleguemos a cosas mayores, pero su cuerpo y la forma en la que nadaba, hacía que olvide mis límites.

  • Y Samy, qué opinas? Me pregunta George.
  • Que?
  • Oh, como es posible, sí que lo devoras con la mirada, indica Nora.
  • Es cierto, llevas mirando a mi hermano desde que estamos aquí, y no has escuchado ni una sola palabra de lo que hemos dicho.
  • Eso no es cierto, expreso al tratar de defenderme.
  • Sí que lo es, advierte George.

Me sentía tan caliente por la vergüenza, acaso se me notaba tanto el deseo que tenía, acaso él ya lo habría notado, que iba hacer si eso sucedía.

Durante la cena con los demás miembros de la familia, permanecí callada, no sabía que pensar sobre mi comportamiento, era extraño y dominante, como podía controlarme, cuando lo tenía tan cerca.

  • Pasa algo? me pregunta inquieto tomándome por sorpresa, no has dicho ni una sola palabra en casi toda la cena.
  • No es nada, solo no me he sentido bien estos días.

Después que mi pequeña conversa, decido pedir permiso y me retiro de la cena. De camino a mi habitación, me intercepta para volver al interrogatorio.

  • Me puedes decir que pasa? Me pregunta enfadado.
  • Ya te dije que no me he sentido bien estos días.
  • Acaso es por tu novio?
  • Que… Tomy??
  • Con que así se llama, veo que aún lo recuerdas.
  • Que… eso no es cierto.
  • Entonces dime, dime lo que pasa…

No sabía que decir, así que solo me quede mirándolo, estuve así hasta que poco a poco se fue acercando más y más, hasta que me tuvo acorralada contra la pared, podía sentir su palpitar, su respiración, su olor, su cuerpo. Cuando sus labios tomaron los míos, sentí que sus manos corrían por mi cintura, para luego bajar hasta mis caderas y mis piernas, donde comenzó a levantar mi falda, por lo que me separe un poco de él y le pregunte con la respiración acelerada qué estaba haciendo, volviéndome a besar con una intensidad que me volvía loca. Estaba tan distraída, que no me di cuenta en que momento fue que llegamos a la habitación, solo estábamos ahí besándonos tan apasionadamente, hasta que comenzamos a desvestirnos, era tanto el deseo que sentía por él, que lo único que podía pensar era en sentirlo dentro de mí y así fue, cuando lo sentí, me fue imposible dejar de hacer pequeños ruidos, todo era tan placentero que no quería que parara y no lo hizo, no podía creer que habíamos pasado toda la noche juntos.



#22679 en Fantasía

En el texto hay: deseo, desamor, amor

Editado: 03.10.2018

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