Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Conversando con mi suegra...

Cuanto había aprendido en dieciocho años, no sabía a qué edad llegó al orfanato, pero sí sabía que nada había sido fácil para ella; como siempre era de cabello rojo la llamaban por muchos motes. 

"Cabeza de zanahoria", era el más conocido, "monte en llamas", siempre terminaba dándose puños con los otros niños, hasta que un día ya no le importó. 

Ella sabía cómo se llamaba, los demás eran sólo fastidiosos o envidiosos sin oficio, ya después no se metieron con ella, allí entendió, que vino para no pertenecer a ninguna familia. 

Un día formaría la de ella y tendría muchos niños que solo serían de ella y de su esposo, pero al buscar trabajo lo primero que hace es aceptar ser una madre por contrato. 

¿Arrepentida? Para nada, tenía a la familia más maravillosa, dos hijo a los que adoraba, y ellos la amaban, jamás se había sentido tan aceptada por alguien. 

Hafid, era solo una fachada, estaba luchando con su fantasma; el amor por Rachel, pero era atento con ella, se preocupaba, siempre le decía que ella era una buena amiga. 

Así que su esposo era su amigo, ahora esperaba seguir ayudándolo a vencer a sus fantasmas, porque aunque no eran pareja, ella era su esposa y debía apoyarlo, cuidarlo, así fuera de el mismo. 

Era increíble como los demás creían que porque un hombre y una mujer dormían en una cama juntos, no se tocaban, nunca nadie le iba a creer eso. 

Hafid estuvo listo y levantado para la hora del almuerzo, con esas pocas horas de sueño, recuperó toda la energía que necesitaba, Sylvia le dijo al verlo. 

— Invité a tu mamá y a tu hermana a almorzar— dijo Sylvia. 

 — Qué bien, a mí se me olvidó avisarles que estaríamos hoy acá— dijo Hafid. 

— A  mí se me olvidó decirte, que ya yo les había avisado, que veníamos hoy — dijo ella. 

— ¡Gracias por ayudarme en eso! A veces se me pasan las cosas y se me olvida llamar a mi madre— dijo él. 

— Pongamos una rutina— dijo ella— escoge un día de la semana para llamar a tu madre y así harás el hábito. 

— Me gusta esa idea,  voy a ponerlo en práctica; ¡Gracias de nuevo Sylvia!— dijo Hafid. 

—  De nada— dijo ella. 

Vio que venía la empleada con dos personas y dijo:

— Mira, ahí están llegando, tu madre y tu hermana— dijo ella.

Las dos se acercaron y abrazaron primeramente a Hafid y luego a Sylvia.

— ¡Que maravilloso es tenerlos de vuelta! — dijo Halima— feliz de verte hijo, Sylvia, gracias por ésta invitación.

— Hola cuñada, hermano— dijo Abir. 

Los niños, también salieron al  encuentro de la abuela y la tía, saludando con mucho cariño. 

— ¡Hola abuela, hola tía!— dijeron al mismo tiempo. 

— ¡Mis amores bellos!— dijo Halima— me encanta verlos. 

Todos se dirigieron al comedor para disfrutar del delicioso almuerzo preparado en honor de todos los presentes. 

Después pasaron a la sala y allí Hafid tomó la iniciativa y dijo a su madre y se su hermana. 

— Mamá, Abir, esta familia se quedará un buen tiempo acá, Sylvia desea que los niños empiecen la escuela y escogimos este lugar para su educación inicial— dijo él. 

 Abir se emocionó con la noticia y dijo:

— ¡Felicidades hermano, Sylvia, que lindo que tu esposa esté pendiente de eso, yo estaré acá para consentir a éstas dos personitas. 

— Si, también quiero decirles que  Sylvia desea culminar sus estudios y si necesito viajar, lo haré solo— dijo Hafid.

— Eso es bueno, echar raíces en un sitio y no andar como nómadas— dijo Halima— así disfrutaré mucho más a mis nietos. 

— ¡Gracias mamá, el estar cerca de ti será de beneficio para Sylvia, ella necesita más amigas y acá conoce a pocas personas, por no decir, que a nadie— dijo él. 

— Sylvia y yo nos llevamos muy bien— dijo Halima— es una mujer liviana al contrario de la otra. 

— Está bien mamá— dijo Hafid— dejemos el comentario hasta acá, voy a salir un momento, quedan en su casa. 

Halima y Abir se instalaron a hablar con Sylvia de buscar el mejor colegio para los chicos,  ella conocía muy bien la localidad y la iba ayudar en esa tarea; después discretamente, la madre de Hafid le pidió a su hija que compartiera con los niños. 

Ella prudente se levantó sin decir nada y Sylvia y Halima se dirigieron al cuarto donde estaban sus labores manuales. 

— Cuando me llamaste me dejaste en ascuas muchacha, ¿qué está sucediendo? Veo a mi hijo conforme con tenerte conmigo él , se ve más relajado— dijo la suegra. 

— Hafid, ha asumido este matrimonio con mucha calma, se nota contento  dijo Sylvia— el problema es que aún sufre por su esposa fallecida. 

— Me imagino que no es agradable para ti, pero poco a poco la olvidará, usa tus encantos — dijo pícara Halima. 

Él y yo no tenemos vida íntima— dijo Sylvia avergonzada— nunca  hemos hecho él amor, solo sucedió ese día de año nuevo, cuando nos visitaron, porque estábamos borrachos; de hecho él no recordaba nada al día siguiente, mucho menos yo. 

— ¿Y cómo supiste que tuvieron una noche loca?— preguntó la suegra. 

— Una buena mancha escarlata, estaba en la sábana— dijo Sylvia enrojeciendo. 

—¿En todo ese tiempo antes de ese día no te había tocado?— preguntó Halima incrédula. 

— Si Halima, y de hecho después de ese día no hemos vuelto a estar juntos, aunque dormimos en la misma cama, él no me toca— dijo Sylvia. 

— Eso es interesante— dijo la suegra— obviamente que bajo los efectos del alcohol solo reaccionaron como es natural, un hombre y una mujer. 

— Si, eso lo tengo presente, — dijo Sylvia— pero ahora lo noto incómodo al dormir conmigo. 

Es natural,— dijo Halima— se siente culpable por haberte iniciado sin tener cordura, tu no recuerdas, cuando vuelvas a tener nuevamente sexo, será como tu primera vez por estar consciente. 

— Eso no sucederá— dijo Sylvia— él nunca volverá a tocarme, solo somos amigos, mi destino es solo ser la madre de sus hijos, en algún momento se terminará éste matrimonio. 



#1975 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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