Partido y bullicio
Sinceramente, todo es una mierda, esas habían sido las palabras empleadas en la cabeza de Genesis, entre la cantidad de personas a la salida del avión y tratar de llegar para buscar las maletas, ya se le había pasado el tiempo que le quedaba para llegar justo al partido de su equipo.
—Tienes la muerte asegurada, Alexander Davis —musitó con enojo.
Más obtuvo al esperar diez minutos y no ver su maleta color verde flúor, claro está que debe haber sido llevada a la vuelta del aeropuerto.
Las llamadas al celular eran constantes, el nombre que sobresalía era de Daniel Jones, el capitán del equipo, a la joven le daba miedo que sea el DT del equipo quien estuviera llamando de otro teléfono, esa manera de llegar tarde a todos los partidos del equipo de su padre era una verdadera locura que le gustaba vivir inconscientemente.
A las apuradas, y enojada, llegó al lugar donde dejan las maletas que no son recogidas por sus dueños.
—¿Eh? ¿Hola? Necesito encontrar mí maleta —habló con apuro.
La chica estaba en el mostrador con muchos nervios, tanto que no dejaba de chasquear su suela con el piso.
—Buenas tardes, Señorita, necesitaré su número de DNI y-
Génesis tomo con rapidez su billetera y casi se lo tira con violencia aquello que pidió, le agarraba mucho desespero el no tener sus cosas.
Pero perderlas era algo cotidiano, una rutina que todavía no aprende y tampoco quiere acostumbrarse.
—Espere aquí, le pediré a uno de mis compañeros que la busque —comentó con amabilidad fingida, tratando de que ella se corriera para seguir con lo que restaba de la fila.
Por lo que se ve, Génesis no era la única que perdía sus cosas, escucha como cada uno había perdido cosas distintas: un bolso, frazadas, almohadones, condones, maquillaje, gafas, libros, auriculares y más maletas.
Ah no, condones no, era cordones, supone Génesis en su mente.
Un chico bastante alto se acerca con unas cuantas valijas, y entre ellas la más llamativa, una que perfectamente se puede ver hasta con las luces apagadas. Aquel joven al ver que Génesis la cogió, sonrió con diversión.
¿Quién en estos tiempos se compraría una valija así? La mismísima Génesis Brown, aunque ella no se la compró, sino que se la regalaron, y al ser la única que ella posee no le quedó de otra que usarla.
La muy testaruda de su madre no le quiso prestar la negra azabache que posee.
—Y me dicen que en serio has perdido de vista a esta valija? —con burla, el chico se dirigió hacia ella en modo de llamar la atención.
Peor, Génesis no estaba para bromas o burlas, la manera de vibrar que su celular estaba haciendo la hacia ponerse más nerviosa y ansiosa.
No le gustaba estar llegando tarde a los partidos, más los que tanto esperaba ver en vivo y no online.
—Acaso mí frente tiene escrito "hagan burlas de mí y mí maleta que estamos de buen humor" Mira que nadie te ha preguntado por qué trabajas de esto —sentenció para marcharse rápido de allí.
Escuchó como el joven había soltado algunas groserías sin sentido. Por fin las puertas corredizas del aeropuerto le dijeron adiós y no vuelvas nunca más.
Había pasado por tantos aeropuertos que se seguía olvidando por dónde se salía, también perdía sus cosas.
Se hartó de que su celular estuviera como loco, terminó por apagarlo e hizo una seña hacia los taxis estacionados para que la llevarán al hotel, gracias al cielo que está en el mismo edificio donde tiene que trabajar un poco y donde se hospedan la mayoría del equipo.
En el vehículo seguía moviendo su pie de arriba hacia abajo, el chófer se dio cuenta pero había decidido callarse y centrarse en manejar rápido.
Tenía que ir a dos destinos, primero, al hotel, dejar la maleta y cambiarse, segundo, el estadio, el partido comienza a las seis y son las cuatro y media, pero siempre va un par de horas antes por el tema de los nervios y querer alentar a los chicos desde mucho antes que lo hagan los fanáticos.
Su padre, William Brown es el DT y entrenador del equipo —obviamente—, ellos dos se llevan bien por tener gustos en común, menos en el tema de comidas. Los dos son fans del Futbol, fueron juntos a varios mundiales, ligas y partidos amistosos, gracias a dios su padre pudo quedar para cumplir con el trabajo de ahora.
Como siempre son los DTs, arrogantes, exigentes, algunas veces malhumorados pero muchas veces con buen sentido del humor. A pesar de que Genesis sea su hija, la trata como una más, en el sentido de que la trata como si fuera del equipo, por ello sus llamados tan exigentes para que llegara temprano.
Genesis es tranquila a pesar de que estos momentos esta llegando muy tarde al hotel, y su padre es el más impaciente del mundo, queriendo que ella llegue a todos los llamados puntual o por lo menos comunicar por donde va.
Como ahora, por ejemplo.
—Gracias —se despidió del conductor una vez que le entrego la maleta.
Prende su móvil para luego levantar su vista y ver que elegante es el hotel. Grande, con ventanales por todos lados, plantas y arbustos por los balcones y la entrada de esta, un chico con traje se acerco para ayudarla, esta muy claro que el joven sabe quien es.
—Por aquí, señorita —exigió el joven cuando vio que Genesis se quedaba viendo todo el hotel.
Sillas, sofás, mesitas y comida, eso era todo lo que en la sala había, personas caminaban con tranquilidad y amabilidad, pocos perros pero eso fue lo que le extrañó.
—¿Dejan que las personas se hospeden con mascotas? —curiosa le siguió el paso al joven.
—Nuestro hotel esta capacitado para ello, es una mejora que hicieron hace poco, luego implementaran más cosas —con educación se dirigió hacia ella.
—¿Cómo hacen para limpiar las habitaciones? Los perros son malos —dijo con disgusto.