Cap. 2.
Las pequeñas cosas a veces me parecen un tanto difíciles de recordar, pero cada pequeño acontecimiento cuenta no importa si es bueno o malo.
En las fronteras del infierno, hasta los más valientes sienten frio. Se apodera de ti cada vez que la muerte pasa a tu lado, es como sentir un beso por primera vez. Un torrente de sensaciones inexplicables y al final lo único que distingues, es el frio recorriendo tu cuerpo. Solo unos pocos valientes disfrutan los besos llenos de amor en los labios de la muerte.
Aquella noche después de cambiarse, se fueron a dormir y justo como Santiago predijo acabó durmiendo como un oso y como Zuri dijo también roncando. Pero ni siquiera eso bastó para despertar a Zuri qué no estaba muy lejos de alcanzarlo en agotamiento. En la mañana mientras caminaban de regreso al fuerte, fueron interceptados por un grupo de cadetes de su propio batallón, quienes los separaron y tras darle una paliza a Zuri qué en vano procuró defenderse tanto como pudo, los encerraron a cada uno en una celda diferente. Santiago estaba cansado de gritar cuando por fin un soldado de mayor rango, que él conocía perfectamente bien, apareció.
Santiago comenzó a buscar de celda en celda después de que su hermano se fue, cuando encontró a Zuri no pudo evitar sentir terror. Vio que la llave estaba dentro de la celda a su lado, quizás con la intención de que saliera cuando se pudiera levantar, pero estaba claro qué le tomaría un buen periodo despertar a menos que hiciera algo. Santiago sacudió la puerta con fuerza haciendo la mayor cantidad de ruido posible, hasta que alcanzo a escuchar un quejido.
En vano se cansó Santiago de buscar una réplica de la llave, si lo pensaba con calma, tenía sentido ¿Por qué tendría una celda dos llaves? Regreso entonces y se sentó contra la puerta de la celda.
La reacción fue justo la que Santiago esperaba, se apartó de la puerta justo cuando se abría, pero antes de que Zuri pudiera escapar le sujeto de los brazos antes de que se lastimara más.
Santiago se subió a Zuri al hombro, tratando de no causarle más daño. Se percató entonces de que estaba vendado bajó el uniforme, lo que de inmediato llamó su atención, pero tenía prisa, así que salió de allí y llegó hasta la oficina del capitán justo antes de que saliera.