Me despierto, voy abriendo mis ojos y noto como lo único que cubre mi desnudes es una sábana blanca, miro a mi lado, y el torso desnudo de Dimitri me sorprende, se lo que paso anoche, pero... parece un sueño, no parece real lo que paso. Empiezo a consentir su pecho, el empieza a abrir los ojos, me mira, en su ojos se ve la ternura, alza una de sus manos y toca mi cara, consintiendo mi cachete con su pulgar...
—¿estás bien? — me pregunta aun adormecido.
—sí, solo me siento un poco rara— pronuncio.
—lo de anoche fue genial— noto como mis mejillas empezaron a arder.
—lo sé — me acerco a darle un beso.
Dimitri se levanta de la cama, con la excusa de que me va a hacer el desayuno, mientras él hace eso, yo me empiezo a arreglar.
Entro a la ducha, abro la llave del agua, es tan relajante sentir las gotas de agua recorrer en mi cuerpo. Alguien abre la puerta, se quién es por eso no me preocupo...
— ¿me dejas entrar a la ducha? — me pregunta.
Asiento con mi cabeza. Empiezo a sentir como los brazos de Dimitri rodean mi cuerpo, como poco a poco mi cuerpo se va calentando, empiezo a besar a Dimitri apasionadamente, noto como el sonido del agua caer no era lo único que se escuchaba, se iban combinado con respiraciones agitadas y gemidos. Alguien toca la puerta, me quedo extrañada puesto que solo estamos los dos en esta casa.
—¿Quién es? — pregunta Dimitri.
— tu padre — responde la otra voz, al otro lado de la puerta.
Mierda...
—no puede ser, no sabía que iba a venir, perdóname, voy a salir a distraerlo mientras tú te cambias — me susurra y deja un beso corto en ms labios.
Veo como Dimitri se pone una toalla en la cadera y sale del baño, ¡vaya! solo a mí me pasa esto, todavía no conozco al padre de Dimitri y ya se va a llevar una mala impresión de mí. Escucho como cierran la puerta de la habitación, salgo del baño, empiezo a buscar ropa para colocarme, por lo menos causarle una buena impresión solo de vista.
Termino de arréglame y salgo de la habitación, mientras me acerco a la sala escucho lo que están hablando...
—hijo sé que esta casa es tuya, pero no es para que la cojas de motel — su tono es muy serio.
—lo sé, solo...— su padre lo caya.
—no me parece correcto lo que estás haciendo, esta casa es de descanso, no para que cada que se te dé la gana traigas a tus putas — escuchar eso me dejo el alma fría.
— ella no es una puta, es mi novia oficial y aparte a ella es a la única que he traído aquí— replica un poco enfadado.
Decido hacer mi aparición, camino directo hacia ellos, el padre de Dimitri tenía esos ojos verdes que se me hacían familiares, su cabello era rubio, la única diferencia que hay entre este par es que él tenía la mandíbula más pronunciada y arrugas de expresión.
—señorita Meredith— su tono es de total desagrado.
—Señor Jones— intento imitar su tono.
—tome como consejo... gima más pasito, que sus actos sexuales, sean más íntimos, no que los escuchen todo el mundo— es inevitable no ponerme roja con su comentario.
—por otro lado ¿se están protegiendo? — es muy frentero para hablar este señor.
—papá puedes comportarte y si nos estamos protegiendo— me siento muy incómoda y salgo a la piscina.
—Mer espera, no te vayas— me dice Dimitri.
—no te preocupes, ahora entiendo muchas cosas, es mejor que hablen ustedes solos— me siento en la orilla de la piscina y sumerjo mis pies.
Aun estando lejos de ellos escucho de lo que están hablando, su padre lo está regañando por no presentarme antes, por traerme a esta propiedad, por lo que paso en el baño, técnicamente le está peleando por todo, alcanzo a percibir el tono de ira que tiene mi sol, ahora entiendo el misterio de porque no quería hablar de su familia y en especial de su padre.
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Por fin se va su padre, me acerco a Dimitri y el me esquiva, veo como se dirige a la habitación, lo persigo, él se acuesta en la cama, yo me quedo en el marco de la puerta observándolo, en su cara se nota la expresión de enojo que tiene, su respiración esta agitada, tiene los puños apretados, tanto que ya los nudillos se le ven blancos.
Me acerco a él y lo abrazo, el intenta liberarse, pero no lo dejo, le doy un beso en la frente, empiezo a consentir su cabello, poco a poco la tención de su cuerpo fue disminuyendo.
—¿Por qué sigues aquí? — me pregunta serio.
—porque estas alterado y me acuerdo que me dijiste que yo soy tu paz — lo abrazo más fuerte y él se acurruca en mi pecho.
—gracias por no irte— le doy un beso pequeño en la cabeza.
Ay vamos con los cambios de humor, maldito bipolar...
—sabes que siempre vas a poder contar conmigo— respondo.
Él se levanta, me toma de la mano, me lleva fuera de casa, nos subimos a su carro. Le pregunto a donde vamos, solo me responde que a la playa.