Una Inesperada Tarde De Domingo

Capítulo 22: Siempre

Miro una fotografía de cuando recién nos conocimos

Sonreías de una manera que nunca olvidaré

Y nada de lo que pudiera hacer me protegería de ti esa noche...

💟💟💟💟💟💟💟💟


 

Cristal City, Texas
Quince años atrás...

 

Eric se aburría soberanamente en aquel pueblo perdido en el medio de la nada. ¿Qué podía hacer un adolescente de quince años, con energía de sobra, en un pueblo que parecía dormir la siesta eterna?

Hacía ya una semana de su mudanza a ese lugar aburrido para vivir con su abuela materna, luego de que remataran la casa en la cual había vivido toda su infancia. Al parecer, sus padres al morir en un accidente automovilístico habían dejado más deudas que bienes para su único hijo. Durante cinco años, la abuela del muchacho había trabajado para mantener aunque más no fuera la casa, pero nuevos pagarés a nombre de su padre habían dictaminado de una vez y para siempre el remate de su hogar. Aquel pueblucho había resultado bastante económico para vivir, y la abuela había conseguido labor como costurera allí. Eric sabía que tenía una tía, hermana de su madre, en algún lugar del mundo, de la cual recibían cheques todos los meses, que apenas alcanzaban para pagar el alquiler.

Era sábado después del mediodía y decidió dar una vuelta por los alrededores. El lunes siguiente comenzaría la nueva escuela y solo Dios sabía lo nervioso que eso lo ponía. No tenía muchas habilidades sociales, y los amigos no salían de los árboles para él. Sí, le daba mucho trabajo relacionarse con las personas, fueran chicos o chicas.

El camino de tierra repleto de añejos árboles se iba bifurcando y comenzó a vislumbrar más casas cercanas. La casa destartalada que habían alquilado estaba bastante alejada del centro cívico del pueblo. La naturaleza y el hombre formaban aquel lugar con perfecta armonía. Como lo suponía, ningún negocio estaba abierto y lo único que logró divisar a dos cuadras de él fue a una muchacha como de su edad.

Cuando la tuvo lo bastante cerca, no pudo creer lo bella que era: su largo cabello castaño y lacio caía libre sobre sus hombros, su blusa y sus pantalones jeans se ajustaban perfectamente a su silueta y su rostro... oh, su rostro se parecía al de un ángel. ¿Qué era eso que veía en su semblante? Parecían lágrimas. Una muchacha hermosa como ella no podía estar triste ¿no?

Sin poder controlar su curiosidad, el muchacho se acercó un poco más, escondiéndose detrás de un rosal y a sus oídos llegaron los lamentos de la jovencita entre llanto y llanto. ¡Diablos! Eric notó que ella estaba sentada en el portal de la casa de la señora Parson, una bruja hecha y completa, según le había advertido su abuela. ¿Sería su hija Melody? No lo parecía; su abuela le había hablado de esas dos, que le daban mil vueltas para pagarle un vestido que había tenido que terminar en tres días, y la descripción de Melody no coincidía con la belleza que tenía ante sus ojos. Por fortuna.

Luego de unos minutos observándola, decidió por fin acercarse.

Tomando valor, cortó una rosa y se la ofreció mientras ella tenía el rostro tapado con sus manos. Cuando se percató de su presencia, la muchacha lo observó unos instantes, en los cuales creyó que lo despacharía sin más.

- Gracias- dijo ella tímidamente.

- ¿Por qué lloras?- le salió preguntarle, y se sorprendió de no haberse sonrojado al sentarse junto a ella y entablar una conversación. Cuando se despidió de la muchacha, supo que la querría consigo para siempre. Ella, Daphne se llamaba, pues tenía nombre de preciosa ninfa, solo le dijo que sería su nueva amiga.

Cuando llegó a casa, su abuela lo observó con picardía en los ojos.

- Me contó un pajarito que te vieron conversando muy animadamente con Daphne Crisall. ¿Son amigos?- Para averiguar las cosas, su abuela no andaba con remilgos.

- Eh, sí, por desgracia...- se detuvo al haberse descubierto él solito. La abuela entrecerró los ojos.

- ¿Por desgracia? Parece que esa chica o te deslumbró, o no te simpatizó...

- No, abu- la interrumpió- no me deslumbró. Me dirás que estoy loco, pero sé que es la chica que quiero a mi lado toda la vida. Por ahora la tengo como amiga, más adelante, sé que será mi novia. Daphne es perfecta para mí.

La anciana entonces sonrió con ganas y meneó la cabeza, quizás no del todo convencida por lo que su excéntrico nieto acababa de decir. Ella siempre lo consideró alguien raro, fuera de lo común. Tal vez lo fuera, pero si de algo estaba seguro Eric Carson en esta vida era de que Daphne y él estaban destinados a estar juntos. Siempre.

 

♣️♠️🔳♦️♣️♠️🔳♦️♣️♠️🔳♦️♣️


- Promete que me escribirás...

La suplicante mirada de Daphne le rompía el corazón. Hacía poco que su abuela había partido de manera definitiva y sumado a eso, ahora su tía lo quería con ella... pero en París. O cerca de allí. No lo sabía con exactitud, lo que sí sabía Eric era que se mudaría al otro lado del océano. Y esa distancia lo separaría de manera permanente de esos ojos grises que amaba tanto.

- Lo prometo, pero tú prometeme que no me olvidarás, Daph. Tú eres mi amo... amiga. La única.

- No, Eric, nunca lo ha...

- Vamos, querido - dijo una suave voz a espaldas del muchacho, interrumpiendo esa despedida que era tan sentida para ambos -. El vuelo no nos esperará y ya estamos retrasados.

Eric miró de reojo a su tía con cara de pocos amigos y luego abrazó a Daphne sin importarle las significativas miradas del padre de la muchacha y su tía misma.

Recién cuando el lujoso automóvil en el cual se manejaba la mujer que se llevaba a su amigo y quizás primer amor se alejó, dejando solo nubes de polvo a su paso, Daphne se percató de que Eric había puesto un papel en su mano. Aún entre lágrimas, y mientras subía a la vieja camioneta de su padre, la joven pudo leer un hermoso mensaje, escrito con rosas dibujadas a su alrededor: "Confía en ti misma"




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.