Casi una semana después me llegó un mensaje privado, de él. Casi creí que de verdad se me estaba llendo la olla cuándo leí su "hola", aquello me puso histérica por horas y aún envuelta de nervios, le respondí.
Aquello tomó su rumbo hasta que me ví abrazándolo por primera vez. Estar rodeada por sus brazos fue cómo un soplo de aire fresco, me sentí tan ligera en ese momento que sentí ganas de que no me soltara nunca.