Una historia que no debo contar

V

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La rutina de siempre regresó, enero fue un mes tranquilo, no supe de Miriam por un tiempo, asumí que estaba con mucho trabajo, hasta que me llamó a mediados del mes.

—Hola… ¿Cómo estás? — le dije.

—Hola, Fernando, ¿Cómo has estado? — me preguntó.

—Bien, ahí… con trabajo… ¿y tú?

—También, llamaba para hacerte acordar del congreso, ¿no te habrás olvidado?

—Claro que no, pero ¿no es en marzo?  —dije confundido.

—No, lo han adelantado un mes, ¿no te llegó el correo electrónico?

La verdad era que no había revisado eso en muchos días.

—Bueno —continuó— la sede esta vez será tu ciudad, Fernando —eso me sorprendió— y durara un mes esta vez, estaré un mes en la ciudad, ¿Qué te parece? — me preguntó.

Vaya que me sorprendió, y en parte me gustaba la idea, pero sabía también que era algo complicado, incluso peligroso pues ella controlaba mis emociones y en las últimas semanas las cosas habían estado relativamente tranquilas, y de verdad quería esa calma conmigo, pero no podía decirle que no, aún era más fuerte que yo.

Acepte entonces, ella estaba muy animada, era su primer congreso como supervisora de recursos humanos y estaba muy contenta de verme también, me dijo que se quedaría con unos familiares esos días, en una semana llegaría, justo para el congreso de actualización empresarial, esta vez iríamos por el simple gusto, pues ya no estábamos obligados y estábamos de vacaciones, seriamos más libres de alguna forma, y debo aceptar que me asustaba un poco, pues cada vez que la veía mis emociones, y mis sentimientos, iban creciendo.

Cuando hable del congreso con Romina evidentemente los problemas comenzaron otra vez, ella sabía que no estaba obligado a ir y menos en mis vacaciones, y sabía que Miriam estaría ahí, además le había dicho hace algún tiempo que no iría, que no tenía la necesidad. Le inventé que iría porque me interesaban los temas, pero fue algo dudoso, ella sabía que yo odiaba esas conferencias y que mi motivación era otra, al final me inscribí de todas maneras, sabía que las siguientes semanas tendría a Romina enzima mío, pero me importó muy poco, Miriam estaba de regreso en mis sentimientos.

Esa noche, luego de varias semanas volví a beber una copa, no se por qué lo hice, pero sentía mis emociones revueltas y siempre el alcohol me relajaba, solo fue un par de copas como antes, no me embriague aún estaba asustado.

Una semana antes de salir de vacaciones, y del inicio el congreso, me encontraba en el comedor de la empresa y me topé con alguien que no veía hace mucho, Karina, aquella chica que en su momento había sido tan importante para mí, me vio ahí y corrió hacia mi muy contenta, me saltó enzima y me abrazo fuerte, estaba muy feliz de verme nuevamente y yo también.

Esa tarde conversamos largo y tendido mientras bebimos unas copas en el bar al salir del trabajo, al parecer había venido para la conferencia, pero ella estaba en un horario diferente, pues las ponencias se dividían en horarios ahora, yo estaba en las mañanas junto con Miriam, Karina estaba en el horario nocturno. Ese día hablamos de todo, de ella, de mí, del trabajo, me contó que estaba saliendo con un contador desde hacía siete meses y que estaba feliz, eso me alegró pues su última relación no fue muy buena. Le conté por lo que estaba pasando y debo aceptar que para ser alguien que conocía a Romina y con quien nunca se llevó bien, fue muy objetiva. Me dijo que tenga mucho cuidado y que yo sabría qué hacer, y que, si no era feliz con Romina, antes de pensar en estar con alguien más, debería aclarar mis ideas. Me dijo que ella siempre me apoyaría y que incluso tenía ganas de conocer a Miriam, le dije que quizá en la ponencia podría conocerla.

Debo aceptar que Karina se convirtió entonces en mi confidente, pues ella fue la única a quien le conté toda esta historia de comienzo a final, la conoce tan bien que podría ella haber escrito esta historia sin mi ayuda y, aun así, siempre fue imparcial, aunque evidentemente pensaba un poco más en mí y en mi felicidad. Creo que es una buena amiga, aunque algunos podrían pensar diferente.

Por fin llegó el día, a pesar de lo que quería Romina, asistí al congreso, este se realizaba en un auditorio en un hotel de la ciudad, cerca de mi trabajo. Aunque me costó mi dinero, y no poco, mi asistencia, y de otros empleados de la empresa beneficiaba a la reputación de la organización, por lo que me devolverían parte del gasto en bonos, eso fue algo bueno y por si fuera poco contaba cómo horas laborales, lo que alargaría mis vacaciones.  

Como Miriam no conocía muy bien el lugar había quedado en irla a recoger en mi auto a casa de su prima, no estaba muy lejos, no estaba en mi camino, pero me importó muy poco, solo quería pasar un rato con ella de camino al auditorio cada mañana. Así que conducía muy temprano hasta donde se estaba quedando y de ahí partíamos al congreso. Eran cerca de unos cuarenta y cinco minutos de viaje, tiempo que pasábamos juntos conversando riéndonos, hablando de cualquier cosa, música, películas, el amor, nosotros, el trabajo, sexo incluso. Era gracioso compararla con la joven que conocí hacía ya casi un año aproximadamente, había cambiado mucho. Era un poco más segura, seguía con sus mismos líos emociónale, pero creo que había madurado un poco.

Esas cuatro semanas fueron suficientes para que naciera algo entre nosotros.




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