Una luz en la oscuridad

Cap. 1 - 5

 

UNA LUZ

EN LA OSCURIDAD

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ISBN: 978-0-359-67708-5

©2020, José Ignacio Rufas Tenas.

Portada, © José Ignacio Rufas Tenas.

Todos los derechos reservados.

Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta obra por cualquier medio sin autorización de su autor.

Capítulo I

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Miré la pantalla y ahí estaba. La pequeña luz verde me indicaba que la tenía en línea en ese momento. En realidad, no era ella a quien había estado buscando. Hacía días me había puesto en la labor de tratar de encontrar a antiguos compañeros de colegio, en especial uno llamado Pablo. Las nuevas tecnologías facilitaban ahora una tarea tan compleja como aquella.

    Eran cinco hermanos, dos chicos y tres chicas.  Me acordaba de ellos y de una de sus hermanas, Carmen. La que para mí ahora tenía su puerta abierta en el Facebook se llamaba María José. Era cuestión de probar, nada perdía con ello. No lo pensé más y la llamé.

    – ¿Eres la hermana de Pablo y Felipe? –le pregunté después de saludarla con un escueto “hola”.

    – Sí –me respondió.

    – No me conoces, pero fui compañero de tus hermanos en el colegio.

    – Ah, muy bien –me escribió.

    – ¿Tú eres la hermana pequeña de los hermanos Tormes?

    – No, no –negó corrigiéndome–. Soy la mayor. Paz es la pequeña.

    Aquello me desconcertó un poco. Su respuesta implicaba que había cometido un error, no demasiado importante, pero al fin y al cabo un error.

    – Me confundí en los nombres entonces –le dije.  Lamenté haberlo hecho–. ¿Qué ha sido de tus hermanos durante todo este tiempo? –volví a preguntarle tras una pausa. No sé por qué, pero sin tenerla delante, me dio la sensación de que ella lanzaba al aire un suspiro y una mirada perdida al techo. Me contestó:

    – Han pasado muchas cosas –comenzó a decirme.

    Apenas tuve que insistirle. Empezó a contarme lo que había sido de su familia desde que yo había perdido el contacto con ella, en especial lo que había sido de ella misma en todo aquel largo tiempo. La intensidad y la crudeza de sus palabras empezaron a conmoverme. Salían de sus dedos como un torrente de fechas, datos y vivencias desmesurado, todos ellos cargados de un gran dramatismo. Tras unos minutos, intervine para manifestarle mi asombro por lo que me estaba contando. ¿Había sido mi curiosidad el desencadenante de un alud de vivencias depositadas con poca estabilidad en las laderas de su memoria?

    Tras leerla durante un rato, traté de frenarlo dando un giro a la conversación.

    – No sé si lo recordarás –le dije–, pero de niños pasamos unas vacaciones de verano juntos. Nuestras familias coincidieron en un hotel de la montaña, en el Pirineo de Huesca.

    – No, no lo recuerdo –me dijo–. ¿Cuándo fue eso?

    – Debió ser por 1974 ó 1975 –le respondí haciendo un esfuerzo de memoria. Debía darle más datos para que me creyera, al fin y al cabo, no dejaba de ser un anónimo que se acababa de poner en contacto con ella–. Recuerdo que entonces ibais acompañados por una nany.

    – Sí, Mercedes –me dijo–. La contrataron mis padres para que cuidara de nosotros. Como te puedes imaginar, cinco niños pequeños dan mucho trabajo.




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